Apenas viene lo más difícil
Con el 62 por ciento de los votos ganados el domingo, en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Chile, la victoria de Michelle Bachelet fue aplastante.
Pero el abstencionismo de 58 por ciento del electorado, cifra sin precedentes desde las primeras votaciones democráticas de 1990, es la primera señal de que la candidata del Partido Socialista de Chile enfrentará serios obstáculos para lograr los cambios profundos que prometió.
Pedro Pablo CortésCon el 62 por ciento de los votos ganados el domingo, en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Chile, la victoria de Michelle Bachelet fue aplastante.
Pero el abstencionismo de 58 por ciento del electorado, cifra sin precedentes desde las primeras votaciones democráticas de 1990, es la primera señal de que la candidata del Partido Socialista de Chile enfrentará serios obstáculos para lograr los cambios profundos que prometió.
“El principal desafío de Bachelet después de este triunfo apenas somnoliento será despertar a esos millones de personas, no para que se sumen a una gesta épica, que no la habrá, sino para que recuperen el sentido de comunidad”, escribió ayer el periodista Carlos Peña en el diario chileno El Mercurio.
Piedras en el camino
Cuando asuma el cargo el próximo 11 de marzo, la mandataria electa deberá lidiar con la creciente desigualdad del pueblo chileno y con la mirada vigilante de los estudiantes. Además, tendrá que superar, o al menos mantener, el crecimiento económico que ha logrado el presidente Sebastián Piñeira, del Partido de la Renovación Nacional.
Durante el mandato de Piñeira, el Producto Interno Bruto de Chile creció en promedio 5.5 por ciento cada año, y el desempleo se mantuvo en una tasa de alrededor de 5.7 por ciento, una de las más bajas del continente.
Las cifras de bonanza económica contrastan con las de la distribución del ingreso: el 5% de los más ricos de la población tienen 257 veces más ingresos que el 5% de los más pobres, señalan estadísticas de la Fundación Sol, organización no gubernamental que monitorea el desarrollo socioeconómico.
Muchos cambios y poco tiempo
Bachelet pretende crear una nueva Constitución, bajar los costos de la educación, cerrar la brecha de desigualdad y realizar una reforma fiscal que incremente los impuestos empresariales y disminuya los que pagan las clases medias.
Aunque terminó con 80 por ciento de aprobación en su gestión anterior, los críticos dudan que la expresidenta pueda cumplir todas sus promesas.