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Austeridad que divide

El Gobierno de izquierda de Grecia lanzó ayer un frenético esfuerzo para sacar adelante más medidas de austeridad en el Parlamento y cumplir las demandas de los acreedores europeos mientras enfrenta un creciente disgusto en el país.

Las medidas de austeridad, que incluyen subir los impuestos a todo, desde los condones hasta las carreras de caballos, fueron pactadas con líderes de la eurozona para evitar que la economía griega colapsara y pudiera recibir un tercer rescate por 85 mil millones de euros.

El Gobierno de izquierda de Grecia lanzó ayer un frenético esfuerzo para sacar adelante más medidas de austeridad en el Parlamento y cumplir las demandas de los acreedores europeos mientras enfrenta un creciente disgusto en el país.

Las medidas de austeridad, que incluyen subir los impuestos a todo, desde los condones hasta las carreras de caballos, fueron pactadas con líderes de la eurozona para evitar que la economía griega colapsara y pudiera recibir un tercer rescate por 85 mil millones de euros.

Esto significa que los griegos, de por sí castigados por la recesión, tendrán que pagar más por todo lo que compren a partir del fin de semana.

Los sindicatos y asociaciones comerciales que representan a empleados del gobierno, dueños de farmacias y otros han llamado a huelga o las han extendido para que coincida con la votación del miércoles en el Parlamento. Syriza, el partido de izquierda del primer ministro Alexis Tsipras, está en revuelta declarada. 

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Cuando asumieron sus posiciones los líderes de Syriza fueron vistos por los griegos como salvadores. En poco tiempo ese entusiasmo se desvaneció y se les tachó primero de inexpertos, luego de radicales y finalmente de traidores. Hoy por hoy la gente los considera “más de lo mismo”. 

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Las últimas cifras son contundentes. El viernes 22 de enero por la mañana más de cuarenta migrantes - 42 en el último recuento, incluyendo 17 niños - se ahogaron al borde de una isla griega. 

Las dos balsas que les transportaban se hundieron en medio de una tormenta. Venían de Turquía, donde los contrabandistas ajustan el precio del viaje a la medida de la altura de las olas.