Una semana después que el presidente Donald Trump ordenó reforzar la frontera con soldados de la Guardia Nacional, el gobernador de California, Jerry Brown, finalmente, accedió a desplegar 400 efectivos, pero aclaro que no todos irán a la frontera y ninguna aplicará leyes migratorias.
Trump busca que se desplieguen hasta 4 mil elementos en la frontera para combatir la inmigración ilegal y el tráfico de drogas, y los gobernadores republicanos de los estados de Arizona, Nuevo México y Texas ya se han comprometido a enviar aproximadamente mil 600.
La Casa Blanca elogió la decisión de Brown y no comentó sobre su anuncio de no participar en actividades de control de la inmigración.
En un memorándum publicado la semana pasada, el Pentágono indicó que ningún efectivo de la Guardia Nacional realizará actividades policiales ni interactuará con personas detenidas por el Departamento de Seguridad Nacional sin la aprobación del Pentágono.
La carta de Brown ofreció una postura más crítica a los objetivos de Trump en cuanto a las leyes de inmigración, en comparación con sus homólogos republicanos.
Brown indicó que los efectivos de California se unirán a un programa vigente para combatir el narcotráfico transnacional, el contrabando de armas de fuego y el tráfico de seres humanos. Unos 250 elementos de la Guardia Nacional del estado ya están participando, incluidos 55 en la frontera.
El nuevo contingente de elementos de la Guardia de California podría ser desplegado en la frontera, en la costa y en otros lugares de la entidad, señaló Brown.
El gobierno federal debe aceptar los términos antes de que los soldados sean desplegados.
California emplazó efectivos en la frontera bajo el mando de los expresidentes George W. Bush en 2006 y de Barack Obama en 2010.