El enemigo está adentro
El atentado en el maratón de Boston, perpetrado presuntamente por dos jóvenes de origen ruso y de credo islámico, hizo que autoridades estadounidenses cuestionaran su estrategia de cómo evitar ataques terroristas dentro de sus fronteras.
Los principales inculpados, los hermanos Tamerlan y Dzhokhar Tsarnaev, habrían sido motivados por radicalismo musulmán para efectuar el ataque que dejó un saldo de tres personas muertas y cerca de 300 heridos.
Jorge Mireles
El atentado en el maratón de Boston, perpetrado presuntamente por dos jóvenes de origen ruso y de credo islámico, hizo que autoridades estadounidenses cuestionaran su estrategia de cómo evitar ataques terroristas dentro de sus fronteras.
Los principales inculpados, los hermanos Tamerlan y Dzhokhar Tsarnaev, habrían sido motivados por radicalismo musulmán para efectuar el ataque que dejó un saldo de tres personas muertas y cerca de 300 heridos.
Los migrantes chechenos, con ciudadanía norteamericana desde hace un par de años, plantaron dos bombas cerca de la línea de meta de una de las competiciones deportivas más emblemáticas de Massachusetts en represalia a la invasión de las tropas de Estados Unidos a Irak y Afganistán.
Con apenas unos días de diferencia, tanto el gobierno francés como el británico se han enfrentado a la misma problemática.
En Londres, dos hombres degollaron a un soldado inglés a plena luz del día, ante la mirada atónita de los transeúntes presentes el pasado miércoles 22 de mayo.
Los asesinos se dejaron grabar por los testigos, a quienes les argumentaban haber cometido el crimen para castigar a las fuerzas británicas que “matan a diario a musulmanes” en el mundo.
Tres días después se reportó el ataque a un militar francés en la entrada de una estación en las cercanías del centro de París.
Un hombre, prófugo hasta el día de ayer, apuñaló cerca de la nuca al soldado de 25 años.
Los primeros reportes describían al anónimo agresor como un hombre “con aspecto norafricano” y de barba abundante.
Ambos sucesos provocaron gran alarma, ya que ocurrieron en un momento en el que la violencia y la tensión sectaria ha llegado a un punto casi insostenible.
Además, la preocupación de una marea de ataques terroristas inspirados en la venganza religiosa ha despertado a los fantasmas del pasado, especialmente en Gran Bretaña, con un historial trágico en dicho renglón.
¿Se estará viviendo otro capítulo de choques culturales y de creencias que destarán una nueva ola de violencia?
Los asesinos de Londres
Dos ciudadanos británicos de origen nigeriano le quitaron la vida de manera brutal al soldado Drummer Lee Rigby, excombatiente en la ocupación británica en Afganistán. Michael Adebolajo y Michael Adebowale arrollaron a Rigby para después decapitarlo con cuchillos de carnicero.
Ninguno se inmutó por la presencia de los paseantes en el barrio de Woolwich, en la capital inglesa.
“La razón por la que hemos asesinado a este hombre es porque musulmanes mueren a diario en manos de soldados británicos. Es un ‘ojo por ojo, diente por diente’”, dijo Adebolajo.
Ambos se recuperan de las heridas de bala que les inflingieron los policías que los detuvieron.
La sociedad condenó el hecho que además hizo recordar el ataque suicida del 7 de julio de 2005 (7-J).
En esa ocasión, un grupo de cuatro jihadistas hicieron estallar tres vehículos del metro londinense y un autobús; una jornada terrorista que dejó 52 muertos.
En el caso del soldado, los investigadores cometieron el mismo error de hace ocho años. Al igual que los implicados en el 7-J, los detenidos de origen nigeriano ya habían estado en el ojo de la policía.
Autoridades británicas indicaron que conocían desde hace tiempo a ambos sospechosos ya que Adebolajo fue arrestado en Kenia en 2010.
Asimismo, miembros de la seguridad británica habrían intentado reclutarlo como informante después de dicho incidente, reportó The Associated Press.
El martes pasado, Scotland Yard arrestó al décimo sospechoso involucrado en el asesinato.
Por otro lado, la comunidad musulmana es la que más va en aumento en Gran Bretaña.
De acuerdo al censo de 2011 en Inglaterra y Gales, el islam es la segunda religión más grande con 4.8 por ciento, solamente detrás del cristianismo, por lo que urgen medidas que eviten nuevos actos de violencia.
A rezar y a matar
Un joven francés que se encontraba en el barrio financiero La Defense, muy cerca del centro parisino, bebió un jugo de naranja, oró y después apuñaló a un militar que se encontraba patrullando la zona.
Ayer, la policía logró dar con su paradero gracias al rastro de ADN que dejó en la botella que bebió previo al intento de asesinato, además del video de vigilancia que captó el momento en el que rezó.
El fiscal francés François Molins dijo en conferencia de prensa que el detenido se llama Alexandre D., de 22 años de edad y recientemente iniciado en el islam radical. “La intención de matar es evidente. El sospechoso no dudó en apuñalar varias veces con agresividad impresionante”, comentó Molins.
“La naturaleza del ataque, el hecho de que ocurrió tres días después del ataque de Londres y la oración que ofreció poco antes nos hacen creer que actuó en nombre de su ideología religiosa y su deseo era atacar a alguien que representa al Estado (francés)”, agregó.
Alexandre compró el jugo de naranja junto con la navaja minutos antes de intentar acabar con la vida del soldado galo, quien actualmente se encuentra fuera de peligro.
Este episodio significa un gran reto para Francia, un país con una gran integración religiosa y cultural que, de no tratar con cuidado este tipo de problemas, puede ser el caldo de cultivo perfecto para confrontaciones.
¿Qué les espera?
Similar al caso estadounidense, la comunidad musulmana en Inglaterra y Francia temen por las represalias que se puedan desatar de los sectores más conservadores de la población.
Gran Bretaña, históricamente más aislada del resto de Europa, le ha costado trabajo aceptar la dinámica integracionista de la Unión Europea.
Posterior a la muerte de Lee Rigby, se han presentado distintos ataques a mezquitas en territorio británico.
El más grave de todos ha sido el que ocurrió en la costa este de Grimsby, donde arrojaron tres bombas incendiarias a un templo mientras se realizaba una procesión, informó la cadena catarí Al Jazeera.
En Francia, por su parte, personajes como Marine Le Pen, excandidata a la presidencia en el anterior proceso electoral, ha plagado su discurso de acusaciones a las minorías étnicas y religiosas que han llegado en las últimas décadas a su país.
Le Pen argumentó que la presencia islámica en territorio francés se asemeja a la ocupación nazi ocurrida durante la Segunda Guerra Mundial.
Actos terroristas como los de la semana pasada son totalmente reprobables, al igual que los casos de xenofobia contra comunidades que no necesariamente son representadas por los criminales aquí mencionados.