Democracia de ricos

"De the land of the free a the land of the rich". 

Los estadounidenses llevan tatuado el lema "land of the free" (la tierra de los libres) con el orgullo que sienten de pertenecer al país con la democracia ejemplar.

Están equivocados. Esta es la conclusión de un estudio reciente realizado por los profesores Martin Gilens y Benjamin I Page, de las universidades de Princeton y Northwestern respectivamente. 

1%
De la población de EU, la más rica, ocasionó el 95 por ciento del
crecimiento de los ingresos entre 2009 y 2012
https://www.youtube.com/watch?v=76aQQR2VXZM

“De the land of the free a the land of the rich”. 

Los estadounidenses llevan tatuado el lema “land of the free” (la tierra de los libres) con el orgullo que sienten de pertenecer al país con la democracia ejemplar.

Están equivocados. Esta es la conclusión de un estudio reciente realizado por los profesores Martin Gilens y Benjamin I Page, de las universidades de Princeton y Northwestern respectivamente. 

“Nuestro análisis sugiere que la mayoría del público en Estados Unidos (EU) tiene muy poca influencia en las políticas que adopta el Gobierno”, escriben los autores. 

En realidad, son las preferencias de los ricos las que tienen más impacto en las decisiones de la Casa Blanca. 

Tras estudiar alrededor de 1800 políticas aplicadas en el país, Gilens y Page llegaron a la conclusión que 45 por ciento de aquellas iniciativas apoyadas por los ricos se convertían en ley. Mientras que solo 18 por ciento tenían la posibilidad de hacerlo si esta élite se oponía.

Esto, según el periodista y comentarista estadounidense, Bill Moyers, está estrechamente relacionado con algo más que la gratitud de los políticos que trabajan directamente por impactar las finanzas de aquellos que les dan dinero, a expensas de la clase media. 

Y la realidad emerge con la ficción.  En la segunda temporada de la popular serie política de Netflix, House of Cards, se proyecta este escenario. 

La influencia de los ricos en la política no es un secreto, muchos financian las campañas de los políticos y entablan amistades con ellos. Así mismo sucede en House of Cards con el multimillonario Raymond Tusk. 

Este lleva una estrecha relación con el presidente Garret Walker, que luego se convierte en la enemistad que conducen a Tusk a patrocinar campañas publicitarias en contra del Partido Demócrata, al que pertenece Walker. Eventualmente, esos roces entre ambos ocasionan los escándalos que obligan al presidente a renunciar.

El resto de la historia es mejor sintonizarlo, pero lo cierto es que estos hechos ficticios, aunque un poco extremos, puede tener mucho de cierto. 

En la investigación, Gilens y Page, aseguran que los ricos tienen un gran poder de veto por lo que si están en contra de algo, es poco probable que suceda. 

“Cuando la mayoría de los ciudadanos discrepa con las élites económicas y/o con intereses organizados, normalmente pierden. Es más… incluso cuando la mayoría bastante amplia apoya el cambio de política, generalmente no lo obtienen”, publican los profesores en sus conclusiones. 

“El ciudadano promedio no presta atención a la política e ignoran la política pública; ¿por qué debemos preocuparnos si sus preferencias mal informadas no influyen en la formulación de políticas? Tal vez las élites económicas y los líderes de grupos de interés gozan de más experticia que el ciudadano común. Tal vez sepan más sobre las políticas que pueden beneficiarlos a todos y tal vez, buscan el bien común, en lugar sus objetivos egoístas, cuando deciden qué políticas apoyar…pero lo dudamos”, agregan. 

Nadie dijo oligarquía

BBC News tituló su nota “EU es una oligarquía, no una democracia” y The New Yorker se encargó de responderle y aclarar la situación. 

“Gilens y Page no usan el término ‘oligarquía’ al describir sus conclusiones, lo que implicaría que una pequeña clase domina el sistema político al excluir a todos los demás. Ellos prefieren utilizar la frase ‘dominación de la élite económica’, que es un poco menos desfavorable”, publicó la revista el pasado 18 de abril. 

Sin embargo, el medio inglés considera que no hay diferencia alguna y Estados Unidos es dominado por la élite rica y poderosa. 

Al final, la revista concluye que “el debate debe ser sobre qué tan lejos ha llegado este proceso (de los ricos dominando a Washington) y si se debe o no referir al país como una oligarquía, o como otra cosa”. 

Pero, ¿importa realmente el término que se le dé? ¿Qué tan grave es que se ignore la voluntad de la mayoría?

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