El éxodo y la tragedia
Las cifras oficiales de la Organización Mundial para las Migraciones indican que más de un millón de migrantes y refugiados llegaron a Europa en 2015, por tierra y por mar, detonando una crisis de alcances internacionales.
La Unión Europea (UE) solo abrió las puertas de sus naciones de manera intermitente y después de los atentados terroristas de París en noviembre, éstas parecen cerrarse cada vez más.
Sergio Almazán
Las cifras oficiales de la Organización Mundial para las Migraciones indican que más de un millón de migrantes y refugiados llegaron a Europa en 2015, por tierra y por mar, detonando una crisis de alcances internacionales.
La Unión Europea (UE) solo abrió las puertas de sus naciones de manera intermitente y después de los atentados terroristas de París en noviembre, éstas parecen cerrarse cada vez más.
Grecia, Bulgaria, Italia, España, Malta y Chipre batallaron durante toda la segunda mitad del año para hacer frente al incesante flujo de personas y las visiones sobre cómo controlar la situación ha polarizado seriamente a toda la UE.
Alemania: La tierra prometida
La revista Time nombró a Ángela Merkel, la persona del año por haber asumido asertivamente el liderazgo para solucionar la crisis migratoria.
A pesar del crecimiento de las protestas nacionalistas, xenófobas e incluso racistas, Alemania sigue siendo donde los refugiados desean comenzar de nuevo.
Alemania ha recibido 315 mil solicitudes de asilo, pero las autoridades de ese país aseguran que más de un millón de refugiados ya han ingresado al país.
Lo anterior ha generado diversas presiones para el gobierno de Merkel, quien en un intento por recuperar la popularidad perdida ya envió a tropas para combatir a ISIS en Siria.
Algunos dicen que Alemania vio en la crisis migratoria, una oportunidad para mostrar un rostro más gentil que el de el capataz económico de la eurozona, y para llevar al país más lejos de su pasado nazi.
Sin embargo, ante la incapacidad del mundo para resolver el conflicto en Siria, Alemania y el continente europeo han comenzado a mostrarse más reticentes a la hora de recibir a más migrantes.
Europa se cierra
Lo que sucede en Alemania ha permeado a todo el continente, donde el sentir popular está dividido entre los que sienten la obligación moral de recibir a más refugiados y los que temen que una oleada de musulmanes pueda afectar su calidad de vida y su seguridad.
Los líderes europeos han pactado reubicar a 160 mil refugiados, pero aun existe una brecha enorme entre lo que se ha acordado en el seno de la UE y lo que necesita hacerse para controlar la situación y evitar más sufrimiento para los exiliados.
Al inicio de la crisis, la foto de Aylan Kurdi, un niño sirio de tres años que murió ahogado y que la marea arrojó hasta una playa turca, dio la vuelta al mundo y despertó la simpatía de muchos que no querían recibir a migrantes en Europa.
Sin embargo, la subsecuente crisis de seguridad detonada por los ataques terroristas en París – en los primeros momentos se especulaba que los atacantes eran migrantes sirios – han hecho que la buena voluntad de los europeos se enfríe y catapulte la popularidad de los partidos nacionalistas de extrema derecha.
En Francia, el partido Frente Nacional – conocido por ser xenófobo y racista – obtuvo un sorprendente 27 por ciento de los votos en las elecciones regionales de este mes y ya es una de las principales fuerzas políticas de ese país.
La tragedia
Algunos inmigrantes han logrado sortear un peligroso camino y llegar a salvo a Alemania y a otros países de la UE.
Sin embargo, muchísimos más se han quedado varados en países como Turquía donde permanecen inmóviles esperando que sus solicitudes de asilo sean aceptadas. Varados sin poder regresar a casa y sin los documentos necesarios para poder a trabajar legalmente y comenzar a construir una nueva vida.
Otros han tenido menos suerte.
Se calcula que casi 4 mil personas han muerto ahogadas en su intento por cruzar el Mediterráneo en pequeños botes. De acuerdo a estas cifras, hay más de 10 muertes por día provocadas por la crisis migratoria.
La mayoría de los migrantes provienen de Siria, país donde el califato del Estado Islámico (EI) ha provocado el peor éxodo de los últimos 25 años.
Los migrantes también llegan de Afganistán e Irak, países donde desde hace más de dos décadas los países del primer mundo han comprometido tropas para “estabilizar” una región estratégica para los recursos energéticos de todo el orbe.
Los que decidieron quedarse en Siria, o simplemente no pudieron conseguir los recursos necesarios para escapar, también han muerto y no siempre como consecuencia de los ataques de ISIS.
Los bombardeos de los aliados que buscan destronar al EI, alcanzan constantemente, por error o por negligencia, blancos civiles.
Y países como Estados Unidos o Rusia, consideran a estas pérdidas humanas no más que daños colaterales necesarios para retomar el control de la región.