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Déjà vu latino

Cuatro décadas después la historia parece repetirse, pero esta vez en un continente diferente. 
Los expresidentes de Egipto y Chile, Mohamed Morsi y Salvador Allende respectivamente, a pesar de no compartir ideales, religiones ni nacionalidades, fueron recibidos con la democracia y expulsados del poder por derrocamiento militar. 

Los enfrentamientos que actualmente sacuden la paz de Egipto han separado al país en lo que parecen ser dos naciones que se odian. 

Los enfrentamientos que actualmente sacuden la paz de Egipto han separado al país en lo que parecen ser dos naciones que se odian
Cuatro décadas después la historia parece repetirse, pero esta vez en un continente diferente. 
Los expresidentes de Egipto y Chile, Mohamed Morsi y Salvador Allende respectivamente, a pesar de no compartir ideales, religiones ni nacionalidades, fueron recibidos con la democracia y expulsados del poder por derrocamiento militar. 
Los enfrentamientos que actualmente sacuden la paz de Egipto han separado al país en lo que parecen ser dos naciones que se odian. 
Hay una parte nacionalista, a favor de los militares, que desprecia a los islamistas del país y otro que está formado por la Hermandad Musulmana, frustrada por la expulsión de su presidente por los militares y los miles de muertos que yacen en las calles. 
Según la revista TIME existía el resentimiento antes de que Mohamed Morsi ganara la presidencia en 2012 pero su gobierno caótico y divisionista empeoró la situación. 
Este sentimiento de pérdida democrática es un factor que ha generado en muchos países, sobre todo del Tercer Mundo, que se generen golpes de estado o rebeliones sociales. 
Así fue el caso de Chile y el ahora problema egipcio, que como dice el analista económico y geopolítico Germán Gorraiz, están unidos por un “caprichoso y cíclico devenir de la historia, que puede hacer que dos presidentes separados en el tiempo y la distancia por 40 años y dos océanos, queden hermanados”.
Ten al enemigo muy cerca
En ambos casos un descuido de los mandatarios con aquellos miembros del gobierno cercanos, los llevó a rescindir de la presidencia. 
Augusto Pinochet, quien era considerado un militar leal al gobierno socialista y jefe del Ejército, confesó a la periodista María Eugenia Oyarzún, que el golpe lo preparaba en secreto desde un año antes, argumentado que  “no cabía el error (…) teníamos que librar a la patria del caos de Allende y del cáncer marxista”.
Mientras que Abdul Fatah al-Sisi, quien ahora considera postularse para la presidencia de Egipto, es Comandante General de las Fuerzas Armadas y Ministro de Defensa del recién derrocado gobierno.
Pero ese descuido puede no haber sido el único, pues ambos mandatarios lograron una polarización de la sociedad en sus respectivos países que los terminó crucificando.
El escritor y columnista Pedro Caviedes asegura que el pueblo egipcio pedía a Morsi inclusión, una ley civil por fuera de la religión, pedía igualdad de derechos y oportunidades, educación, libertad de expresión, menos corrupción, un gobierno que ejecutara políticas económicas sólidas y efectivas que acabaran con la alta inflación, el desempleo y los bajos salarios, y justicia.
Y lo que éste les ofreció fue “el cambio de una dictadura por otra quizá mucho peor, ya que, como tantos gobiernos de los últimos tiempos, se escudan en las elecciones, mientras lentamente perforan el anhelo de libertad y progreso del pueblo que los elige”, agregó.
Mientras que en el Chile de hace 40 años, el presidente socialista buscaba satisfacer la necesidad de los pobres, que sólo representaban un tercio de la población, lo que aunado a la nacionalización del cobre y la reforma agraria crearon un ambiente hostil en el que la prensa, financiada por la CIA, izó su bandera opuesta a las intenciones del régimen. 
¿Divide y vencerás?
La técnica de mantener sólo a una parte de la población satisfecha terminó por destituir a los dos gobiernos que a su término dejaron un numeroso saldo de víctimas y muertos. 
La política de Estado de Pinochet que se instauró para detener, torturar, asesinar o exiliar a los involucrados en el gobierno anterior y, las manifestaciones y reprendas del Ejercito egipcio que, desde que se derrocó a Morsi han elevado las cifras de víctimas por terrorismo de estado son los dos escenarios que generaron los golpes.
Lo que muchos se preguntan es si esto puede ser un patrón que se está forjando en las naciones inconformes con el gobierno de su país y si las rebeliones son finalmente la solución a los ideales impuestos de una minoría.
Lo cierto es que, como dijo el filósofo político brasilero, Carlos Nelson Coutinho, “ni el socialismo ni el islamismo fueron posibles en democracia y sólo serán posibles en su ausencia”.
La hostilidad en Egipto
La plaza Tahrir, también llamada Plaza de la Liberación, es un símbolo clave para los ciudadanos de Egipto, pues fue núcleo de la revuelta del dictador Hosni Mubarak, símbolo regional de la victoria de los oprimidos y donde se reunieron los partidarios de los militares para celebrar con banderas, fuegos artificiales y canciones patrióticas el derrocamiento de Mohamed Morsi.
Uno de los manifestantes afirma que la plaza “le pertenece a todos los egipcios  y nadie puede prohibir demostrarlo en ella, sin importar cuáles sean los sacrificios” 
Las manifestaciones que han dejado más de 50 muertos y centenas de heridos, pretenden repetirse el día de hoy en la misma sede.
“Nuestro objetivo es volver a Tahrir para que la revolución tome nuevamente la plaza”, dijo Diaa El-Sawy, el portavoz de la juventud contra el Golpe de Estado.
EU recorta ayuda
Estados Unidos recortó el miércoles cientos de millones de dólares a la ayuda que provee a Egipto, su aliado en Medio Oriente, en respuesta al derrocamiento del presidente Mohamed Morsi.
Washington proporciona mil 500 millones de dólares a Egipto cada año. 
En El Cairo, el portavoz militar Ahmed Mohamed Alí se negó a hacer comentarios al respecto. 
El vecino Israel también ha manifestado su preocupación. Los israelíes consideran la ayuda estadounidense a Egipto un importante apoyo al acuerdo de paz entre éste e Israel.
El país norteamericano seguirá entregando asistencia en salud y educación, así como dinero para ayudar a Egipto a asegurar sus fronteras, luchar contra el terrorismo y garantizar la seguridad en el Sinaí. (AP)
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