Alrededor de 600 migrantes centroamericanos, los que quedan de la caravana ‘Viacrusis Migrante’, cuyas actividades causaron tensión entre los gobiernos de México y Estados Unidos, comienzan a reunirse en Tijuana y a trazar un plan para cruzar la frontera norte de nuestro país al mismo tiempo, en un claro reto a la política migratoria de Donald Trump.
Como te informó Reporte Índigo, los miembros de la caravana que cruzaron territorio mexicano buscaban hacer visibles los peligros a los que se enfrentan quienes van en busca del ‘sueño americano’.
Cuando Donald Trump, presidente de EU, se enteró de su existencia, exigió que el gobierno de nuestro país los detuviera, a cambio de mantener el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
La tanda de declaraciones del magnate vino acompañada de una amenazada de militarizar la frontera, que llevó a legisladores mexicanos, a candidatos al Ejecutivo, y al mismo presidente Enrique Peña Nieto, a exigir al republicano que se condujera con respeto al pueblo de nuestro país.
A pesar de que autoridades estadounidenses han advertido que no dudarán en detener y a deportar a cualquiera que atraviese los límites entre México y Estados Unidos de manera ilegal, los migrantes tienen un propósito claro: pedir asilo en EU para escapar de la violencia que impera en sus países de origen.
De acuerdo con un reporte de la agencia de noticias Reuters, desde el martes los migrantes comenzaron a llegar en autobuses; en un principio, comenzaron a instalarse en un refugio, ubicado a cinco minutos a pie de la frontera, pero éste sobrepasó su capacidad de alojamiento.
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Activistas ahora se dedican a buscar lugar para que los cientos de centroamericanos se instalen; algunos optaron por mejor descansar en casas de campaña.
“El muro no se ve tan alto”, dijo Kimberly George, de 15 años, en una declaración recogida por Reuters, “Quiero cruzarlo”.
Al igual que Kimberly, varios de los migrantes visibilidad la situación en la frontera, a fin de prepararse para cuando llegue el día de cruzar.
La tensión aumenta.
Apenas el pasado 19 de abril, Reporte Índigo dio cuenta de una protesta realizada en los límites de Mexicali, Baja California, y Calexico; los quejosos eran migrantes que habían sido deportados recientemente por autoridades del país vecino.
La manifestación se salió de control y los migrantes llegaron a tocar suelo norteamericano; cerca se encontraba Kirstjen Nielsen, secretaria de Seguridad Interior de EU, quien no intervino y se limitó a marcharse en una camioneta.
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Ayer, la aliada de Donald Trump se reunió con el secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray.
La cancillería mexicana dio cuenta de que los funcionarios hablaron sobre la relación bilateral, y que Videgaray insistió en que la política migratoria mexicana se decide de manera soberana.
Un día antes, Donald Trump había vuelto a hablar de condicionar el TLCAN con cambios a la manera en la que México trata a los migrantes.
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Más tarde, en su propio comunicado, Nielsen declaró que “el departamento de Seguridad Nacional está vigilando el viaje de la llamada ‘caravana’ hacia nuestra frontera sur (…) Permítanme ser clara: aplicaremos las leyes de inmigración según lo establecido por el Congreso. Si ingresas ilegalmente a nuestro país, has infringido la Ley y serás remitido para tu enjuiciamiento.
Ante la actitud de la Casa Blanca, la organización Amnistía Internacional recordó al gobierno estadounidense que pedir asilo es un derecho para toda persona, el cual no debe ser ignorado: “Devolver a las personas que piden asilo a situaciones peligrosas sería una violación de las obligaciones legales nacionales e internacionales contraídas tanto por el gobierno de Estados Unidos como por el de México”.
Se tiene previsto que el ‘cruce masivo’ de migrantes (si llega a ocurrir) tenga lugar el próximo fin de semana.
Con información de Reuters***
