Donald Trump es un terrible jefe, una pesadilla para sus empleados, así lo confirmó James Comey, el exdirector del FBI, quien fue extirpado de su cargo por intentar hacer su trabajo, una labor que no cayó muy bien en el Salón oval de la Casa Blanca.
Si las declaraciones de Comey son ciertas, Trump es el típico jefe que acosa y molesta a sus empleados, sin importar que estos hagan un buen trabajo, simplemente porque las cosas no se hacen su manera o porque no conoce otra forma de hacerlas.
“A mi juicio, fui despedido a causa de la investigación de Rusia”, dijo el exfuncionario. Comey comenzó a investigar los supuestos vínculos rusos con la campaña de Trump, por la simple razón que una intervención del Kremlin sería una grave afrenta contra Estados Unidos.
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En noviembre, Comey demostró que no tiene un bando a la hora de hacer su trabajo, pues una semana antes de la elección reabrió la investigación de los correos de la entonces candidata presidencial demócrata, Hillary Clinton, lo que afectó sus posibilidades de ganar.
El futuro jefe, Trump, felicitó al empleado, Comey, por su “gran” labor para “desenmascarar” a la “corrupta” Hillary. Sin embargo, el ánimo de Trump, ya en la presidencia, comenzó a transformarse tras la salida del general Michel Flynn por haber mentido sobre sus reuniones con los rusos.
La obligación de Comey como director del Buró Federal de Investigaciones era indagar a Flynn y a todos los involucrados. En enero, el jefe llamó al empleado por primera vez a su oficina para decirle ‘estás haciendo un gran trabajo pero…’.
El entonces director del FBI no tardó en notar que la relación con Trump era una bomba de tiempo, por lo que decidió comenzar a documentar de manera escrita los detalles más relevantes de las pláticas con el presidente, quien buscaba que la investigación contra Flynn parara.
“Me preocupaba honestamente que pudiera mentir acerca de la naturaleza de nuestra reunión, así que pensé que era realmente importante documentarlo. Sabía que podría llegar a necesitar un registro de lo que pasó, no sólo para defenderme, sino para proteger al FBI”, dijo Comey.
El funcionario se negó a cancelar la investigación contra Flynn, incluso comenzó a apuntar hacia Jared Kushner, el yerno y asesor de Trump, quien se reunió con un banquero ruso a mediados de diciembre. Trump volvió a llamarlo a la oficina y le dijo “necesito lealtad. Espero lealtad”.
“El me había dicho reiteradamente que yo estaba haciendo un gran trabajo y que esperaba que me quedara. Así que me desconcerté cuando vi en televisión que el presidente dijo que en realidad me despidió por la investigación sobre Rusia”, precisó Comey este miércoles.
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Trump no es sólo un mal jefe, sino que es un jefe salido de un reality show como The Apprentice, un programa en el que el magnate disfrutaba de gritar y vociferar en la cara de los participantes “¡estás despedido!”.
Cómo tratar con un jefe que considera como “perdedores de la vida” a todos aquellos que se oponen a sus ideas o que le advierten que lo que hace será contraproducente a largo plazo, Comey nunca supo resolver la verdadera pregunta; ¿cómo tratar con Donald Trump.