Mientras el pueblo argentino se pregunta cómo murió el fiscal Alberto Nisman, la presidenta Cristina Fernández ha ignorado el caso que la tiene en tela de juicio.
Además de un mensaje publicado en Facebook, Fernández de Kirchner no se ha pronunciado sobre la acusación del fiscal Gerardo Pollicita.
Pollicita solicitó el pasado viernes al juez Daniel Rafecas que impute a Fernández y al canciller Héctor Timerman por encubrir a supuestos terroristas iraníes.
La misma causa que ahora acusa Pollicita había sido denunciada por Nisman cuatro días antes de su sospechosa muerte, hace casi un mes.
“¿Saben qué? El odio, el agravio, la infamia, la calumnia se los dejamos a ellos”, escribió la presidenta en su cuenta oficial de Facebook después de la acusación. Sus palabras eran una parte de un discurso suyo pronunciado el 11 de febrero.
Y hasta ahí llegó su respuesta. Su Gobierno también se ha encargado de restarle importancia.
Mientras tanto, la viuda de Néstor Kirchner continúa con su agenda.
“Yo no tengo más que felicidad y agradecimiento”, dijo ayer la mandataria mientras inauguraba obras públicas en El Calafate.
Su alegría, que se debía al nuevo anfiteatro de la localidad, contrasta con el estado de ánimo del país sudamericano, que desde el pasado 18 de enero exige respuestas
