Amenaza para Dilma

El Mundial acabó hace un par de meses, pero en Brasil aún sigue un espectáculo. 

La nueva candidata del Partido Socialista Brasileño (PSB), Marina Silva, se registró esta semana para contender por la presidencia.

Silva entra en lugar de Eduardo Campos, quien murió el 13 de agosto en un accidente aéreo cerca de Sao Paulo, lo que sacudió por completo el panorama político de Brasil.

Ahora, la agencia Datafolha revela que Silva podría quitarle la reelección a la actual presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, del Partido del Trabajo (PT).   

Pedro Pablo Cortés Pedro Pablo Cortés Publicado el
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El Mundial acabó hace un par de meses, pero en Brasil aún sigue un espectáculo. 

La nueva candidata del Partido Socialista Brasileño (PSB), Marina Silva, se registró esta semana para contender por la presidencia.

Silva entra en lugar de Eduardo Campos, quien murió el 13 de agosto en un accidente aéreo cerca de Sao Paulo, lo que sacudió por completo el panorama político de Brasil.

Ahora, la agencia Datafolha revela que Silva podría quitarle la reelección a la actual presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, del Partido del Trabajo (PT).   

La última encuesta muestra que Silva cuenta con 21 por ciento de la intención de voto, por debajo del 36 por ciento de Dilma y por encima del 20 por ciento de Aécio Neves, quien antes era el segundo favorito para ganar la presidencial.

El sondeo expone que la elección iría a una segunda vuelta, en la que Marina contaría con el 47 por ciento de los votos y Dilma con 43 por ciento, un empate técnico debido al margen de error de la encuesta. 

La popularidad de Silva contrasta con el bajo apoyo de Eduardo Campos, quien antes de morir tenía una intención de voto de cerca de 9 por ciento, 13 puntos porcentuales menos que la actual candidata del PSB.

Analistas brasileños explican que el auge de Marina, quien contendió contra Rousseff en las elecciones del 2010, se debe al impacto de la muerte de Campos y a que representa a un sector de la población de izquierda molesto con Dilma.

Ambientalista, negra y pobre

“Que Brasil pueda tener la primera mujer negra, de origen pobre, como presidenta de la república”,  así ha descrito Marina Silva su objetivo. 

Silva carga con una historia digna de alguna telenovela.

Nació en 1958 en la ciudad Río Branco, del estado Acre, en una familia de 11 hijos descendientes de esclavos africanos e inmigrantes portugueses.

A los 16 años quedó huérfana, por lo que empezó a trabajar como empleada doméstica en un convento católico.

Estudió historia en la Universidad de Acre antes de conocer al ambientalista y cauchero Chico Mendes, con quien creó la primera unión estatal de trabajadores que además defendía la selva del Amazonas.

En la década de 1980, Marina se unió al PT, donde consiguió un puesto en el senado en 1990.

Cuando el presidente Inácio Lula da Silva inició su mandato en 2003, ella se convirtió en ministra de Medio Ambiente. 

Durante su gestión, logró que la deforestación de la selva del Amazonas disminuyera en un 59 por ciento del 2004 al 2007.

Pero, en el 2008, Marina dejó su cargo por estar inconforme con la postura de Lula de apoyar a empresas agropecuarias que contribuían a la deforestación, al consumo de alimentos transgénicos y al uso de contaminantes.

Bajo el estandarte del Partido Verde, fue candidata a la presidencia en el 2010, cuando obtuvo 20 millones de votos, el 19 por ciento de las preferencias.

Tras aquellas elecciones, trató de abrir su propio partido, pero no obtuvo el registro necesario, por lo que decidió ser la candidata a la vicepresidencia y compañera de fórmula de Eduardo Campos, en el PSB. 

Marina sufrió una contaminación de metales pesados y contrajo hepatitis tres veces antes de los 20 años, por lo que ahora no consume carne, alcohol ni lactosa.

¿Popularidad pasajera?

Algunos expertos brasileños piden ver con cautela su actual fenómeno de popularidad. 

Silva carga con una historia digna de alguna telenovela.

“Debe considerarse que la encuesta se hizo en medio de una gran conmoción”, publicó O Globo en un editorial.

La ambientalista se enfrenta también a miembros del PSB que tienen conflictos de interés con empresas agropecuarias y de la región del Amazonas.

“Ella no representa el legado de Campos, está muy lejos de hacerlo. Cuando se está en una situación de huésped, como ella, tiene que respetar al partido”, dijo a Fohla de Sao Paulo Carlos Siqueira, un líder del PSB.

Aun así, Marina cuenta con el apoyo del sector joven y educado de la población que marchó en contra de los gastos excesivos del Mundial, lo que le garantiza apoyo sólido.

“Ella escogió la moralidad del ciudadano común, carga con la bandera de cada uno de los que deseamos una política libre de corrupción e hipocresía, exactamente porque responde a una demanda popular”, escribió la analista Eliana Cardoso en Estadao. 

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