No hay peor ciego que el que no quiere ver, aunque en el caso de la crisis en Egipto aplicaría la frase “no hay peor sordo que el que no quiere escuchar”.
Con una oposición protestando en las calles desde hace siete días, el presidente Mohamed Morsi se niega a sentarse a negociar con sus detractores.
En su lugar, pretende mantener su propio programa denominado “Diálogo Nacional”, compuesto principalmente por sus aliados de la Hermandad Musulmana y el grupo ultraortodoxo conocido como salafistas.
A pesar de las negativas, el líder de la oposición liberal, Mohamed ElBaradei, llamó a un diálogo nacional con el gobierno dominado por islamistas, con todas las facciones políticas y con las Fuerzas Armadas.
ElBaradei, ganador del premio Nobel de la Paz en 2005, busca frenar la violencia política desatada en todo el país que ha dejado hasta ayer un saldo de más de 60 muertos.
La petición del líder opositor sucede un día después de las declaraciones del jefe del ejército egipcio y ministro de la Defensa, Abdel-Fattah el-Sissi.
El militar dijo que “la continuación del conflicto entre las diversas fuerzas políticas y sus diferencias sobre cómo debe ser gobernado el país pudieran llevar al colapso el Estado y amenazan a generaciones futuras”.
Ayer, dos manifestantes murieron al ser alcanzados por municiones durante choques con la policía cerca de la Plaza Tahrir, en El Cairo, dijo un funcionario de seguridad, que habló a condición de guardar el anonimato porque no está autorizado a declarar a la prensa.
Hasta ahora, el partido opositor Frente de Salvación Nacional, dirigido por ElBaradei, y el gobierno del presidente Mohamed Morsi han estado en fuerte desacuerdo.
Las protestas iniciaron el viernes pasado con el aniversario del comienzo de la Revolución Egipcia, movimiento que logró derrocar al pasado dictador Hosni Mubarak, en El Cairo.
Desde entonces, las insurrecciones se han extendido a otras partes del país, especialmente en la ciudad de Puerto Saíd, donde se encuentra el importante canal de Suez, que prácticamente se ha declarado en contra del mandatario.
En respuesta, Morsi declaró un estado de emergencia de 30 días y toque de queda en dicha ciudad costera y en Suez e Ismailiya, otras dos provincias cercanas.
No obstante, en un acto de desobediencia civil, cada noche desde que se puso en marcha el estado de excepción, miles de residentes egipcios se han concentrado en marchas para mostrar su descontento por el actual gobierno islamista.
‘Frenar la violencia es prioridad’
ElBaradei, a través de su cuenta de Twitter, pidió que se reunieran los distintos órganos del gobierno, partidos afines a Morsi y el Frente de Salvación Nacional opositor “con el fin de tomar pasos urgentes para frenar la violencia e inciar el diálogo”.
Dijo que frenar la violencia es la prioridad, pero reiteró las condiciones previas del frente para un diálogo: que el presidente forme un gobierno de unidad nacional y una comisión para enmendar las cláusulas contenciosas de la Constitución respaldada por los islamistas.
No hubo una respuesta inmediata del gobierno ni de la Hermandad Musulmana al llamado de ElBaradei.
Factor ‘Bloque Negro’
Un ingrediente se agregó al coctel peligroso en el que se han convertido las movilizaciones en contra de Mohamed Morsi.
Un grupo de jóvenes que se hace llamar el “Bloque Negro”, aparecieron enmascarados el 25 de enero y se presentaron como defensores de la oposición, dispuestos a utilizar la fuerza contra islamistas y policía que han reprimido de manera cruenta las manifestaciones.
Los jóvenes con rostros ocultos tras máscaras negras han irrumpido entre los manifestantes que se enfrentan a pedradas con las fuerzas policiales los últimos días, en una ola de violencia política que ha sacudido al país.
En El Cairo, jóvenes enmascarados celebraron alrededor de un vehículo policial incendiado en medio de la plaza Tahrir.
El surgimiento de el “Bloque Negro” ha causado preocupación entre algunos integrantes de la oposición, quienes temen que el grupo pueda causar una respuesta islamista más violenta o que puedan ser movimientos infiltrados para corromper las manifestaciones.
Los islamistas que apoyan al presidente dicen que el bloque es una milicia y lo usan para retratar a los detractores del gobierno como una fuerza agresiva que arruina a la nación.
Además, algunos partidarios de la Hermandad han amenazado con formar conjuntos de vigilantes como respuesta, creando el potencial para una espiral de violencia entre “milicias” rivales.
El “Bloque Negro” se presenta similar a los grupos anarquistas del mismo nombre en Europa y Estados Unidos que han participado en manifestaciones contra la globalización y otras movilizaciones en el pasado.
En Egipto, la clandestinidad del grupo y su autoproclamada estructura dispersa dificultan determinar su alcance real.
Se comunica principalmente a través de redes sociales en Internet.
La identidad y rostros de sus integrantes se desconocen, por eso es imposible confirmar la autenticidad de aquellos que dicen hablar en su nombre.