El anónimo de las mil libras
Esta historia no tiene un nombre. Le pertenece a un anónimo que se pasa la vida regalando dinero a completos extraños. Para ser exacta mil libras al día, o lo equivalente en euros, dólares o rupias.
Esta es la magia de Wearelucky, el proyecto de vida de un británico generoso que decidió salir de la rutina y compartir su fortuna con otros.
Predeterminado del sitio
Esta historia no tiene un nombre. Le pertenece a un anónimo que se pasa la vida regalando dinero a completos extraños. Para ser exacta mil libras al día, o lo equivalente en euros, dólares o rupias.
Esta es la magia de Wearelucky, el proyecto de vida de un británico generoso que decidió salir de la rutina y compartir su fortuna con otros.
Pero el regalo no se recibe sin merecimiento. Para el hombre detrás de esta organización “regalar una fortuna es más difícil de lo que parece”. Y por ello, los elegidos siempre tienen que ir acompañados de una historia, una buena acción y una fotografía.
Más que suerte
El responsable no quería sólo regalar el dinero, “quería compartir la responsabilidad que viene con él”.
“Así fue cómo surgió Wearelucky. Decidí pasar mi buena suerte a otros reglando mil libras cada día. Planeé dar el dinero a completos extraños –alguien diferente cada vez-y lo único que pediría es que hicieran algo positivo con el dinero”, contó el afortunado en entrevista telefónica con Reporte Indigo desde un suburbio al norte de Londres.
Con esta única condición comenzó la aventura en noviembre de 2011.
“El año pasado tomé grandes decisiones, gané algo de dinero – probablemente no tanto como piensas- pero lo suficiente para hacerme cuestionar mi vida y mis prioridades”, aclara el millonario anónimo.
“Cuando decidí regalar dinero para beneficencia, lo encontré muy difícil…no sabía si darlo a un lugar cerca de casa, o a uno en un país en desarrollo. No sabía si dárselo a bebés o a gente vieja, si dárselo a clubs deportivos o a académicos. Si regalarlo para víctimas del crimen o para los criminales que necesitan ayuda para rehabilitarse. Tenía todo esto y no sabía qué era mejor hacer”.
Ante la indecisión, surgió una idea descabellada.
“Sabía que podía hacer todo eso, pero encontraba muy difícil la responsabilidad de elegir una cosa. Entonces decidí dividir esa responsabilidad y pedirle a otras personas que me ayudaran”.
Somos afortunados
El ‘proceso de selección’ es subjetivo, atiende corazonadas y no llamados, inscripciones o listas de candidatos.
“Nadie me contacta a mí. Toda la gente que elijo son resultado de un encuentro positivo…si algo pasa y me gusta por alguna razón. He estado viajando, y a donde quiera que vaya, donde quiera que haya gente interesante, que me haga sonreír, yo les doy dinero”, cuenta el benefactor.
Al principio, practicó con su familia y amigos, porque “estaba ten temeroso y tan nervioso del proceso… de cómo me iban a recibir, o de qué iba a pensar la gente de esta loca persona intentando regalarles dinero”, confesó el afortunado de 28 años.
Artistas, diseñadores, educadores, amantes de los animales, doctores, enfermeras, atletas, choferes, escritores, parejas, madres y todo tipo de soñadores ahora forman parte de esta iniciativa.
Y el uso que le han dado al dinero va desde donarlo, crear sus propias asociaciones en pro de su causa, inscribirse en la universidad, iniciar asociaciones, dar cursos gratuitos…
Hasta hoy, personas de Inglaterra, Escocia, Gales, Francia, Italia, Sudáfrica, India y Estados Unidos le han dado buena espina al “loco” – como él mismo se define- que regala el poder de convertir el dinero en algo mejor.
Baúl del tesoro
Para este personaje anónimo, no sólo las historias son inolvidables, sino los nombres de cada una de las personas y las fotografías de sus historias, están recopiladas en su sitio web. Las historias se convertirán en un libro que será editado el próximo año.
“Wearelucky es una documentación sincera de los memorables personajes que me encontrado, el impacto del dinero y las extraordinarias historias coleccionadas a lo largo del camino”. Y es eso precisamente lo que él quería: mantener contacto con las personas, con el destino que tuvo el dinero y documentarlo.
“Me da más satisfacción de la que pude imaginarme. No me había dado cuenta de que era tan poderoso, pero ahora estoy muy feliz”.