Donald Trump elevó sus números en los sondeos rumbo a la Casa Blanca. La media en las encuestas sobre la intención de voto dadas a conocer ayer por RealClearPolitics.
Aunque en esa encuesta la candidata demócrata Hillary Clinton aún está a la cabeza con +3.3 por ciento, Trump no sólo se acerca más a ella, sino que otros sondeos marcan el empate.
Y pese a que el candidato republicano se está quedando atrás en la mayoría de los estados indecisos –Colorado, Florida, Michigan, Nevada, New Hampshire, Carolina del Norte, Ohio, Pensilvania, Virginia y Wisconsin– la única de las encuestas que posiciona a Trump 2 puntos por encima de Clinton es la de CNN/ORC.
Da acuerdo a CNN, Trump encabeza las preferencias con el 45 por ciento, frente al 43 por ciento de Clinton. El mismo sondeo coloca a Gary Johnson, del Partido Libertario, con un 7 por ciento, y a la ecologista Jill Stein, con apenas el 2 por ciento de la intención.
Aún así, la mayoría de los votantes creen que Clinton ganará.
El 59 por ciento piensa que será ella quien logre los 270 votos electorales, frente al 34 por ciento que piensa que Trump tiene mejores posibilidades de ganar.
Por otro lado, los resultados de LA Times/USC registró un empate en los sondeos con el 44 por ciento y, tanto Reuters/IPSOS, como IBD/TIPP posicionan al candidato únicamente un punto por debajo de la demócrata con 43 por ciento, frente al 44 por ciento de Clinton.
No obstante, el promedio de votación dado a conocer por The New York Times, que utiliza todas las encuestas que figuran en la base de datos de The Huffington Post, posiciona con 44 por ciento a Clinton contra un 40 por ciento para el republicano.
Para ambos candidatos, la celebración del “Labor Day” (día del trabajo) el primer lunes de septiembre, marca un impulso en la campaña que llevará a la victoria del 8 de noviembre.
Especialmente con una cita muy esperada al final de este mes: el primer debate entre Hillary Clinton y Donald Trump, previsto para el 26 de septiembre en la Universidad de Hofstra en Hempstead, en Nueva York.
El encuentro confrontará las marcadas diferencias entre los dos candidatos.
Dos estilos discursivos
Hillary Clinton no deja nada al azar. La preparación de la candidata comenzó hace varias semanas bajo la dirección de Ron Klain y Karen Dunn, responsables de la preparación de los debates que están siendo asistidos por el director de campaña, John Podesta, el jefe de estrategia, Joel Benenson, y los consultores Mandy Grunwald y Jim Margolis.
Por su parte, Donald Trump, que no ha participado en un solo debate en siete meses –desde el final de la primaria republicana– parece no tener prisa por prepararse.
No obstante, se apoyará en su nuevo director de campaña, Steve Bannon, y en el ex jefe de Fox News, Roger Ailes, además del apoyo del exalcalde de Nueva York, Rudy Giuliani, el gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie y el exgeneral Mike Flynn.
Trump, el impredecible
El candidato republicano podría jugar su all in en los tres debates televisados antes de la elección, y lanzar insultos o burlas a la candidata.
Según el diario británico The Guardian, es probable que el candidato republicano continúe su estrategia de provocación siendo el demagogo que ha sido a lo largo de su campaña.
Y habiendo boicoteado el último debate de las primarias republicanas, nada nos dice que vaya a participar en éstas.
Clinton, por los indecisos
Mientras llega la fecha final, Clinton sigue haciendo campaña para movilizar a los votantes indecisos y a los republicanos aterrados con la perspectiva de una presidencia de Trump.
Por su parte, Donald Trump sigue agudizando su discurso centrando su interés en atacar a Hillary Clinton con la saga de los correos electrónicos durante su tiempo al frente del Departamento de
Estado y la controversia sobre los conflictos de interés de la Fundación Clinton.
Desde finales del mes de agosto, el candidato republicano ha venido multiplicado sus golpes contra Clinton: reorganizó su equipo de campaña y mostró su “presidenciabilidad” después de ser invitado – y tratado – como Jefe de Estado por el presidente Enrique Peña Nieto en su visita a México, antes de su encendido discurso sobre la inmigración en Phoenix, Arizona.
Para la gran mayoría de los analistas, la actitud de Peña Nieto no hizo más que legitimar la campaña de Donald Trump, quien a unas semanas de la elección repuntó sus números en los sondeos después de utilizar su visita a México para acercarse a las minorías latinoamericanas y afroamericanas, además de complacer a sus seguidores más fieles sobre la construcción de un muro que “será financiado por México”.