Brexit, fase 2
Esta semana se realiza la última reunión del Consejo Europeo en el año, que será el banderazo de salida para la siguiente etapa de negociaciones en el proceso de separación y la futura relación del Reino Unido con los miembros del pacto europeo
Carlos SalazarTras haber cerrado un frágil primer acuerdo después de meses de negociaciones, Reino Unido y la Unión Europea se aprestan a entrar en la segunda fase de su proceso de divorcio.
Después de semanas de tensión y con la sensación de que las pláticas habían llegado a un punto muerto, finalmente las dos partes, tanto Theresa May, primera ministra británica y Jean-Claude Juncker, jefe negociador de la Comisión Europea, hicieron las concesiones necesarias para avanzar.
Ahora, podrían entrar en la discusión del rubro más delicado del proceso de separación: la futura relación del Reino Unido con los miembros del pacto europeo.
Theresa May ha pedido un periodo de transición de dos años desde que se concrete el Brexit en 2019, para evitar que se rompa toda la vinculación de forma inmediata -sobre todo la relación comercial-, y se puedan establecer directrices que convengan a ambas partes.
Si en esta primera etapa los avances fueron lentos y hasta el último minuto hubo diferencias que amenazaron con dinamitar los acuerdos, se espera que la siguiente fase sea aún más compleja.
Esta misma semana se realiza la última reunión del Consejo Europeo en el año, que será el banderazo de salida para la siguiente etapa y en donde se podría dar a conocer parte de los lineamientos que marcarán las negociaciones futuras.
Los acuerdos entre May y Juncker, anunciados la madrugada del pasado viernes aún tendrán que ser ratificados por los líderes de los 27 países miembros de la Unión Europea, y aunque en principio no parece que hagan modificaciones importantes, tienen la última palabra.
La negociación, que comenzó formalmente en junio, ha sido más compleja de lo que esperaban ambas partes, debido en primer lugar a lo alejado de las posturas al inicio y a las propias presiones a las que ha estado sometida Theresa May por parte de los parlamentarios británicos.
La primer gran diferencia estaba en la factura que la UE le pedía al Reino Unido por los compromisos adquiridos dentro de la organización a mediano y largo plazo. Mientras Bruselas exigía entre 60 y 100 mil millones de euros, Theresa May comenzó su oferta en 20 mil millones.
Finalmente el acuerdo se concretó por una cantidad de entre 40 y 45 mil millones, según ha informado el propio gobierno británico.
El único punto en que prevalecieron las coincidencias fue en el de los derechos de los ciudadanos europeos que viven en Reino Unido y de los británicos en la Unión Europea, que prácticamente se cerró sin sobresaltos.
En las últimas semanas, el principal obstáculo que impedía poner cierta conclusión a la primera etapa fue la situación de Irlanda del Norte, parte del Reino Unido y única frontera terrestre con la Unión Europea.
El gobierno británico mantuvo su postura de mantener una frontera invisible entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda (parte de la UE) a pesar de la resistencia de algunos países miembros que pedían una frontera física, aunque finalmente terminaron cediendo.
Acuerdo ‘suficiente’
Estos tres grandes rubros de la negociación aún no están completamente concluidos, ni son aún una garantía que permita transitar, pero el principio de acuerdo es un progreso ‘suficiente’, según las palabras de Juncker, lo cual permite avanzar hacia la siguiente etapa.
El negociador de la UE ha recomendado al Consejo Europeo que comience lo antes posible la segunda fase del proceso de divorcio, lo cual podría ser ratificado en la reunión que sostendrán el próximo 14 y 15 de diciembre, aunque también existe la posibilidad que algunos miembros consideren que la propuesta no es satisfactoria, un escenario que pondría nuevamente en punto muerto las negociaciones.
Si se cumplen las expectativas y el grupo de los 27 aprueba el acuerdo preliminar, el siguiente punto a discutir -y el más complejo de todo el proceso- es el futuro de las relaciones diplomáticas y comerciales entre Reino Unido y la Unión europea, así como el establecimiento de un mecanismo de transición.
Theresa May ya ha puesto fecha para la salida del Reino Unido, el 29 de marzo de 2019, y aunque en principio hay coincidencia entre las partes a establecer un periodo de transición posterior a esta fecha, existen diferencias entre las condiciones y los matices de este proceso que no será sencillo solventar.
El gobierno británico ha pedido de forma oficial un periodo de transición de al menos dos años después de que se concrete el Brexit, con una propuesta formal en donde deja en claro que ya no sería un Estado Miembro, pero pide continuar dentro del Mercado Único y la Unión Aduanera, dos pilares fundamentales para el comercio europeo.
En principio, la Unión Europea ve con buenos ojos esta propuesta, ya que permitiría un margen de tiempo suficiente para negociar el futuro marco regulatorio entre ambas partes, además de evitar el impacto comercial y financiero que significaría que se corten todos los lazos de forma abrupta.
Sin embargo, a cambio piden que durante este periodo el Reino Unido se comprometa a regirse bajo las leyes europeas, y que mantenga en esos dos años sus compromisos presupuestarios.
Para al sector más duro del Brexit, esta concesión significaría que durante este periodo, el Reino Unido sería de facto un miembro más de la UE pero sin voz ni voto.