Corea del Norte: Situación límite
A pesar de las amenazas de Donald Trump de responder con fuego y furia las provocaciones de Kim Jong-un, en la próxima sesión de emergencia del Consejo de Seguridad de la ONU se intentará agotar todas las vías diplomáticas y económicas para encontrar una salida al conflicto
Carlos SalazarLa amenaza que representan los ensayos balísticos de Corea del Norte será el tema central en la próxima sesión de emergencia del Consejo de Seguridad de la ONU, a celebrarse este jueves, y podría ser una de las últimas oportunidades de evitar una salida militar al conflicto.
Estados Unidos continúa presionando a los demás países -especialmente a China y Rusia- para que tomen acciones más fuertes en contra del régimen norcoreanos, pues las sanciones comerciales no han hecho mella en la voluntad del líder Kim Jong-un, quien continúa aumentando el desafío.
El pasado fin de semana, el Gobierno de Estados Unidos volvió a hablar de una respuesta armada. Esta vez fue Nikki Haley, representante de Estados Unidos en el Consejo, quien aseguró en una entrevista que si Corea del Norte no desiste en su actitud, será destruida.
“Si Corea del Norte mantiene su temeraria conducta, los Estados Unidos deberán defenderse y defender a sus aliados, Corea del Norte será destruida; es algo que ninguno de nosotros quiere, no queremos la guerra”, afirmó la embajadora en una entrevista en CNN.
Hasta el momento, las sanciones económicas que se han tomado en contra de Corea del Norte no han rendido los frutos esperados; tan solo en lo que va de septiembre, dos misiles han sobrevolado territorio japonés, lo que ha puesto en alerta al gobierno y a la población.
Pero sobre todo, la principal preocupación es el hecho de que Corea del Norte asegura haber desarrollado y probado el pasado 2 de septiembre una bomba de hidrógeno, con una gran capacidad destructiva y que podría ser montada en un misil balístico continental.
Con las últimas sanciones, en donde se limita de forma considerable el petróleo y el comercio, Estados Unidos y sus aliados confían en que la presión económica termine por estrangular el régimen, aunque podría no ser suficiente para evitar el objetivo último de Kim Jong-un, la disposición de un misil nuclear intercontinental.
La respuesta militar no es -aún- considerada como una opción real por parte del gobierno estadounidense.
A pesar de las amenazas de Trump de llevar el fuego y la furia a Corea del Norte, lo cierto es que desde Washington están intentando agotar todas las vías diplomáticas y económicas para encontrar una salida al conflicto.
Además de contar con el apoyo de los gobiernos de Japón y Corea del Sur para tratar la crisis norcoreana, en días recientes la Casa Blanca también logró el respaldo de China y Rusia, principales aliados de Corea del Norte y que podrían ser claves para disuadir la escalada de Kim Jong-un.
Mientras tanto, a la espera de la reunión del Consejo de Seguridad, la tensión sigue en aumento, y los mensajes enviados de una y otra parte lejos de tranquilizar se asemejan al preludio de un conflicto bélico.
Respuesta a las sanciones
Lejos de disuadir a Kim Jong-un de continuar con su programa nuclear, la última ronda de sanciones de la ONU en contra del régimen de Corea del Norte ha elevado el desafío del líder norcoreano, quien ahora amenaza con acelerarlo.
El mensaje de Pyongyang es directo: mientras Estados Unidos y sus aliados impongan más sanciones a Corea del Norte, más rápido seguirán con su programa de desarrollo nuclear.
Para el régimen norcoreano, las recientes sanciones representan “el acto de hostilidad más vicioso, antiético e inhumano para exterminar al pueblo de la República Popular Democrática de Corea, aislando a su sistema y gobierno”, según lo declarado por un portavoz del Ministerio del Exterior.
Tras el lanzamiento de su último misil el pasado sábado 16 de septiembre, la agencia oficial de Corea del Norte citó a Kim Jong-un, quien afirmó que el nuevo ensayo balístico responde a la necesidad de buscar un equilibrio de fuerzas con Estados Unidos.
“El objetivo final de Corea del Norte es establecer un equilibrio de fuerza real con Estados Unidos y hacer que sus gobernantes no se atrevan a hablar de opción militar”, habría dicho el líder norcoreano.
Algunos analistas internacionales consideran que el programa nuclear de Kim Jong-un es, ante todo, una maniobra defensiva, una estrategia disuasoria para evitar el derrocamiento del régimen, que desde hace años es visto con recelo. Cualquier intervención armada en Corea del Norte tendría una respuesta fulminante.
En la víspera de la reunión del Consejo de Seguridad, donde muy probablemente se decretará una nueva ronda de sanciones en contra de Corea del Norte, Kim Jong-un ha recalcado la necesidad de continuar consolidando su capacidad para una respuesta militar, en caso de que ese país sea atacado.
Los misiles que han sido probados por el ejército norcoreano tienen la capacidad de alcanzar no solo las principales ciudades de Japón y Corea del Sur, sino incluso la isla de Guam, territorio estadounidense y una importante base de avanzada militar para Estados Unidos en el Pacífico.
Ensayos de guerra
Esta semana comenzó también con maniobras militares conjuntas por parte de Estados Unidos y Corea del Sur, cerca de la frontera con Corea del Norte.
Fuentes oficiales del Ministerio de Defensa surcoreano informaron que los ejercicios, en los que participaron cuatro cazas y dos bombarderos estadounidenses y cuatro cazas surcoreanos, fueron una respuesta rutinaria al último ensayo balístico de Corea del Norte.
Como parte de las maniobras, los aviones dejaron caer bombas inertes en un paraje de pruebas militares en la costa este de Corea del Sur para después regresar a sus bases.