Los manifestantes brasileños dicen que el gobierno “está destruyendo” su país y con ello, advierten analistas, se tambalea el proyecto de integración latinoamericana.
Las protestas que ocurrieron en Brasil el fin de semana para exigir la renuncia de la presidenta Dilma Rousseff ante los escándalos de corrupción llamaron la atención del resto de América Latina.
Los medios reportaron que casi un millón de brasileños inundaron las calles de 25 entidades y la capital en lo que fue la tercera manifestación de este tipo en lo que va del año.
Los ciudadanos se mostraron indignados por la red de sobornos de empresarios y funcionarios de la petrolera estatal brasileña, Petrobras, y por la crisis económica que azota a una nación que hace unos años era el ejemplo latinoamericano de crecimiento.
“Nunca tuvimos tanto robo en el gobierno como en todos estos años del Partido de los Trabajadores (PT) en el poder”, expresó al diario argentino La Nación Gabriela Fontes, una de las manifestantes, “nos están llevando a la ruina”.
“Si Dilma continúa en la presidencia, Brasil no tiene futuro. Destruirá el país como lo hizo con Petrobras, que era nuestro gran orgullo”.
La última encuesta de Datafolha, del 6 de agosto, muestra que sólo ocho por ciento de los brasileños creen que el gobierno de Rousseff es “bueno u óptima”, mientras que 71 por ciento lo rechazan.
Además, el 66 por ciento creen que la mandataria debe sufrir un “impeachment”, un juicio político para su destitución.
“Ya es la presidenta peor calificada desde que Datafolha comenzó a hacer la medición, en el gobierno de Fernando Collor (presidente en 1990) y muy probablemente es la gobernante más impopular de la historia”, escribió en la revista Veja el analista Reinaldo Azevedo.
La ‘tragedia’ de la desintegración
Analistas y políticos han visto a Brasil, y en particular al oficialista Partido del Trabajo (PT), como una pieza fundamental para la integración de América Latina y del Sur.
En un evento este mes de la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi), el expresidente y actual senador de Uruguay José Mujica llamó a la falta de cooperación una “tragedia”.
“Lo que importa es la voluntad política de caminar. Inventamos organismos, terminamos, creamos otro y los presidentes nos sacamos fotos como consuelo. Así no va. La no integración es una tragedia”, afirmó Mujica, según El País de Uruguay.
“Con Dilma me llevaba bárbaro. Cuando se vaya Dilma, ¿quién viene? Debe ir más allá de la bonhomía de las personas”.
En febrero pasado, al dejar la presidencia, el uruguayo indicó que Brasil debe liderar la integración latinoamericana porque otras naciones, como México y Argentina, aportan poco.
“La integración precisa un liderazgo, y ese liderazgo se llama Brasil”, expuso al diario argentino Perfil.
En el mismo evento del Aladi, Marco Aurelio García, consejero especial de asuntos internacionales de la Presidencia de Brasil, admitió que la integración pasa por un momento crítico.
“No estamos en un momento cualquiera. Es una situación compleja y difícil”, reconoció.
Políticos de naciones sudamericanas, como el candidato a la intendencia de Asunción, Paraguay, Marco Ferreiro, coinciden en que Brasil debe acallar los rumores sobre su falta interés y posible salida de organizaciones como el Mercosur.
“El problema es que hoy por hoy una salida no es posible. Nosotros nos preguntamos si Brasil se quisiera ir o los sectores conservadores de Paraguay se quieren ir, ¿a dónde vamos?”, comentó de visita en Uruguay al diario República.
¿Complot de la derecha?
A pesar del descontento generalizado, algunos políticos al interior y exterior de Brasil aseveran que “la derecha” está detrás de las protestas, que contó con el apoyo extraoficial del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), según BBC Mundo.
“Siento que la agresión a Dilma es política, un golpe a través del Congreso. Siento que el imperio quiere quitar el patrimonio político del PT”, aseguró a Telesur el presidente de Bolivia, Evo Morales.