Amazonia: Un pulmón del mundo en llamas

Los incendios en la Amazonia aumentaron en el primer periodo de este año en comparación con 2018. El presidente Jair Bolsonaro culpa a las organizaciones no gubernamentales y estas a las políticas del mandatario
Mariana Recamier Mariana Recamier Publicado el
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Una de las zonas verdes que más produce oxígeno en la Tierra desaparece por culpa del fuego. La región de la Amazonia de Brasil lleva dos semanas con incendios que se extienden por las áreas selváticas y se propagan por diferentes estados hasta alcanzar reservas protegidas y cubrir con espesas nubes de humo varias ciudades.

Brasil vive la mayor oleada de incendios de los últimos tres años y un aumento considerable a comparación de 2018. Entre enero y el 21 de agosto de 2019 se registraron 74 mil focos de incendios, frente a 52 mil en el mismo periodo de 2018, de acuerdo con los datos más recientes  del Programa de Quemas del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE).

Brasil también lidera el ranking regional de focos de incendios este año, seguido por Venezuela con 26 mil y Bolivia con 16 mil. Los datos son obtenidos vía satélite y actualizados en tiempo real por el programa brasileño.

Además, el INPE no es el único organismo que detecta un aumento en los incendios. Según los satélites de la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA), el 50 por ciento de los puntos calientes que muestra su mapa se ubican en la selva amazónica. 

Los satélites de la NASA también identificaron un aumento del 65 por ciento en los incendios en Brasil desde principios de 2019 en comparación a 2018. El mayor aumento se ubica en el norte y medio oeste de la selva.

Los incendios en la región amazónica son consecuencias de las quemas provocadas para deforestar un terreno y convertirlo en área de pastoreo o para limpiar áreas que ya no tienen muchos árboles. 

“El clima seco, el viento y el calor hicieron que los incendios aumentaran considerablemente en todo el país”, dijo en su cuenta de Twitter Ricardo Salles, ministro de medio ambiente brasileño.

La huella del fuego llegó hasta las urbes brasileñas. El humo de los incendios flotó a cientos de kilómetros hasta llegar a la costa Atlántica y a São Paulo, la ciudad más poblada de Brasil, de acuerdo con los registros de la Organización Meteorológica Mundial

São Paulo se oscureció por completo el lunes antes de las 16 horas locales, como consecuencia de la llegada de una corriente fría y de vientos que cargaban partículas de incendios en Paraguay. 

La semana pasada un vuelo tuvo que ser desviado en Porto Velho, capital de Rondonia (estado limítrofe con Bolivia), debido a la falta de visibilidad causada por las nubes de humo que provocaron los incendios en florestas próximas.

Consecuencias del fuego en la Amazonia

Existe una relación directa entre el aumento de la quema y el crecimiento de la deforestación. El INPE encontró un fuerte aumento de la deforestación en los últimos meses en la Amazonia, que llegó a 2 mil 254 kilómetros cuadrados en julio, casi el cuádruple del mismo mes de 2018.

De los 10 municipios que registraron los incendios más extensos en 2019, siete están en la lista de municipios con el mayor número de advertencias de deforestación. 

Los otros tres municipios de la lista pertenecen a El Cerrado, el segundo ecosistema más grande de Brasil, compuesto en su mayoría por sabanas.

El gobierno de Brasil busca culpables de los incendios y la deforestación. El presidente brasileño Jair Bolsonaro sospecha que el fuego pudo ser provocados por integrantes de organizaciones no gubernamentales.

“Podría ser —no estoy diciendo que lo sea— una acción criminal por parte de estas personas de integrantes de organizaciones para llamar la atención en contra mía, contra el gobierno brasileño. Esta es la guerra que enfrentamos”, afirmó Bolsonaro en Brasilia. 

No obstante, los integrantes de organizaciones creen que los incendios son resultado de las políticas y el discurso del mandatario.

Fondo Mundial para la Naturaleza Brasil (WWF, por sus siglas en inglés) lamentó en un comunicado la nueva tentativa del presidente Bolsonaro de desviar el debate sobre la necesidad de proteger la Amazonia.

Además, la organización pidió al presidente combatir la deforestación provocada por los incendios desproporcionados que asuelan al país y comprometen la calidad del aire en varias regiones. 

En julio, Greenpeace calificó a Bolsonaro y su gobierno como una amenaza para el equilibrio climático y advirtió que a la larga, sus políticas acarrearían un alto costo para la economía brasileña.

La postura Bolsonaro no es nueva. Desde su llegada al poder, el presidente promueve la apertura de reservas indígenas y de áreas protegidas a actividades agropecuarias y de minería.

El político de derecha también evitó que Brasil albergara la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2019 y amenazó con sacar al gigante sudamericano del Acuerdo de París sobre Cambio Climático.

No es la primera que se niega en participar en la agenda relacionada al cuidado del medio ambiente. A principios de agosto, Bolsonaro destituyó al entonces director del INPE Ricardo Osorio Galvao por monitorear y divulgar los datos sobre deforestación en el país sudamericano.

Las cifras que difundió son preocupantes: la parte brasileña de la Amazonia perdió más de 3 mil kilómetros cuadrados de área boscosa desde que Bolsonaro asumió el cargo en enero, un aumento de 39 por ciento respecto al mismo periodo del año pasado. 

Tan solo en junio, la tasa de deforestación aumentó de manera drástica: alrededor de 80 por ciento más pérdidas que en junio de 2018.

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