Color en tiempos de oscuridad

Los adjetivos “desértico” y “desolador” describen bien el panorama que impera en el campo de refugiados sirios de Zaatari, en Jordania.

Sin embargo, ni la crueldad de la guerra ni las condiciones precarias en las que miles de niños viven les ha impedido mantener un hilo de esperanza.

Pintan árboles, símbolos, aviones, helicópteros y objetos que representan de alguna manera lo que esperan sea su vida en unos años: un trabajo, una familia, una realidad muy distinta a la actual.

Jorge Mireles Jorge Mireles Publicado el
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100,000
personas han muerto en la guerra civil siria desde 2011
"Siria tendrá que enfrentar una generación de chicos que perdieron su infancia. Están llenos de odio”
Leila ZerrouguiRepresentante de la ONU para niños en conflictos armados
La pintora Samantha Robinson ha trabajado en otros lugares conflictivos como Irak, Camboya y Congo

Los adjetivos “desértico” y “desolador” describen bien el panorama que impera en el campo de refugiados sirios de Zaatari, en Jordania.

Sin embargo, ni la crueldad de la guerra ni las condiciones precarias en las que miles de niños viven les ha impedido mantener un hilo de esperanza.

Pintan árboles, símbolos, aviones, helicópteros y objetos que representan de alguna manera lo que esperan sea su vida en unos años: un trabajo, una familia, una realidad muy distinta a la actual.

De eso se ha encargado la artista estadounidense Samantha Robinson, quien en conjunto con la organización que ella misma fundó llamada AptART, hace esfuerzos por llevar un poco de color a la enorme masa de infantes que pasarán muchos de sus días entre piedras y el tedio de vivir como parias.

Naciones Unidas reportó dos desalentadores datos la semana pasada: la guerra civil que busca derrocar al presidente sirio Bashar al Assad ha cobrado la vida de al menos 100 mil personas, y que el impacto de este conflicto tendrá efectos aterradores en el futuro de niños y jóvenes.

Por ello Robinson, quien ya ha trabajado en otras situaciones de guerra como Camboya, Irak y la República Democrática del Congo con proyectos de arte, intenta llevar una alternativa al segundo campo de refugiados más grande del mundo, de acuerdo a la agencia de noticias The Associated Press.

“Siria tendrá que enfrentar una generación de chicos que perdieron su infancia. Están llenos de odio”, aseveró el jueves pasado Leila Zerrougui, representante de la ONU para niños en conflictos armados.

Pero no todo está perdido y la artista de 27 años originaria de Washington comenta: “Hay demasiados niños muriéndose de aburrimiento en Zaatari. Arrojan piedras porque no tienen nada más que hacer.

“Hay demasiadas tendencias violentas y energía negativa, así que si les traes arte y los encaminas a una actividad positiva, esto puede ayudar”.

Los niños de Zaatari pintan de todo como en una camioneta, que alguna vez fue una clínica pediátrica, ahora luce imágenes de doctores y niños acompañados de sus padres con tonos vivos y claros.

Otros trazan paisajes con los colores del arcoíris en lienzos que de ahora en adelante adornarán la vista jordana llena de arena.

“Soy feliz cuando estoy pintando. Lo que más me gusta dibujar son árboles, pájaros y flores. Yo quiero ser una maestra cuando crezca”, dijo Habeer, una niña de 12 años que vive actualmente en Zaatari.

Se calcula que unos 600 niños han participado en el programa de Samantha Robinson hasta el momento.

No obstante, falta mucho por cubrir en la vasta zona de exiliados sirios que se ha convertido en la quinta locación más poblada de Jordania.

El lado oscuro

La guerra civil en Siria ha sufrido grandes mutaciones desde que inicio en marzo de 2011 a la fecha.

Lo que comenzó como una insurrección contra las décadas de dominio del partido Baath en el gobierno, la dinastía Al Assad en el poder y la hegemonía de la minoría alauita musulmana, es ahora un conflicto sectario con múltiples objetivos.

Los grupos rebeldes, escasos y bien definidos al principio de la insurrección, se fueron diversificando a la par de que nuevos frentes con características más radicales se iban agregando a la lucha.

La incursión de extremistas islámicos, influenciados sobre todo por Al Qaeda, vino a complicar el curso de la batalla que desde hace ya varios meses alcanzó niveles de crisis humanitaria.

La semana pasada, un coche bomba mató a 10 personas e hirió a más de medio centenar en una zona residencial de Damasco.

Ni la misión de Naciones Unidas, ni los actores políticos que han intentado sentar a dialogar a la oposición y al régimen han logrado mitigar la violencia.

“No hay una solución militar en Siria. Solo hay una solución política, y eso requerirá un liderazgo con el fin de llevar a la gente a la mesa”, dijo el secretario de Estado norteamericano John Kerry.

No obstante, la falta de homogeneidad entre los bandos rebeldes hará que cualquier representante opositor no cuente con la suficiente legitimidad y por ende, no habrá un consenso.

Por otro lado, los grupos pro Bashar al Assad continúan con el respaldo de aliados internacionales como Rusia y Líbano, además de la injerencia del ala paramilitar chiíta Hezbolláh.

No se ve una conclusión cercana en el horizonte de esta guerra que ya es un hito fatal en la historia del mundo.

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