La preocupación en la zona europea por la injerencia de la propaganda rusa en sus asuntos políticos internos continúa latente, y con el antecedente de la presunta intromisión de Rusia en procesos electorales las alertas están encendidas.
Esta semana el Parlamento Europeo debatirá los efectos desestabilizadores de la propaganda rusa en la Unión Europea, sin perder de vista que este año habrá elecciones cruciales para el continente en Italia y en Hungría.
Sumado a esto, el Ministerio de Defensa del gobierno español publica un informe en donde responsabiliza a Rusia de aprovechar la crisis política en Cataluña para desestabilizar y debilitar a un país miembro de la OTAN.
Esta inquietud en el continente europeo no es nueva. Ya en los últimos años ha habido presuntas evidencias de los esfuerzos de Moscú por influir en la vida política de países como Alemania, Francia y Holanda, que tuvieron elecciones el año pasado, principalmente a través de la propagación de noticias falsas.
En el Reino Unido, los intentos de las agencias rusas de inteligencia de interferir por medio de herramientas cibernéticas en procesos electorales, como la campaña del referéndum del Brexit, llevó al Parlamento británico a abrir un comité especial de investigación.
Pero además del presumible uso de hackers rusos y la utilización de herramientas cibernéticas para la difusión de noticias falsas y propaganda con fines políticos, los gobiernos europeos también detectaron otros mecanismos como el robo de datos informáticos, ciberataques y financiamiento de movimientos políticos afines a los intereses del Kremlin.
Aunque el mayor escándalo de la posible injerencia de Rusia en procesos electorales son los presuntos vínculos del equipo de Donald Trump con miembros de la inteligencia rusa (lo que incluso generó una investigación del FBI y otras por parte del Congreso), es en Europa en donde más se ha sentido el largo brazo de Moscú.
La UE responde
Si bien los países miembros de la Unión Europea han impulsado iniciativas para tratar de contrarrestar la intervención de Rusia en sus procesos democráticos internos, se ha tratado hasta ahora de esfuerzos individuales.
En Francia, por ejemplo, el presidente Emmanuel Macron emprendió una ofensiva contra la propagación de las noticias falsas anunciando una ley que penaliza esta acción, y el Reino Unido creó comisiones especiales para investigar las presuntas infiltraciones.
Durante el año pasado, ante una posible acción por parte de los ciberatacantes rusos, el recuento de votos en países que celebraron elecciones, como Alemania, Francia u Holanda, se realizó de forma manual.
Sin embargo, la sesión parlamentaria de este miércoles 17 en Estrasburgo podría ser el primer paso para la implementación de políticas integrales respaldadas por todos los miembros para combatir la amenaza rusa.
Aunque no se contempla que se emita una resolución, los impulsores confían en sentar un precedente.
La postura de los parlamentarios europeos no es uniforme. Si bien los grupos popular, socialista y liberal, que son mayoría en la Cámara, se pronuncian abiertamente en contra de la injerencia rusa, hay otras fuerzas como la Izquierda Unitaria europea o de la ultraderecha como Europa de las Naciones que desestiman la versión de la presunta intervención.
El principal temor de la comunidad europea son las elecciones generales en Italia a principios de marzo, con los partidos Liga del Norte y Movimiento 5 Estrellas deslizando la idea de dejar la zona euro en caso de obtener la mayoría necesaria, lo que causaría un severo impacto en la UE que ya enfrenta el Brexit.
La Unión Europea cuenta con una unidad contra la desinformación cuya sede está en Bruselas, y este año tiene un presupuesto de 1.1 millones de euros para combatir la propaganda exterior; en los últimos años algunos miembros han pedido incrementar este presupuesto que a la luz de la amenaza parece insuficiente.Los gobiernos europeos han detectado el robo de datos informáticos, ciberataques y financiamiento de movimientos políticos afines a los intereses del Kremlin.
Sospecha confirmada
La sombra de la sospecha sobre la intervención de Rusia en la crisis política independentista de Cataluña ha sido una constante, y si bien el Estado español ha documentado evidencias de que la intromisión se produce desde territorio ruso no había señalado directamente al gobierno de ese país, hasta hoy.
Un informe presentado la semana pasada por el Instituto Español de Estudios Estratégicos del Ministerio de Defensa español concluye que el gobierno encabezado por Vladimir Putin está detrás de la injerencia y la campaña de desinformación alrededor del proceso independentista.
El objetivo de estas acciones por parte de Rusia, señala el estudio, sería fomentar la polarización en Cataluña para debilitar a un Estado miembro de la OTAN, y advierte que este fenómeno puede repetirse en otros países europeos.
En el documento también se concluye que si bien Moscú no tiene un interés específico en España ya que queda muy lejos de su zona de influencia, sí está aprovechando las tensiones en la región para fortalecerse.
“El hecho de que Rusia esté mirando hacia Europa, las tensiones acumuladas entre sus vecinos y su no desdeñable capacidad para crear zonas grises o para tomar parte en guerras híbridas son todos ellos factores que determinarán la permanencia de un rol relevante para Moscú”, detalla el informe.