‘Cristina o nada’
Un gran número de argentinos vivieron una “noche de furia” después de que salieron a las calles en las últimas horas del jueves pasado.
La razón: externar su descontento con el actual gobierno de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Miles de personas se congregaron en las calles de la capital de Argentina y en varias ciudades del país, así como en las sedes diplomáticas nacionales en el extranjero.
Se estima que ésta es una de las mayores movilizaciones antigubernamentales en más de una década.
Indigo StaffUn gran número de argentinos vivieron una “noche de furia” después de que salieron a las calles en las últimas horas del jueves pasado.
La razón: externar su descontento con el actual gobierno de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Miles de personas se congregaron en las calles de la capital de Argentina y en varias ciudades del país, así como en las sedes diplomáticas nacionales en el extranjero.
Se estima que ésta es una de las mayores movilizaciones antigubernamentales en más de una década.
Pero la jornada de marchas del jueves son solo una muestra del gran descontento que se vive en la República Argentina debido a las políticas que ha practicado el kirchnerismo.
Los marchantes rechazaron la inflación, los niveles de delincuencia, corrupción y principalmente el que se diera a conocer las intenciones de un tercer mandato de Cristina Fernández.
Los partidos políticos afines a Cristina informaron que pueden hacerse cambios en la constitución para permitir un tercer mandato presidencial.
En conocido popularmente como “cacerolazo”, los inconformes hicieron resonar cacerolas y lanzaron consignas como: “Basta de argentinos muertos por la inseguridad, basta de corrupción e impunidad, no a la reforma de la constitución”.
“Vine a a protestar por todo lo que no me gusta de este gobierno, y no me gusta nada. Por empezar su prepotencia y sus mentiras”, dijo Marta Morosini, mujer jubilada de 74 años.
El mundo vio como decenas cientos de argentinos alzaban la voz para externar su inconformidad, en los consulados y embajadas que iban desde Chile hasta Australia.
En Roma, unos 50 inconformes, todos expatriados argentinos, efectuaron una protesta ruidosa afuera del consulado en la Via Veneto. “¡Cristina, que se vaya!”, era uno de los lemas que gritaban los manifestantes.
La consultora Management & Fit difundió una encuesta realizada en septiembre a 2 mil 259 personas en todo el país en la que 60.6 por ciento desaprobó la gestión presidencial, mientras que 30.6 por ciento la aprobó y 8.8 por ciento no contestó.
La delincuencia era el punto de mayor preocupación para muchos de los detractores de la presidenta.
Mucha gente no ahorra en los bancos tras de que el gobierno congeló las cuentas y devaluó la moneda en 2002.
Un aspecto que cala es que la mayoría de los delitos no son resueltos y aumenta el número de víctimas fatales.
La inflación también causa disgusto pero el gobierno difunde índices que la establecen en 10 por ciento anual o en una tercera parte de los cálculos de los economistas del sector privado, lo cual causa las críticas de diversos sectores.
Las movilizaciones encierran un profundo simbolismo para los argentinos, que tienen muy fresco el recuerdo de la crisis económica de hace una década en el país.
Los “cacerolazos” y el lema “¡qué se vayan todos!” se volvió el grito de guerra para muchos argentinos que obligaron la salida de gobernantes en los momentos más críticos de su país.
En una Argentina casi ingobernable, Néstor Kirchner, esposo de Cristina ya fallecido, asumió la presidencia en 2003 con gran aceptación al final de su mandato.
Los simpatizantes de la presidenta dieron la réplica a los detractores de su gobierno, desacreditándolos al referirse a ellos como “una élite de ricos engañados por la prensa que representa a los intereses económicos más poderosos del país”.
Ya muy lejos parece ese 54 por ciento de votos que obtuvo Fernández de Kirchner en su reelección ante la marea de muestras de descontento de la oposición.
(Con información de AP)