Para los ciudadanos que viven en países sumergidos en la represión, Internet representa un oasis de libertades. Sin embargo, este acceso está condicionado al capricho de la autoridad central.
Según un estudio de la firma Renesys, entre menos proveedores de Internet tenga un país, mayor será el riesgo de desconexión.
En China, por ejemplo, a pesar de que sus ciudadanos tienen acceso a Internet, la realidad es que el gobierno tiene el poder de “esconder” y bloquear palabras clave –o sitios enteros– que representen una “amenaza” a sus intereses.
Así pasó recientemente cuando se bloqueó el acceso –desde territorio chino– al sitio de The New York Times. ¿La razón? El diario estadounidense había publicado un artículo de investigación sobre la corrupción en las altas esferas políticas del partido comunista.
En otros países, el nivel de censura puede llegar a ser total si el interruptor de “apagado” está peligrosamente en manos de los gobiernos.
Libaneses y egipcios saben de esto. En medio del agitado movimiento social de la Primavera Árabe, regímenes identificaron una verdadera amenaza en el libre tránsito de la información en línea y decidieron desconectar a sus ciudadanos.
El caso más reciente se dio en Siria, sumergida en una cruenta revolución de la que sabemos a cuenta gotas por lo peligroso que resulta enviar corresponsales a ese país. Facebook, Twitter y YouTube han servido a los rebeldes y desplazados para contar sus historias y señalar los abusos.
Pero, ¿qué riesgo corremos en otras regiones de vivir un apagón de ese tipo? De darse las circunstancias autoritarias en México, por ejemplo, existe un “bajo riesgo” de que esto suceda debido a que por lo menos contamos con “10 proveedores de servicio conectados internacionalmente, pero no más de 40”, esto según un mapa de Renesys que ubica los riesgos de desconexión.
La moraleja es clara: entre más competencia y más abiertas y accesibles sean las telecomunicaciones, menor el riesgo.