Si con PRISM fueron acusados de colaborar con Estados Unidos para espiar a los ciudadanos, un nuevo programa de espionaje deja a Yahoo y Google como las más recientes víctimas del fenómeno.
The Washington Post informó ayer que EU irrumpió en secreto en los principales enlaces de comunicaciones que conectan los centros de datos de Yahoo y Google en todo el mundo, según documentos obtenidos del exempleado de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés), Edward Snowden.
Según un reporte secreto con fecha del 9 de enero de 2013, la NSA envía millones de registros a diario desde las redes internas de estas compañías a centros de datos en sus oficinas en Maryland.
En los últimos 30 días, los recolectores habían procesado y enviado más de 180 millones de nuevos registros, que indican desde quién y cuándo envió o recibió correos, hasta contenidos como texto, audio y video.
La principal herramienta de la NSA para aprovechar los enlaces de datos de Google y Yahoo es un proyecto llamado MUSCULAR, que funciona conjuntamente con la agencia británica GCHQ y es diferente a PRISM, el programa que se reveló en junio pasado.
Ante esto, las compañías tecnológicas se mostraron indignadas y preocupadas por la violación a su seguridad. (Con información de AP y Notimex)
El que nada debe…
El Vaticano no está preocupado por el supuesto espionaje de Estados Unidos a sus líneas telefónicas y a Jorge Mario Bergoglio.
“Sobre las presuntas interceptaciones respondo que no tenemos conocimiento alguno de este tema y, en todo caso, no tenemos alguna preocupación al respecto”, dijo ayer a la prensa Federico Lombardi, el portavoz papal.
Con esas palabras respondió a un artículo publicado en el más reciente número del semanario italiano Panorama, según el cual la NSA espió las conversaciones telefónicas en Ciudad del Vaticano.
El periodo del espionaje habría tenido lugar entre el 10 de diciembre de 2012 hasta el 8 de enero de 2013, aunque precisó “que se sospecha” que el espionaje continuó tras conocerse el anuncio de la renuncia de Benedicto XVI, el 11 de febrero.