Adiós, Dilma
Ayer, al momento de subir a la plataforma de la Cámara del Senado para dar su último discurso como presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, sin muchas ilusiones, intentó revertir el proceso de juicio político iniciado en su contra hace cinco meses.
Rousseff estaba en su papel favorito: el de la confrontación.
Andrea Montes Renaud
Ayer, al momento de subir a la plataforma de la Cámara del Senado para dar su último discurso como presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, sin muchas ilusiones, intentó revertir el proceso de juicio político iniciado en su contra hace cinco meses.
Rousseff estaba en su papel favorito: el de la confrontación.
Aclamada por los partidarios que la acompañaban y que coreaban “guerra del pueblo”, la antigua superviviente de la dictadura militar se mostró a la altura de este momento histórico.
La dramatización de su caída, la denuncia de un golpe de Estado que amenaza la joven democracia brasileña, su pasado de guerrilla, haber estado sometida a la tortura cuando fue encarcelada durante los años de la dictadura (1964-1985) o incluso su lucha contra el cáncer en 2010 no le aseguraron la buena disposición de sus verdugos.
“Es el segundo golpe que enfrento en la vida. El primero, el golpe militar, apoyado por la truculencia de las armas de la represión y la tortura, me encontró cuando era una joven militante. El segundo golpe parlamentario hecho hoy a través de una farsa legal, me saca del cargo para el cual fui elegida por el pueblo”, dijo la exmandataria.
Después de horas de debate marcados por insultos y lágrimas, los senadores decidieron la destitución de la presidenta Rousseff, con 61 votos a favor y 20 en contra, muy por encima de los dos tercios necesarios para su destitución definitiva: una votación empezada en abril a petición del 60 por ciento de los brasileños.
La expresidenta tiene ahora 30 días para abandonar el Palacio de la Alvorada, en Brasilia, que ocupó desde su elección en 2010 y en el que se recluyó desde su salida del poder, el pasado 12 de mayo.
“No acceden al gobierno por el voto directo, como lo hicimos yo y Lula en 2002, 2006, 2010 y 2014.
Ellos se apropian del poder mediante un golpe de Estado” añadió en su discurso.
Sin embargo, la que fuera la primera mujer en ocupar este puesto, conservará sus derechos civiles, que le permitirán ejercer una función pública en el futuro.
El antiguo aliado
Michel Temer, su antiguo aliado, también acusado de corrupción – y para muchos, el “conspirador” detrás de la destitución –, se convirtió así en jefe de Estado oficial inmediatamente después de la votación, y juramentó su posición poco después.
“Hoy estamos inaugurando una nueva era de dos años y cuatro meses”, hasta las próximas elecciones presidenciales y legislativas a finales de 2018, dijo el exvicepresidente durante su primera reunión de gabinete, transmitida en vivo por la televisión.
Sin embargo, la ex guerrillera de 68 años señaló que “el Senado había tomado una decisión que entra en la historia de las grandes injusticias. Se ha cometido un golpe de Estado parlamentario”, dijo reafirmando su inocencia.
Acusada de crímenes de responsabilidad, la heredera política de Luiz Inacio Lula da Silva nunca dejó de declararse honesta e inocente, considerándose víctima de una terrible injusticia.
“La historia se encargará de exonerar a Dilma Rousseff” señaló José Eduardo Cardozo, el abogado de la hoy expresidenta.
Mucho drama
En esta tragedia política, hasta Dios tuvo una participación. Cuando la petición de impeachment, presentada en abril ante el ex presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, del PMDB – obligado a renunciar tras las acusaciones de corrupción y lavado de dinero – la abogada Janaina Paschoal afirmó que fue “inspirada por el Espíritu Santo para salvar al país del sufrimiento.”
“Fue Dios quien hizo que diferentes personas, cada una en sus funciones, comprendieran al mismo tiempo lo que estaba ocurriendo en el país, dándoles el valor de levantarse y hacer algo”, lanzó con la voz temblorosa, disculpándose con Dilma Rousseff por “hacer lo que estaba apunto de hacer”.
“Le pedí [a Dilma] que comprendiera que lo hice también pensando en sus nietos”, dijo.
Esta declaración totalmente alejada de todo campo legal asombró a los brasileños. Y es que irónicamente, el problema de la corrupción y el escándalo relacionado con Petrobras – el verdadero origen de la ira y del juicio político – estuvo muy poco presente, sino es que ausente, de los debates de ayer.
“La oposición no podía insistir mucho en este punto, estando el propio Congreso muy mojado en el escándalo”, observó Sylvio Costa, fundador del sitio de observación del Congreso brasileño, Congresso em Foco.
‘día triste para la historia’
La principal razón para la destitución de la expresidenta fue una manipulación contable que permitió a Rousseff enmascarar la realidad del déficit presupuestario del país, ayudándola a la reelección de 2014.
Pero fue en realidad toda su política, sus errores tácticos, su incapacidad para gobernar con un Congreso hostil y los tropiezos de su partido, el Partido de los Trabajadores (PT, izquierda), los que fueron acusados en el curso de estos cinco meses.
Y, de pronto, todos los males de Brasil recayeron sobre los hombros de Dilma Rousseff, culpada de la crisis económica, la recesión y el desempleo, la parálisis y la inmoralidad política, como consecuencia de la explosión de la operación “Lava Jato” que dejó al descubierto las prácticas de un sistema viciado mucho tiempo antes de que ella llegase a la residencia presidencial, pero que nunca dejó de ser un sistema de corrupción en expansión y que llegó a involucrar a los principales partidos políticos, incluido el suyo, al grupo petrolero Petrobras y a los gigantes de la construcción, Brasil Terminal Portuario (BTP).
Pero, más que un juicio político, la presidenta y los 81 senadores ofrecieron un espectáculo de retórica transmitido en vivo por la televisión brasileña.
En defensa a las denuncias de “golpe de Estado” y “democracia en peligro” los acusadores respondieron enlistando cada una de “las mentiras” de Rousseff, su “sordera política”, su nefasta gestión del país y la “demagogia irresponsable del PT.”
“No sólo estamos juzgando los actos, también los hábitos administrativos”, resumió el senador Eduardo Lopes, del Partido Republicano Brasileño (PRB), muy cercano a la Iglesia evangélica.
“El verdadero golpe es el que se llevó a cabo en contra de los brasileños desempleados y jóvenes que ya no tienen becas para estudiar”, dijo Ana Amelia, del Partido Popular (PP, derecha).
“¡Canallas, canallas, canallas!”, lanzó el senador Lindbergh Farias, aliado de Dilma.
“Hoy es un día trágico. Es una derrota. Mover a una presidenta por tres decretos de créditos adicionales cuando todo este Congreso está acusado de corrupción, es un momento de gran desmoralización. Hoy es un día triste para la historia”, añadió.
Venezuela congela relaciones diplomáticas
El gobierno del presidente Nicolás Maduro, anunció la congelación de las relaciones diplomáticas con Brasil.
El Ministerio de Asuntos Exteriores de Venezuela “condena el golpe parlamentario perpetrado contra la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff (…) que viola la Constitución y la interrupción de la democracia en este país amigo”.
“Ha sido decidido retirar de forma permanente nuestro Embajador en la República Federal de Brasil y la congelación de las relaciones políticas y diplomáticas con el gobierno de este golpe parlamentario”.