Los pueblos son sanos cuando se ríen de su pasado, porque es una manera de enterrarlo. Pero Franco sigue siendo un resorte partidista. Es un fantasma congelado y no se marcha”, explicaba el artista español Eugenio Merino al diario El País en febrero de 2012, cuando presentó en la feria internacional de Arte Contemporáneo ARCOmadrid su obra “Always Franco”.
En ella, una figura que representaba al dictador Francisco Franco estaba dentro de una congeladora con la decoración de Coca-Cola, aunque no aparecía sobre esta el nombre de la multinacional.
Unos días después, el 16 de febrero, la Fundación Francisco Franco interpuso una demanda contra el escultor por ofender y caricaturizar “al anterior Jefe del Estado, constituyendo una provocación en toda regal”, según puede leerse en la copia del acta de la demanda.
En ella también se explicitan los estatutos de la fundación privada. Según estos, los objetos básicos de dicha organización son dos: primero, “difundir el conocimiento de Francisco Franco, en su dimensión humana y política”; y, segundo, “el fomento y el desarrollo de la educación, la investigación científica y técnica y de cualesquiera otras actividades culturales” pero, como matiza, “siempre dentro de las líneas en que se ha inspirado la civilización católica española”.
Aunque finalmente, el pasado 17 de Julio la juez del caso desestimó la demanda contra el artista, el dictamen admitía el derecho de esta institución, presidida por la hija del dictador, Carmen Franco y Polo, a defender el honor de Franco.
Y, no solo eso, sino que la Fundación Franco aseguró que recurrirá la sentencia y su vicepresidente, Jaime Alonso, declaró que, además, estudian demandar a más artistas.
En la respuesta de Eugenio Merino a la demanda, el representante del escultor explicaba que “Always Franco” es “el resultado del ejercicio legítimo por parte de D. Eugenio Merino de su derecho, constitucionalmente protegido, a la creación artística y a la libertad de expresión, sin que se refiera en forma alguna a la Fundación demandante y sin que suponga escarnio, insulto ni ofensa de ningún tipo”.
Además, recogía una declaración de Merino a la Cadena Ser, del grupo PRISA, en la que éste manifestó que su intención era “reflejar cómo es España, cómo tenemos en la cabeza esa imagen, que es nuestro icono, y que está congelada en nuestro cerebro”.
En la sentencia, conocida el pasado miércoles, se puede leer: “…En este sentido la obra litigiosa es una creación artística que no pretende mostrar unos hechos reales, sino recrear desde la ficción una imagen lejana en el tiempo y situarla en una época muy distinta.
“Las alegaciones del autor de la obra también confieren gran importancia a su finalidad, que no es la de dañar la reputación o memoria del personaje histórico, sino hacer obra crítica y que lleve a la reflexión, mostrando al personaje como el icono que es dentro de nuestra sociedad, que como el propio autor indicó, pretendía representar la manera en que la imagen de Franco sigue presente en nuestra Cultura (…)
“De la contemplación de la citada obra, podemos concluir que aunque pueda disgustar a unos o gustar a otros, y aunque la actora pueda considerarla desafortunada, no puede estimarse que se dañe la reputación u honor de la Fundación demandante.
“Se trata de una obra artística que causa sorpresa, por lo insólito de la ubicación del personaje histórico que todo lo más podría considerarse caricaturesca, irónica o humorística”.
Sin embargo, el hecho de que un artista tuviera que sentarse en el banquillo y someterse a un proceso judicial por ejercer libremente su profesión en lo que se supone un periodo democrático del Estado español, tuvo fuerte repercusión y enseguida Merino recibió el apoyo de artistas españoles y latinoamericanos.
Incluso se creó una red de Artistas Antifascistas en cuya web puede leerse y firmarse el “Manifiesto en apoyo a Eugenio Merino y a favor de la libertad de expresión”.
En el comunicado podía leerse que “Da la impresión de que estos tristes acontecimientos sólo pueden suceder en un país como España, incapaz de evaluar con distancia las funestas consecuencias de la dictadura militar que controló el país durante 40 años.
“Resulta difícil imaginar una fundación Adolf Hitler que persiguiese en Alemania la obra de Gerhard Richter o Maurizzio Cattelan por criticar el nazismo.”
Hasta el momento han firmado 2250 personas y los pasados días 5, 6 y 7 de Julio la plataforma organizó unas Jornadas Contra Franco en la que participaron destacados artistas como Santiago Sierra y Alejandro Jodorowsky.
La obra, una replica del dictador de altura real, está valorada en 30 mil euros y ha puesto de manifiesto que, como el dinosaurio, al despertar, Franco sigue todavía allí.
Y es que, como señaló Merino, “Franco sigue siendo noticia, no ha desaparecido. Está más de moda que nunca con la ley de Memoria Histórica, Garzón y el Diccionario Biográfico Español”.
Este último levantó gran revuelto porque le costó 6.4 millones de euros al erario público y en él se decían cosas como que Franco fue autoritario, pero no totalitario y se le describía como un general valeroso y católico, que participó en un golpe de Estado contra un gobierno caótico con el único fin de restaurar la monarquía.
En fin, hechos todos ellos que demuestran que el Estado español no podrá descansar en paz hasta que no se cierren definitivamente las heridas y se haga la justicia y la memoria que reclaman las personas que aún tienen familiares en las cunetas.