Los ciudadanos de diferentes países utilizaron la desobediencia como protesta

Desobediencia civil en las calles del mundo

Los latinoamericanos tomaron las calles, realizaron pintas y brincaron torniquetes en las protestas de 2019. Estas prácticas pierden legitimidad cuando son violentas, pero también cambian sociedades

Desde Hong Kong hasta México, las personas que realizaron protestas este año tenían algo en común: marcharon, bloquearon calles principales, brincaron torniquetes, rompieron cristales, hicieron paros laborales y convocaron a la desobediencia de las leyes de sus gobiernos.

Estas prácticas paralizan ciudades y provocan desabastos de productos básicos, pero en muchas ocasiones cumplen con su objetivo: las demandas de los manifestantes son escuchadas por los gobiernos y logran cambios sociales.

Julián Rebón, doctor en ciencias sociales con especialidad en los vínculos entre conflicto y cambio social, explica que los ciudadanos de diferentes países utilizaron estos métodos de protesta en 2019 porque las vías institucionales no funcionan.

“Las movilizaciones en Hong Kong y otros países del mundo se encuentran en un proceso de desobediencia civil, esto dice mucho de que los sistemas políticos no están siendo capaces de canalizar las demandas de la ciudadanía”, comenta el profesor de la Universidad de Buenos Aires y académico del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) de Argentina.

El especialista detalla que estas herramientas de protesta se pueden clasificar dentro de lo que se denomina acción directa y desobediencia civil. El profesor explica que la acción directa puede tener varias definiciones y una de ellas es presencia e involucramiento directo de las personas en las protestas, es decir, la no delegación de su voz a representantes.

El profesor agrega que la acción directa también se define como actividades que no están reguladas o habilitadas por el Estado como las marchas o huelgas en algunos contextos.

“La movilización o la huelga en determinados contextos sociales son una forma de lucha tolerada por el Estado, pero en otras circunstancias es proscrita. En las situaciones actuales se entra en el terreno de la proscripción porque cuando se movilizan lo que hace el Estado es imponer el toque de queda o entregar a los militares la seguridad y la represión por eso estas acciones entran en el terreno de la acción directa”.

Por otra parte, el profesor define la desobediencia civil como las acciones que rompen con la relación de obediencia al Estado y que se legitiman en fundamentos morales y políticos, por ejemplo, son actividades que pueden incumplir la ley como la quema de una bandera en el caso mexicano, pero que tienen detrás un objetivo particular como mostrar la indignación por las reformas económicas de un gobierno.

“Las personas desobedecen porque creen que hay otra legitimidad que se contrapone a la del Estado. También se puede contraponer a la legalidad en función de otros valores porque puede ser que el Estado esté abusando de esa legalidad como vemos en los actos de represión”.

El profesor detalla que así es cómo comenzó la ola de protestas este año en Chile. Los estudiantes se organizaron para saltar los torniquetes del metro y viajar sin pagar como una forma de desobediencia civil. Su intención era protestar en contra del aumento de las tarifas en el medio de transporte público.

La desobediencia civil también fue una estrategia que utilizaron los manifestantes en Ecuador. Las personas salieron a las calles liderados por los indígenas y bloquearon el centro de Quito en protesta contra las nuevas medidas económicas del presidente Lenín Moreno, entre ellas la eliminación de los subsidios a los combustibles.

Estas prácticas también se materializaron en México en diferentes ocasiones cuando los colectivos feministas realizaron pintas o rompieron cristales en el Metrobús de Ciudad de México para manifestarse en contra de la violencia de género institucional.

El especialista detalla que la acción directa y desobediencia civil estuvieron vinculadas en su origen con el anarquismo, pero en la actualidad las reproducen distintos grupos sociales para que sus demandas sean escuchadas.

“Siempre estuvieron vinculadas al anarquismo, pero en realidad las practican distintos grupos sociales en distintas circunstancias. No deben ser restringidas a una cuestión ideológica. Es una forma de presentar demandas en las calles”.

¿Por qué hay desobediencia?

Rebón comenta que lo que tienen en común las protestas de 2019 es que se dan en países con sistemas de gobierno y partidos incapaces de canalizar las demandas de la ciudadanía.

“Encontramos cada vez sociedades más complejas en las cuales las instituciones tradicionales han perdido parte de la relevancia para pensar esas demandas, en particular los partidos políticos. Muchos de los malestares, incluso de la oposición política, se expresan en la lucha en las calles”.

No obstante, el especialista puntualiza que en cada nación las personas acuden a estas herramientas de protesta por diferentes razones, por ejemplo, las personas en Chile cuestionan el modelo neoliberal, pero también la existencia de un gobierno dictatorial con niveles altos de represión.

Las represiones violentas en este país sudamericano provocaron 3 mil 449 heridos, según datos hasta el 6 de diciembre del Instituto Nacional de Derechos Humanos chileno. El especialista añade que cuando se dan niveles tan altos de represión lo que se genera es violencia en las protestas.

“Lo que se genera son formas violentas de desobediencia civil: quemas, saqueos y enfrentamientos con la policía”.

Los actos violentos posicionan un problema o demanda en la discusión pública, pero pocas veces son percibidos como una forma legítima de protestar.

“Salvo en circunstancias en las que la represión por parte del Estado sea muy violenta, la violencia en las protestas no tiene legitimidad pública…. Hay una gran posibilidad de estigmatizar la causa y desarrollan condiciones mucho más favorables para su represión”.

¿Funciona?

La gran pregunta ante este tipo de protesta es si sus protagonistas logran sus objetivos como frenar reformas o cambiar políticas. El especialista considera que no hay una respuesta general.

“No se trata de una receta que siempre va a funcionar. Lo importante para que funcionen es que las demandas logren legitimidad moral y social ante parte significativa de la opinión pública, es decir, logren construir solidaridad afectiva de parte de otros y no entren en el terreno de una represión creciente”.

Las personas que acudieron a la acción directa y la desobediencia civil lograron triunfos este año. En Ecuador se detuvo el aumento de tarifas y en Chile hubo una reforma constitucional.

Es una forma de plantear demandas y si logran o no su objetivo depende de las protestas, pero también de otras formas de lucha social como la parlamentaria y la judicial
Julián RebónEspecialista en los vínculos entre conflicto y cambio social

El especialista añade que la democracia y los estados de bienestar son en parte resultado de la movilización, la acción directa y la desobediencia civil.

“En esta América Latina con disputas sobre distintos modelos de desarrollo y distintos modos de enfrentar las desigualdades, la acción directa y la desobediencia civil son herramientas que deben ser integradas en un conjunto que construye y cambia la sociedad”.

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