Cuando la agresión sexual se convierte en costumbre
Estoy furiosa contra una sociedad que me ha educado sin enseñarme nunca a golpear a un hombre si me abre las piernas a la fuerza, mientras que esa misma sociedad me ha inculcado la idea de que la violación es un crimen horrible del que no debería reponerme”.
La frase es de Virginie Despentes, escritora y feminista francesa, y es lo que podrían estar pensando las mujeres egipcias que paden a diario agresiones sexuales de todo tipo y, por la fecha de hoy, aquellas que lo han sufrido a finales de la semana pasada y a comienzos de la presente.
Sandra de Miguel Sanz
Estoy furiosa contra una sociedad que me ha educado sin enseñarme nunca a golpear a un hombre si me abre las piernas a la fuerza, mientras que esa misma sociedad me ha inculcado la idea de que la violación es un crimen horrible del que no debería reponerme”.
La frase es de Virginie Despentes, escritora y feminista francesa, y es lo que podrían estar pensando las mujeres egipcias que paden a diario agresiones sexuales de todo tipo y, por la fecha de hoy, aquellas que lo han sufrido a finales de la semana pasada y a comienzos de la presente.
Y esto porque el sábado pasado, 18 de agosto, finalizó el mes del Ramadán y, con él, la obligación del ayuno para los musulmanes desde el alba hasta la puesta del sol.
A modo de clausura se celebra una fiesta, el Eid al-Fitr, que abarca los 3 primeros días del Shawwal, esto es, los que siguen al fin del Ramadán.
En esa fiesta, durante los últimos años, el acoso sexual a las mujeres se ha convertido en lo que algunos no han dudado en calificar como epidemia. Hasta el punto de que, lamentablemente, a muchos egipcios y egipcias ya no sorprende, lo cual no es raro teniendo en cuenta que una de las cifras que se baraja es que en torno al 80 por ciento de las mujeres de este país sufre acoso en alguna de sus variantes.
El Centro Egipcio para los Derechos de la Mujer, en un informe de 2008, expuso un dato escalofriante: dos tercios de las mujeres sufren acoso sexual al día. La película “Cairo 678” (2010), basada en la historia real de tres mujeres de diferentes clases sociales que deciden buscar justicia, refleja esa triste realidad.
Realidad que se recrudece con la festividad del Eid al-Fitr hasta el grado de que uno de los miembros de Imprint Movement, una organización que moviliza a voluntarios para evitar los asaltos sexuales, Mahmoud Abdel Fattah, la definió como la “estación del acoso”.
De la misma forma que algunos analistas observan que los asaltos han aumentado en los últimos tiempos en paralelo al conservadurismo, las violaciones que se producen durante la festividad del fin del Ramadán podrían explicarse por la represión y la contención del mes anterior.
Algo que, de cualquier manera, no lo justifica. Como puede leerse ya en muchas manifestaciones de carácter feminista, “vivimos en una sociedad que enseña a las mujeres a cuidarse de no ser violadas en vez de enseñar a los hombres a no violar”.
La tendencia de las agresiones sexuales en Egipto es que la mayoría se ejecuta de forma organizada –casi siempre son grupos de hombres los que se acercan a una sola mujer– y sistemática –no se trata en absoluto de casos aislados.
Además, debido al alto grado de impunidad de los verdugos, los asaltos se producen en los lugares más concurridos: cines, parques públicos o la Plaza Tahir y aledaños.
La novedad este año es que, según informó el periódico Al-Masry Al-Youm, la policía detuvo a 32 hombres por haber ultrajado a mujeres.
Este hecho, unido a las voces que se alzan pidiendo que este problema se tome en cuenta y que se aumenten las penas a los abusadores, pareciera, al menos, anunciar un cambio de tendencia.
Los antecedentes
Algunos medios dicen que durante la Revolución (25 de enero al 11 de febrero de 2011) bajaron los índices de acoso.
Sin embargo, en las manifestaciones que vinieron en el periodo posterior, los abusos volvieron a generalizarse.
El 9 de marzo de 2011, en una marcha que conmemoraba el Día de la Mujer, se produjo una nueva aberración: 18 mujeres fueron detenidas por los militares, golpeadas, humilladas y torturadas con descargas eléctricas.
Y la cosa no quedó ahí: bajo la amenaza de ser acusadas de prostitución, se les sometió a “exámenes de virginidad”, un eufemismo para vejarlas y un instrumento para estigmatizarlas, según reportó la periodista Olga Rodríguez.
Posteriormente, en el mes de junio de este año, los asaltos volvieron a aumentar.
El día 8, varias mujeres estaban precisamente protestando contra las agresiones sexuales producidas en la Plaza Tahir cuando fueron atacadas. Aunque iban acompañadas de grupos de hombres dispuestos a protegerlas, estos no pudieron impedirlo y se acabaron produciendo enfrentamientos.
Salma Nahuqesh, miembro de Nazra, una asociación de estudios feministas, explicó que “los casos de asaltos sexuales se han incrementado recientemente y no se puede hablar de simple acoso” ya que “los asaltos son sistemáticos y bien organizados” además de, cada vez, más violentos.
Aunque no faltó quien mencionó que, a pesar de ello, el colectivo no tenía pruebas de violaciones, tal y como muchos lo entienden habitualmente, esto es, como penetración forzada con el órgano sexual masculino, es importante tener en cuenta, como declaró en una entrevista el colectivo Autonomes Frauen Lesben Referat de la Universidad de Colonia, Alemania, que “el sexo no consensuado siempre es violencia sexualizada (violación)” y que sexo no es sólo penetración con el aparato genital del hombre.
Esto es importante porque con frecuencia el hecho de que muchas prácticas no se tipifiquen como violaciones minimiza un padecimiento de muchas mujeres que no es menor que en el caso específico de la penetración forzada con el miembro.
Nazra planteó además que uno de los móviles de los ataques organizados podría ser el “asustar a las mujeres, expulsarlas de la esfera pública y castigarlas por su participación”.
Además –o precisamente por ello– sigue predominando el discurso de que aquellas mujeres que padecieron algún tipo de agresión fue porque se lo buscaron. Incluso una diputada de la Hermandad Musulmana declaró en esa línea.
Las acciones
Sin embargo, este año, la sociedad civil, a falta de respuestas estatales, decidió tomar medidas.
El diario Al-Masry Al-Youm habilitó un formulario de denuncias para hacer públicos los casos. La ONG Harrasmap, por su parte, creó un mapa online en constante actualización que indica cuales son las zonas más peligrosas.
Y, por último, ha surgido un movimiento, Imprint Movement, que organizó a varios grupos de voluntarios para que vigilasen en estaciones de metro y parques con el fin de disuadir agresores. A pesar de ello, muchos ataques no pudieron impedirse.