Sin miedo a la réplica, el Papa Francisco criticó a los políticos, la economía y a la sociedad actual.
En el documento “Evangelii Gaudium”, publicado ayer, el jefe de la Iglesia estableció las nuevas reformas que deben aplicar los feligreses –y todo el mundo– para transitar por el camino de la paz.
Aseguró que la Iglesia tiene las puertas abiertas, pero “no es una aduana, es la casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas”.
En el escrito, que llama principalmente a la alegría, invita a vivir una nueva etapa evangelizadora para construir un pueblo de “paz, justicia y fraternidad”.
“La propuesta es vivir en un nivel superior, pero no con menor intensidad: la vida se acrecienta dándola y se debilita en el aislamiento y la comodidad. De hecho, los que más disfrutan de la vida son los que dejan la seguridad de la orilla y se apasionan en la misión de comunicar vida a los demás”, escribió Francisco.
Y aunque está consciente de que los documentos no “despiertan el mismo interés que en otras épocas, y son rápidamente olvidados”, espera que todas las comunidades procuren poner los medios necesarios para avanzar en el camino de una conversión pastoral y misionera, que no puede dejar las cosas como están.
Invitó a la sociedad a ser audaz y creativa en la tarea de repensar objetivos, estructura, estilo y métodos evangelizadores de las propias comunidades.
Todo esto, según Francisco, es necesario porque “como decía Juan Pablo II a los obispos de Oceanía, ‘toda renovación en el seno de la Iglesia debe tender a la misión como objetivo para no caer presa de una especie de introversión eclesial’”.
Adoración al dinero
“No puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa”.
El Papa asegura que la sociedad actual vive para idolatrar al dinero, y eso le está nublando la realidad.
“Hemos creado nuevos ídolos. La adoración del antiguo becerro de oro ha encontrado una versión nueva y despiadada en el fetichismo del dinero y en la dictadura de la economía sin un rostro y sin un objetivo verdaderamente humano.
“Además, la deuda y sus intereses alejan a los países de las posibilidades viables de su economía y a los ciudadanos de su poder adquisitivo real”.
Para solucionar esto, Francisco propone una reforma financiera que no ignore la ética, un cambio de actitud enérgico por parte de los dirigentes políticos, a quienes exhortó a “afrontar este reto con determinación y visión de futuro, sin ignorar, por supuesto, la especificidad de cada contexto. ¡El dinero debe servir, y no gobernar! El Papa ama a todos, ricos y pobres, pero tiene la obligación, en nombre de Cristo, de recordar que los ricos deben ayudar a los pobres, respetarlos, promocionarlos. Os exhorto a la solidaridad desinteresada y a una vuelta de la economía y las finanzas a una ética en favor del ser humano”.
Políticos capaces
“¡Pido a Dios que crezca el número de políticos capaces de entrar en un auténtico diálogo que se oriente eficazmente a sanar las raíces profundas y no la apariencia de los males de nuestro mundo!
“Y si alguien se siente ofendido por mis palabras, le digo que las expreso con afecto y con la mejor de las intenciones, lejos de cualquier interés personal o ideología política. Mi palabra no es la de un enemigo ni la de un opositor”.
Iglesia descentralizada
“No es conveniente que el Papa reemplace a los episcopados locales en el discernimiento de todas las problemáticas que se plantean en sus territorios. En este sentido, percibo la necesidad de avanzar en una saludable descentralización”.
Y así como Francisco concedió más poder a sus obispos alrededor del mundo, abrió las puertas del Vaticano a la renovación.
“Me corresponde, como Obispo de Roma, estar abierto a las sugerencias que se orienten a un ejercicio de mi ministerio que lo vuelva más fiel al sentido que Jesucristo quiso darle y a las necesidades actuales de la evangelización. El Papa Juan Pablo II pidió que se le ayudara a encontrar ‘una forma del ejercicio del primado que, sin renunciar de ningún modo a lo esencial de su misión, se abra a una situación nueva’. Hemos avanzado poco en ese sentido”, aseguró.
Reflectores hacia los pobres
“Hoy y siempre, los pobres son los destinatarios privilegiados del Evangelio”.
En la invitación a evangelizar a través de la felicidad, el Papa pidió que se dirigieran los reflectores a aquellos con más necesidades.
“Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades”.
“Mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera y atacando las causas estructurales de la inequidad, no se resolverán los problemas del mundo y en definitiva ningún problema. La inequidad es raíz de los males sociales”.
Tolerancia intrarreligiosa
Así como propone un diálogo entre católicos, exhorta a incluir y establecer relaciones con todos aquellos que no lo sean a pesar de los obstáculos y dificultades.
“Los cristianos no podemos considerar al judaísmo como una religión ajena (…), el diálogo y la amistad con los hijos de Israel son parte de la vida de los discípulos de Jesús”.
“Así mismo deberíamos acoger con afecto y respeto a los inmigrantes del Islam que llegan a nuestros países, del mismo modo que esperamos y rogamos ser acogidos y respetados en los países de tradición islámica”.