La ONU agrupa a todos los países del mundo y asegura que la tolerancia es el valor más importante para lograr la paz.
Hoy, a 20 años de que se comenzó a conmemorar el Día Internacional para la Tolerancia, la paz mundial permanece distante y la intolerancia se intensifica.
Después de los atentados del viernes, ¿es realista aspirar a un futuro más tolerante en el corto plazo? ó ¿es un hecho que las fronteras, las mentes y la posibilidad de vernos reflejados en el otro se cerrarán por completo?
En todos los frentes
Es imposible enumerar todas las tragedias humanas que suceden alrededor del orbe.
Los recientes ataques terroristas en París han sido los más traumáticos para occidente en los últimos años, pero no son los únicos eventos lamentables.
Un día antes del terror en Francia, en Líbano dos ataques suicidas dejaron un saldo de 43 muertos y 180 heridos.
Las protestas xenófobas, los ataques terroristas y las guerras actuales tienen una cosa en común: Son alimentados por el miedo y la ignorancia.
Europa y Medio Oriente se han vuelto reaccionarios. Aunque es evidente que se necesitan mutuamente, cada vez es más difícil negociar una salida pacífica de los problemas. Erradicar al otro es la única solución viable para muchos.
En lugar de abrir fronteras y tirar muros, los nacionalismos amenazan con crecer, en busca de la paz perdida.
Futuro sombrío para refugiados
La crisis migratoria en Europa es el éxodo más grande desde la Segunda Guerra Mundial. En aquel entonces, los migrantes buscaban simplemente encontrar un territorio donde pudieran vivir mejor. Los desplazados del siglo veintiuno buscan lo mismo.
En los cuarenta, el mundo abrió las puertas a quienes huían de la guerra. Los peregrinos actuales se han topado con una situación diferente y los recientes ataque terroristas solo les anticipan más dificultades.
Antes de la tragedia parisina, David Cameron, primer ministro británico, se refirió a los sirios que llegan a Europa como “un enjambre” de personas.
La connotación negativa de esa palabra y las usadas por otros políticos, tienen un impacto profundo en las sociedades que reciben a los desplazados.
Todo esto, aunado a una percepción obtusa que señala a todos los musulmanes como terroristas, genera temor y descontento.
Contrario al sentimiento xenófobo que crece en occidente, el Washington Post aseguraba recientemente que los flujos de inmigrantes eventualmente pueden elevar los sueldos y el bienestar económico de una sociedad.
Para los franceses será difícil pensar que lo anterior es verdad. Al momento, muchos creerán que los inmigrantes solo acarrean problemas y violencia.
Francia deberá revisar la historia y decidir si quiere resolver esta situación por métodos violentos, que han probado ser poco efectivos, o decidir en favor de la paz, la tolerancia y la reconciliación.
Hoy es un buen día para pensar que esto es posible.