Los actos de Hugo Chávez son extremadamente elaborados, en escenarios grandes, con equipos de producción y el desplazamiento de partidarios.
Los de su rival, Henrique Capriles, son comparativamente pequeños, en escenarios más diminutos –a veces el remolque de un camión– y sin la difusión que tienen las presentaciones del presidente.
Chávez mira sonriente a los venezolanos desde carteles publicitarios desplegados por todo el país y la televisión difunde no solo sus avisos sino también sus maratónicos monólogos.
Estos son transmitidos obligatoriamente por cadenas de radio y televisión y que con frecuencia terminan siendo verdaderos actos de campaña.
Si bien ninguna de las campañas ha revelado cuánto gasta, está claro que Chávez goza de una gran ventaja para financiar sus actos proselitistas.
Capriles dijo que la puja por la presidencia es un combate entre “David y Goliat”.
“Estamos peleando contra dos chequeras”, dijo a AP Rafael Guzmán, encargado nacional de finanzas de la campaña de Capriles, aludiendo a dineros provenientes del petróleo y del Banco Central.
Por su parte el jefe nacional del Comando Venezuela, a cargo de la campaña opositora, Armando Briquet, declaró a la AP que mientras que Capriles recauda fondos con actos proselitistas y donaciones, “Chávez está haciendo campaña con dineros públicos”.
El gobierno niega estar usando fondos o la infraestructura del Estado y asegura que unicamente utiliza donaciones de sus partidarios.
Si Chávez tiene alguna ventaja, “es una ventaja moral, una ventaja ética”, sostuvo el jefe del comando electoral oficialista, Jorge Rodríguez, durante una rueda de prensa en julio.
El vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela, PSUV, Diosdado Cabello, aseguró que Capriles recibe financiamiento de banqueros venezolanos prófugos de la justicia, algunos acusados de violar el férreo control cambiario establecido por Chávez o desviar depósitos al extranjero.
La gente de Capriles desmintió esa acusación.
No hay forma de distinguir entre los enormes gastos que hace Chávez como presidente y los dineros que desembolsa como candidato a la reelección por el PSUV.
Tierra sin ley
A diferencia de otros países de la región, Venezuela no cuenta con una ley de financiamiento público para las elecciones ni con un tope máximo.
En teoría, la financiación de las campañas debe provenir del sector privado.
La ley electoral venezolana prohíbe donaciones, aportes o subsidios de organismos o entes públicos, de compañías extranjeras o con casa matriz en el exterior, empresas concesionarias o de servicios públicos, apoyos anónimos y de cualquier organismo que reciba dineros del extranjero.
Capriles, un abogado de 40 años, es el candidato único de la oposición aglutinada en la Mesa de Unidad Democrática (MUD) y el rival más serio que ha enfrentado Chávez en más de una década.
Aunque hasta la primera semana de agosto la mayoría de las encuestas pronosticaban un triunfo del presidente, varios analistas otorgan a Capriles posibilidades reales de victoria.
El líder opositor realiza agotadoras giras por ciudades y pueblos del interior, así como concentraciones en Caracas.
Judith Beltrán, una de muchas mujeres que un fin de semana desafiaron una fuerte lluvia para asistir a una de las ferias en favor de Capriles, mientras sostenía una bolsa llena de ropa, dijo a la AP que “vine porque están vendiendo barato todo y también para colaborar con Capriles”.
La mercadería donada y expuesta bajo simples carpas de lona incluía desde ropa usada, comida, zapatos y cremas de cuerpo nuevas.
La actividad se realizó en Petare, una de las mayores favelas de América Latina, con medio millón de habitantes, donde una semana antes Chávez congregó a miles de partidarios.
Se observaron decenas de autobuses que trasladaron partidarios y funcionarios de gobierno.
Los actos de Capriles son mucho más modestos, sus escenarios son simples tarimas de madera y se basan en el “contacto directo” con la gente, según Briquet.
“Por el otro lado tenemos al candidato del pendón (cartel), porque está en todos los postes. Hay postes de luz que no tienen luz, (pero) ahí está el pendón de Chávez”, acotó.
Vicente Díaz, uno de los cinco miembros del CNE y el único que no vota regularmente a favor de Chávez, declaró a AP que en Venezuela, “la competencia de un candidato es contra el Estado”.
Chávez, de 58 años, y que desde hace 14 meses combate un cáncer no especificado en la zona pélvica, goza de una enorme popularidad apoyada en las múltiples ayudas que entrega su gobierno.
Entre los nuevos programas sociales que ha anunciado en los últimos meses se encuentra uno consistente en la entrega de viviendas.
En sus frecuentes apariciones públicas por radio y televisión, Chávez opta por no nombrar a su rival, al que llama “majunche” (poca cosa), “apátrida”, “representante de la burguesía” e “hipócrita”, entre otros adjetivos.
Los encargados de finanzas de cada comando deben entregar a comienzos de mes una relación detallada de los montos recaudados y de dónde provinieron, pero la revisión del CNE se produce sólo al final de la campaña, cuando incluso pueden hacer auditorías a la contabilidad.
“En Venezuela no existen los topes máximos de campaña sino que se regula la cantidad de tiempo usada en los medios de comunicación”, dijo el rector del CNE Díaz.
Diariamente los candidatos presidenciales pueden pagar tres minutos de propaganda en televisión, otros en radio y un espacio en periódicos.
Empero, Chávez tiene derecho a otros 10 minutos gratis al día en televisión para difundir su gestión.
A ello se suman varias horas a la semana en las que Chávez captura la atención en radio y televisión con sus monólogos a través de cadenas públicas.
Rodríguez, el jefe de la campaña de Chávez, negó el miércoles que el presidente disponga de más tiempo en la televisión, como afirma la oposición.
Consultado sobre si la de Venezuela es una elección justa, Díaz respondió que “no es equitativa, pero la voluntad popular se respeta y quien tenga los votos va a ganar”.
(Con información de AP)