De mafiosos a políticos filántropos
El dinero sucio en ocasiones termina costeando canchas de fútbol, alumbrados públicos o beneficiando a la población más empobrecida.
Dichas ganancias provienen del narco, de la extorsión y de las apuestas ilegales, con asesinatos y torturas de por medio.
Son los capos del narco que dividen su tiempo entre ser los criminales más buscados por las autoridades y ser benefactores de una sociedad olvidada por el gobierno.
Este es el caso de los hermanos Baloch, Uzair y Zaffar, quienes han hecho de Karachi, Pakistán, su lugar de operación, su reino y su escondite.
Jorge Mireles
El dinero sucio en ocasiones termina costeando canchas de fútbol, alumbrados públicos o beneficiando a la población más empobrecida.
Dichas ganancias provienen del narco, de la extorsión y de las apuestas ilegales, con asesinatos y torturas de por medio.
Son los capos del narco que dividen su tiempo entre ser los criminales más buscados por las autoridades y ser benefactores de una sociedad olvidada por el gobierno.
Este es el caso de los hermanos Baloch, Uzair y Zaffar, quienes han hecho de Karachi, Pakistán, su lugar de operación, su reino y su escondite.
Pero como si driblar a las autoridades no fuera suficiente, estos personajes aspiran, por deseo o por ambición, a puestos políticos.
El perfil “Pablo Escobar”
No sería la primera vez que un capo de la droga no se conforma con el poder que las armas y el dinero le brindan.
El poder político parece ser ese objeto del deseo al que algunos criminales aspiran tener, mientras caminan entre las fronteras de la impunidad y la legalidad.
Pablo Escobar, el mítico narcotraficante colombiano, líder fundador del poderoso Cártel de Medellín, es uno de los casos más reconocidos.
Apodado “el Zar de la cocaína” o “el Patrón”, acumuló una enorme fortuna especulada en 25 mil millones de dólares a base del tráfico de drogas, especialmente el de la coca.
Escobar construyó canchas de fútbol, casas para los pobres y se volvió el financiador de las causas populares.
Apelando a una vocación social, buscó ser diputado hasta ser representante de la Cámara del Congreso de Colombia por el departamento de Antioquia.
Sin embargo, ni sus beneficios a la sociedad ni su fugaz carrera política pudieron compensar el daño hecho por su red de sicarios y sus tácticas de terrorismo que azotaron a Colombia mientras fue uno de los narcotraficantes colombianos más prolíficos.
A Escobar se le atribuye orquestar los asesinatos de policías, enemigos, civiles inocentes y políticos.
Odiado y amado, son los principales sentimientos que se le tenía al capo de Antioquia, mismos adjetivos que podrían tener los hermanos Baloch.
Según el documental “The Vice Guide to Karachi”, tanto Uzair como Zaffar son elevados a la figura de “santos patrones” de Lyari, una de las dieciocho ciudades de la provincia de Karachi.
Los hermanos Baloch han hecho una fortuna a través del tráfico de drogas, secuestros, extorsión a los comerciantes de la ciudad y ajustes de cuentas.
Sin embargo, según narra Suroosh Alvi en el documental, ambos criminales proveen a la ciudad con los servicios básicos que el gobierno no puede dar.
Y, al igual como lo hizo Pablo Escobar, Uzair pelea por un escaño en las próximas elecciones legislativas de Pakistán.
De narco a político
Hay una pregunta que plantearse, ¿cómo un criminal con ordenes de aprehensión, puede llegar a pelear un puesto gubernamental?
Los hermanos Baloch se han hecho camino al poder político mediante diferentes tácticas.
Uzair y Zaffar lideran el Comité Popular de Aman (CPA), grupo político de ultra izquierda.
El CPA fue fundado por el líder criminal Rehman Dakait en 2008 hasta que en 2011 fue declarado ilegal por una ley anti terrorista.
Los Baloch tomaron el poder del CPA y se mantuvieron operando de facto en Karachi a pesar de los constantes intentos de desarticular el grupo.
El CPA ha sido la plataforma con la que Uzair se ha proyectado en el poder gubernamental.
La inclusión de los Baloch en la política y el enorme control que este dúo delictivo ejerce en Karachi ha preocupado hasta al presidente de Pakistán, Asif Ali Zardari.
Zardari, viudo de la ex primer ministra Benazir Bhutto, inició una operación para capturar a Uzair y Zaffar.
3 mil oficiales se desplegaron entre abril y mayo de este año hacia Karachi para capturar a los hermanos, con un saldo de decenas de civiles muertos, heridos, familias desplazadas, cinco oficiales abatidos y ningún capo capturado.
Según Chaydhry Aslam, figura policiaca pakistaní encargada de cazar delincuentes de la talla de los Baloch, afirmó que las tácticas usadas por los hermanos hacen casi imposible atraparlo.
Lyari, principal bastión de los Baloch, es una fortificación a la cual la policía no ha podido entrar ante la enorme resistencia que oponen los simpatizantes de los hermanos, y donde ellos mismos se encuentran residiendo.
Y es que éstos han aprovechado el vacío de poder y el descuido gubernamental que impera en Karachi.
Salvo la operación fallida ordenada por el presidente Zardari, la provincia situada al sur del país sufre el olvido de un gobierno central más preocupado por la insurrección talibán en el norte.
Una región con 18 millones de habitantes y apenas 30 mil efectivos policiales, con grandes problemas de pobreza y marginación encontró en líderes delictivos una figura en quien confiar.
Desde su mansión de cuatro plantas, Uzair Baloch no teme las 63 órdenes de aprehensión giradas en su contra desde 2009.
A Baloch lo cubren una red de alianzas políticas que le dan confianza para ganar las próximas elecciones legislativas de Pakistán en 2013.
Entre sus amistades están el Partido Awami Tehreek, cuyo presidente Ayaz Latif Palijo dijo que “Uzair Baloch y el PAC han salvado a Lyari”.
Y para hacer más fuerte su poder político, Uzair creo el grupo “Amigos de Lyari”, aliándose con la Liga Pakistaní Musulmana de Nawas, rival político del partido del presidente Zardari.
El camino se va trazando en favor de los hermanos Baloch, especialmente para Uzair.
Pablo Escobar llegó al Congreso nacional a través del Partido Liberal Colombiano aplicando la llamada ley de “plata o plomo”, cuyo significado era aceptar sobornos o recibir balas.
Así ha emulado con o sin intención Uzair al difunto líder del Cártel de Medellín, quien, según el documental de Karachi, tiene comprada a gran parte de la policía y amenazados a muchos de los comerciantes y pobladores.
Muhammad Rafique, el representante de Lyari en la Asamblea Provincial por el PPP resumió el caso de los hermanos Baloch y sus ambiciones políticas: “si los criminales han tomado la política, ¿cómo podrán sobrevivir los caballeros?”
Solo el tiempo dirá qué destino le espera a estos capos: una vida de impunidad, un puesto en el gobierno o terminar abatidos en el suelo, tal como Escobar vivió sus últimos momentos.