Fuego, humo y balas luchan contra los ciudadanos venezolanos.
En 56 días de protestas, lo único que se ha logrado es una mayor hostilidad en las calles del país. Los muertos y la escasez aumentan, apartamentos y túneles se incendian, colectivos desnudan a estudiantes y los dirigentes políticos de la oposición continúan presos.
“Mientras más habla el régimen de un diálogo entre el Gobierno y la oposición, mayor es la ferocidad con que acosa, persigue y reprime a quien discrepe del pensamiento único que desde Miraflores se le quiere imponer a la fuerza y al margen de la Constitución a los ciudadanos”, aseguró ayer el escritor, Armando Durán, en El Nacional.
Así ha ido incrementando la violencia, que incluso cobró la vida de dos allegados al líder Leopoldo López que fueron baleados en el Parque Nacional El Ávila, fuera de las protestas.
Y al Gobierno “se le va difuminando día a día el aprecio que antaño le tenían en los barrios y pueblos del interior”, publicó El Nacional en su editorial del pasado 4 de abril
Esto como resultado de una serie de factores que han llevado a Venezuela por el camino de la amargura, sin importar el ideal político.
“La escasez, la inflación, la crisis (…), nos afectan a todos por igual”, afirmó a El País López, quien recibió acusaciones formales el sábado que podrían darle más de 13 años de cárcel.