Para el Gobierno de Egipto la mejor forma de castigar a los rebeldes es matarlos.
Un juez sentenció ayer a muerte a 683 miembros del grupo la Hermandad Musulmana, que apoyaba al expresidente Mohamed Morsi, derrocado en 2013 por el actual gobierno, en un golpe de Estado.
Los hombres recibieron la condena por participar en una revuelta en la ciudad de Minya, donde murió un policía.
En un caso aparte, el mismo juez ordenó la horca para 37 de 529 hombres que también apoyan a la Hermandad Musulmana.
Los demás pasarán 25 años en prisión.
“El veredicto impactó a los parientes que esperaban fuera de la corte como un duro golpe”, escribió Orla Guerin, corresponsal de la BBC en Egipto.
“Muchas mujeres colapsaron en el suelo y tuvieron que ser trasladadas. Otros se agruparon juntos para acompañarse en su dolor, algunos con las fotos de sus seres queridos”, agregó.
Organismos defensores de los derechos humanos y gobiernos extranjeros, como Suecia, repudiaron la decisión judicial al señalar que merma toda la credibilidad del sistema democrático de Egipto.
Entre las críticas más severas destaca que ni siquiera dejaron que los acusados se defendieran.
“Los juicios son en sí una sentencia de muerte para la credibilidad y la independencia del sistema de justicia”, manifestó a The Guardian Mohammed Elmessiry, de Aministía Internacional.