Datos que confunden
Olga Riquelme y su familia viven en una casucha miserable, igual a la de sus vecinos, y son una mancha negra en medio de exclusivos barrios, con torres altas de cristal, incluida la más alta de América Latina, pero no quieren moverse del campamento Juan Pablo II porque trabajan para los ricos del sector.
Alejandro García
Olga Riquelme y su familia viven en una casucha miserable, igual a la de sus vecinos, y son una mancha negra en medio de exclusivos barrios, con torres altas de cristal, incluida la más alta de América Latina, pero no quieren moverse del campamento Juan Pablo II porque trabajan para los ricos del sector.
En su pequeña casa de paneles de madera se cuela el polvo durante el verano y el viento frío del invierno austral. No posee agua potable ni alcantarillado, sólo la energía eléctrica proporcionada por la rica municipalidad de Lo Barnechea, localidad donde está enclavado su barrio marginal compuesto de unas 60 casuchas.
Riquelme, de 47 años, y su esposo, Pedro Sanhueza, de 49, trabajan en el aledaño y acomodado barrio de Las Condes: ella asea un departamento 3 veces por semana y él construye torres lujosas.
Juntos reúnen unos 715 dólares con los que pagan su comida, vestuario y transporte y el de sus hijos, Valentina, de 16, y Felipe, de 11.
La pobreza: la definición y la práctica
El gobierno no los considera lo suficientemente pobres porque los cuatro reciben, en promedio, más de 147 dólares al mes, tope que marca la línea de la pobreza y que supone el doble de los 74 dólares que hacen que una persona sea considerada indigente o de extrema pobreza.
Riquelme y su familia ejemplifican uno de los graves problemas de Chile: las estadísticas consideran sus ingresos y los subsidios que reciben para definir si un grupo familiar es pobre, sin considerar elementos vitales como una buena educación, acceso a salud y vivienda digna mientras que las condiciones del país que perpetúan la pobreza, y que incluyen un regresivo sistema tributario y una pobre redistribución del ingreso, siguen intocables.
Los pobres siguen siendo casi poco más de 1.5 millones de personas pese a que la economía sigue expandiéndose a paso firme.
Durante los últimos 2 años se han creado unos 700 mil empleos, aunque muy precarios, pese a la crisis que ha sumido en la debacle a muchas naciones del mundo.
Así que acabar con la pobreza en Chile todavía es un sueño lejano.
Cifras engañosas
El presidente Piñera anunció la presentación de una reforma tributaria esta semana, muy pequeña según la oposición de centroizquierda, cuya recaudación se destinará a financiar una reforma educativa, exigida por miles de estudiantes en masivas marchas ocurridas este y el año pasado.
En días pasados, el mandatario también anunció, feliz, que los indigentes en este país sudamericano disminuyeron de 3.7 a 2.8 por ciento, y que la pobreza cayó levemente, de 15.1 a 14.4 por ciento.
También dijo que la brecha entre los ingresos autónomos, que no consideran las ayudas estatales, entre el 10 por ciento más rico y el 10 por ciento más pobre, cayó de 46.2 a 35.6 veces.
En la práctica esto significa que si el ingreso mensual de una familia pobre es de 100 dólares, el de una familia rica es de 3 mil 560 dólares.
Estos resultados “nos motivan aún más, pero no nos hacen caer los brazos”, dijo. “Es una muy buena noticia y esperamos que así estemos sentando las bases para que un futuro gobierno pueda terminar con la pobreza”.
Pero economistas y expertos consultados por The Associated Press dijeron que las cifras no son de fiar y que el gobierno, al presentarlas, no ofreció el margen de error de la encuesta en la que se basan.
Así, dijeron, incluso la disminución de la inequidad puede resultar mínima en términos estadísticos.
La realidad
Actualmente, Chile ocupa el primer lugar con la peor redistribución de los ingresos y el tercero en pobreza entre los países desarrollados, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, a la que pertenecen los países desarrollados más Chile y México.
Lo que nadie discute es que en los últimos años ha habido un aumento sostenido en los subsidios a las familias más vulnerables, lo que les habría ayudado a mejorar su capacidad de compra y les ha permitido superar la pobreza extrema para ubicarlas en el rellano de la pobreza a secas.
En el gobierno existía temor de que los resultados mostraran un aumento notable de la pobreza, dada la subida en el precio de los alimentos, y los coletazos del terremoto de 27 de febrero de 2010, apenas dos semanas antes de que Piñera asumiera el poder, y que dejaron daños por 30 mil millones de dólares.
“La verdad es que detrás de estos porcentajes hay miles de personas y una de las fuentes de mayor alegría es que de las 620 mil personas que estaban en la pobreza extrema hay 148 mil, una de cada cuatro, que pudieron salir”, dijo el ministro de Desarrollo Social, Joaquín Lavín.
Según Piñera, la baja obedece a que las familias más pobres aumentaron su ocupación y empleo en un 10 por ciento. “Es el más bajo de nuestra historia, desde que se mide la encuesta, pero tenemos que seguir trabajando”, dijo.
El gobierno creó unos 700 mil empleos durante los últimos dos años, y la mayoría fueron ocupados por mujeres sin preparación, dijo a la AP la Subsecretaria de Desarrollo Social, Soledad Arellano.
Pero el economista Marco Kremerman, de la Fundación Sol que se especializa en desigualdad, destacó que el 85 por ciento de esos empleos son de servicio doméstico, de tipo familiar y no remunerado, por cuenta propia o tercerizado, lo que los hace muy precarios.
Desigualdad: ¿aumento o disminución?
El economista Gonzalo Durán, de la misma Fundación, dijo a la AP que la comparación realizada por el gobierno “no es apropiada porque el 2009, (cuando se hizo la medición para 2006 a 2009) fue un año de recesión económica mientras el 2010 y el 2011 se produjo un crecimiento acelerado, cercano al 6 por ciento, por lo que era esperable que la desigualdad disminuyera”.
“Lo correcto es comparar dos años de crecimiento, como el 2006 con el 2011, y allí se observa que la desigualdad aumentó cerca de un 14 por ciento”, agregó.
David Bravo, director del Centro de Microdatos de la Universidad de Chile y Sergio Urzúa, investigador del conservador Centro de Estudios Públicos y académico de la Universidad de Maryland y Doctor en Economía de la Universidad de Chicago, recordaron durante un encuentro de economistas organizado por el diario El Mercurio que en 2009 la desigualdad entre los más pobres y los más ricos fue excepcionalmente alta porque la medición se realizó en medio de la peor crisis desde los años 30.
Agregaron que mientras en 2011 la desigualdad fue de 35.6 veces, en 2006 bordeó las 31 veces, por lo que la tendencia revela una mala distribución de la riqueza que se mantiene.
“Yo no prepararía un carro para ir a celebrar a la plaza Italia”, donde se festejan los escasos triunfos deportivos chilenos, dijo Bravo.
Algo similar sucede con la medición de la pobreza. Mientras la última medición, de 2011, la ubicó en un 14.4 por ciento, en 2006 fue de un 13.7 por ciento.
Las claves
Políticos y economistas seguirán discutiendo por largo tiempo, pues aún deben revelarse muchos datos recogidos por la encuesta, mientras Olga Riquelme y su esposo continuarán esforzándose por ahorrar los 2 mil 500 dólares que necesitan para postular a una vivienda social en la misma comuna rica de Lo Barnechea.
En tres años han reunido cerca de un tercio. Con lo que tienen hasta ahora podrían optar a una casita en una comuna distante, pero se alejarían demasiado de sus trabajos, y en Chile el transporte público es caro y sube a menudo.
Según Durán, en el problema influye el sistema tributario y la inexistencia de negociación colectiva sectorial, que fue eliminada por la dictadura militar del general Augusto Pinochet.
“El sistema de empresas en los últimos 10 años ha aumentado sus utilidades en cerca de un 40 por ciento, mientras los trabajadores que negocian colectivamente, no logran más de un 1 por ciento real”, dijo a la AP.
La desigualdad alcanza a todos los planos. Los hijos de los más pobres asisten a colegios gratuitos, cuya mala calidad en la enseñanza les dificulta el ingreso a la universidad y, si entran, es difícil que se mantengan.
Bernardo Larraín Matte, ingeniero de 43 años y presidente de la mayor generadora de electricidad chilena, Colbún, y miembro de una de las cinco familias más ricas de Chile, sabe que esforzarse estudiando no es suficiente para lograr la movilidad social.
“Estoy consciente de que soy una persona privilegiada, las oportunidades que tuve por haber nacido en la familia que nací, por la formación que tuve, por el colegio donde estuve, por la universidad, por los posgrados que hice. No hay duda de que hay una parte de privilegios que no todos tienen”, dijo entrevistado por el programa de reportajes Informe Especial, de la televisión estatal.
El presidente Sebastián Piñera reiteró a fines de julio que al término de su mandato, en marzo de 2014, en Chile no habrá extrema pobreza o habrá disminuido a menos de un punto porcentual.
Fuente: AP.