Los mayores bancos de Wall Street siguen peleando contra costosas reglas que buscan reducir su tamaño y volverlos menos riesgosos para la economía de su país.
Pero ya no son sólo los reguladores quienes presionan para que los bancos sean más pequeños y tradicionales, ahora sus inversionistas han empezado a lanzar preguntas similares.
En los últimos 10 años, el rendimiento sobre los activos de los mayores bancos del mundo se ha reducido en más de la mitad gracias a requisitos de capital cada vez más estrictos que no les permiten endeudarse tanto como antes para financiar sus operaciones y afectan negativamente sus ganancias.
Para algunos de sus inversionistas, estos bancos serían más rentables y atractivos si fuesen más pequeños y se enfocaran más en la banca de consumo que en la banca de inversión.
Esta perspectiva se vio reflejada la semana pasada en el testimonio ante el Comité de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes por parte de la presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen.
“Estamos empezando a ver discusiones acerca de si estas exigencias de capital son lo suficientemente grandes como para que estas empresas piensen seriamente sobre si deberían o no separar algunas de sus divisiones para reducir su huella sistémica”, dijo Yellen.
“Y francamente, eso es exactamente lo que queremos que ocurra”, agregó la presidenta del banco central estadounidense.
El caso JPMorgan
La situación de JPMorgan Chase, el mayor banco de Estados Unidos, es un buen reflejo del cambio que se está cocinando en el sector financiero estadounidense.
El grupo financiero, que posee 2.6 billones de dólares en activos, tiene dos grandes divisiones dentro de sí: su banca comercial, Chase, y su banca de inversión, JPMorgan. Además de éstas, la empresa ofrece servicios de banca corporativa y de administración de activos.
La semana pasada, durante su jornada anual para inversionistas, Jamie Dimon, director ejecutivo de JPMorgan Chase, explicó que el gran tamaño del banco le trae beneficios y ventajas a pesar del incremento asociado en sus costos regulatorios.
Pero inversionistas y analistas se mantienen escépticos ante los cambios propuestos por el equipo de Dimon, estimando que serán insuficientes para satisfacer las nuevas regulaciones.
Al mismo tiempo, adentro del banco el director de Chase, Gordon Smith, es visto como un sucesor para Dimon (dejando fuera al director de JPMorgan, Daniel Pinto).
Esto refleja los cambios en las fortunas de ambas divisiones del banco. Mientras que después de la crisis del 2008 Chase era quien sufría bajo una economía debilitada, hoy es JPMorgan quien tiene que anunciar un recorte de 13 por ciento en sus gastos.