Cerrar brechas con igualdad en América Latina
Los gobiernos de América Latina enfrentan el desafío de acortar la desigualdad que viven las mujeres con las estrategias para la reactivación de las economías después de la pandemia
Mara EcheverríaAmérica Latina está inmersa en la emergencia sanitaria, mientras los gobiernos pelean para mitigar los impactos que esta tendrá en diversos frentes, uno de ellos, que amenaza con elevar los niveles de pobreza, y para frenarlo será importante poner a las mujeres al centro de las estrategias de recuperación. El COVID-19 podría ampliar las brechas de género existentes y revertir décadas de avances en términos de igualdad. Esto, a su vez, representa un desafío significativo para la erradicación de la pobreza extrema.
En 2018 el número de mujeres pobres en la región era de cinco millones, cifra que equivale a la población de Costa Rica. Esto es un indicador de que hay más mujeres pobres que hombres pobres y por ello una mayor necesidad de dar un impulso a la igualdad de género.
No obstante, los avances en la región en términos de igualdad de género ya han demostrado ser un impulsor clave para acortar la pobreza, que afecta de una forma desproporcionada a las mujeres.
La tasa de reducción de pobreza en la región está estancada desde 2014. En la década de 2000, se acortó en 1.4 puntos porcentuales la tasa de pobreza y durante la década del 2010 descendió a un promedio anual de 0.8 puntos porcentuales, de acuerdo con cifras del Banco Mundial.
El organismo destaca que América Latina avanzó de manera significativa hacia la igualdad de género. La paridad de género se alcanzó en términos de tasa de inscripción en la escuela primaria y la participación de la mujer en la fuerza laboral aumentó en las últimas dos décadas, comparado con un leve descenso en la tendencia mundial.
Sin embargo, aún existen desafíos que los países deben enfrentar y que la pandemia va a complicar, como la doble carga del empleo y el trabajo en el hogar. Las mujeres dedican, en promedio, tres horas más por día que los hombres al trabajo no remunerado y los cuidados en el hogar.
Además, la violencia de género es un problema grave en toda la región. De acuerdo con datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), una de cada cinco mujeres fue víctima de la violencia. Muchas de esas mujeres están ahora atrapadas en casa con sus maltratadores, intentando por todos los medios obtener servicios que sufren recortes y restricciones.
También se deben evitar los recortes del gasto en los servicios públicos tienen repercusiones directas sobre las mujeres y los niños, como la educación y la salud, los cuales, de acuerdo con la ONU, contribuyen a estabilizar los ingresos de los hogares y a acelerar la recuperación.
“Las estrategias tienen que tener un enfoque de intersecionalidad, es decir, tomar medidas diferenciadas tomando en cuenta las particularidades de las mujeres, sobre todo las que se encuentran en mayor riesgo y desigualdad”, declara la doctora Lourdes López, investigadora y docente de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad La Salle.
Fuerza laboral femenina por la igualdad
En el análisis “Para erradicar la pobreza hay que cerrar las brechas de género”, el Banco Mundial señala que para revertir el impacto negativo de la pandemia sobre la pobreza los esfuerzos de recuperación después del coronavirus deberán orientase a reducir las brechas de género.
Para lograr esta meta, los diferentes gobiernos en la región deben impulsar políticas públicas para permitir que las mujeres accedan a oportunidades económicas y una de las más relevantes será ingresarlas al mercado laboral formal.
“Tenemos que partir de las políticas públicas universales, pensar en aquellas que estén basadas y se guíen por los principios de los derechos humanos. Que consideren el principio de igualdad y no discriminación, que se conecta con este enfoque de la perspectiva de género con la igualdad diferenciada”, añade Lourdes López.
Las mujeres de la región enfrentan problemas para encontrar un empleo en el contexto actual, dado que las condiciones económicas en los países son más complicadas y enfrentan una mayor incertidumbre. En otro punto están las que pierden sus empleos remunerados, mientras aumenta el trabajo de cuidados no remunerado de forma exponencial debido al cierre de las escuelas y los mayores cuidados que requieren las personas mayores al ser un grupo de riesgo.
Valeria Esquivel, coordinadora de investigación en Género y Desarrollo en el Instituto de Investigación de las Naciones Unidas para el Desarrollo Social (UNRISD, por sus siglas en inglés), declara que la actual crisis afecta a las trabajadoras de manera desproporcionada, quienes están perdiendo sus empleos a una velocidad mayor que los hombres.
Otro de los riesgos, además de la situación laboral, es que el 60 por ciento de las mujeres se emplean en la informalidad, lo que las deja en una posición vulnerable respecto al acceso a servicios de salud en caso de enfermar de coronavirus.
Es por ello que los gobiernos deben establecer programas para permitir que las mujeres accedan a empleos remunerados dentro del sector formal, incluidos aquellos temporales que se han creado durante la emergencia sanitaria.
“Más mujeres que hombres trabajan en sectores que han sido perjudicados por las consecuencias económicas de la pandemia, como los sectores del turismo, la hostelería, la confección y las trabajadores domésticas. La gran mayoría de los trabajadores de la salud son mujeres, lo cual aumenta el riesgo de contraer el virus”, opina la especialista.