Hungría: El antisemitismo que nunca se esfumó
Pensar que tras el Holocausto Europa aprendió la lección parece hoy una errada ilusión.
Hace apenas un mes, una nota publicada en el diario español El País advertió lo siguiente: “El antisemitismo atenaza a Hungría”. No se trató de una exageración.
Durante el intento de llevar a cabo la denominada por los nazis “Solución Final” durante la Segunda Guerra Mundial, en Hungría fueron asesinados en menos de dos años unas 600 mil personas de esta etnia con el apoyo de autoridades afines al fascismo.
Hoy, cabría esperar quizás que todo fueran actos de homenaje a las víctimas. Pero, como señaló Sigmund Freud: “La puerta al regreso de la barbarie, siempre está abierta”.
Por esto, tomando en cuenta los últimos actos antisemitas que tuvieron lugar en el país durante el Congreso Judío Mundial, celebrado en Budapest entre el 5 y el 7 de mayo pasado, los líderes de dicha religión pidieron al gobierno húngaro que reconociera que el partido ultraderechista Jobbik, la tercera fuerza política del Parlamento, “constituye una amenaza fundamental para la democracia” del país. Y es que las demostraciones nazis han hecho encender la alarma.
En la víspera del inicio del Congreso, el partido Jobbik convocó una marcha antijudía y antiestalinista en Budapest –esto último porque sus seguidores creen que la comunidad judía de Hungría debería pedir perdón por la revolución bolchevique de 1919 y por los “asesinatos cometidos por los judíos” durante el régimen estalinista de Mátyás Rákosi en los años 50–, reportó El País.
A ella acudieron unas 400 personas y durante su desarrollo, el presidente de la formación Gábor Vona expresó a los participantes que “Hungría no se vende” y que por eso “Simón Peres (el presidente de Israel) debería buscarse otro país”.
Actualmente, en el país húngaro viven unos 100 mil judíos asentados principalmente en la capital Budapest.
No obstante, previamente hubo otros hechos que también fueron motivo de preocupación.
Cinco días antes de la manifestación, también de acuerdo al diario español, el presidente de la Asociación Raoul Wallenberg, un diplomático sueco que salvó a miles de húngaros del Holocausto, fue a un partido de fútbol donde le gritaron consignas nazis, le llamaron “comunista judío” y le rompieron la nariz.
No mucho tiempo antes, el gobierno frenó una marcha en Budapest cuyo lema era “Dale gas”. Esta marcha tenía la intención de coincidir con el aniversario que honraba a medio millón de húngaros que fueron deportados a Auschwitz
Sin embargo, los sucesos no son nuevos. Ya en noviembre del año pasado, un diputado de la extrema derecha, Márton Gyöngyösi, también afiliado a Jobbik, pidió que se hicieran “listas de judíos” porque estos suponían “un riesgo para la seguridad nacional”. Despuésde recibir críticas, trató de matizar los comentarios pero su perdón fue difícil de creer.
Y en medio de todo eso, el gobierno del conservador Viktor Orbán, debido a que ve a Jobbik como un rival importante de cara a las elecciones del próximo año, no sólo no termina de ser contundente sino que acaba actuando de forma ambivalente y contradictoria.
Grecia: Un conflicto que amenaza con disolver el gobierno
En 2012, un nuevo partido llegó al Parlamento griego: el Amanecer Dorado, que gracias al apoyo de casi el 7 por ciento de los votantes obtuvo un total de 21 diputados.
Rápidamente se dio a conocer por sus excentricidades, como pedir a los periodistas en su primera aparición tras los comicios que se levantaran para “mostrar respeto al líder”, decir que había “llegado la hora para los traidores de la patria” o repartir panfletos homófobos en una zona frecuentada por la comunidad gay en los que podía leerse “Después de los inmigrantes, son los siguientes”.
Desde entonces, otras noticias llegaron sobre la formación. Algunas de ellas vinculaban a sus miembros con “cazas” de extranjeros, en concreto, a los conocidos como “camisas negras”. Otras explicaban como este partido repartía comida “sólo para griegos” en varios de sus centros. Un peligroso cóctel en tiempos de crisis.
En marzo pasado, el partido de extrema derecha volvió a aparecer en los medios al pedir la reinstauración de la pena de muerte en el país exclusivamente para los inmigrantes culpables de crímenes violentos, según reportó 20minutos.
A través de un comunicado, la formación destacaba que los “inmigrantes asesinos” habían transformado el país en una “selva” y que el Estado se había mostrado incapaz de controlarlos.
Y no sólo eso. Solicitó que la policía tenga permiso para emplear “armamento militar” con el qué “combatir a las bandas criminales de inmigrantes fuertemente armadas”.
La respuesta a todos estos ataques no se ha hizo esperar y ciudadanos griegos marcharon en Atenas para mostrar su rechazo al creciente racismo.
Por su parte, dos de los partidos que conforman la actual coalición gobernante de Grecia –el socialista Pasok e Izquierda Democrática (Dimar, en sus siglas griegas)–, también reaccionaron.
Así, según informó El País el pasado 29 de mayo, estos dos partidos anunciaron que someterán por su cuenta y sin el apoyo de Andonis Samarás, el líder de la principal fuerza del tripartito –Nueva Democracia–, un proyecto de ley contra el racismo que prevé multas y prisión para los culpables.
La formación de Samarás había respaldado inicialmente la propuesta pero después se retractó argumentando que la legislación vigente era suficiente para combatir el problema. Esta discrepancia, según el diario español, ha puesto a la coalición en la tesitura más delicada desde su formación, hace ahora un año.
En total, desde octubre de 2011 hasta diciembre de 2012, se contabilizaron 220 ataques racistas. El Alto Comisionado de la Organización de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), también hizo un llamamiento sobre el aumento alarmante de los ataques racistas durante la crisis económica.
Según reportó Telesur, organizaciones de derechos humanos remarcaron el hecho de que la mayoría de las víctimas son atacadas sistemáticamente en lugares o transportes públicos por hombres vestidos de negro y con la cara cubierta.
Algunos blogs en Internet señalaron también la complicidad de la policía en algunos de estos ataques.
Alemania: La sombra de Hitler
A mediados de mayo se reabrió el juicio contra la sobreviviente de la célula terrorista neonazi Clandestinidad Nacionalsocialista (NSU), Beate Zschäpe.
Zschäpe está acusada de pertenencia a grupo terrorista, asesinato múltiple y complicidad con otros cuatro neonazis.
Según reportó EFE, el juicio había quedado suspendido el mismo día de su apertura porque la defensa presentó varias demandas alegando parcialidad del juez. Al rechazar estas, el proceso se reinició.
Las víctimas del asesinato múltiple fueron nueve inmigrantes, ocho turcos y un griego, y un policía.
Zschäpe tiene 38 años y desde hace 18 meses está en una prisión preventiva.
La noticia del juicio toma importancia debido a que durante años se pensó que este tipo de muertes se debían a ajustes de cuentas entre extranjeros.
También porque la comisión del Parlamento alemán que investiga a la organización dijo que el hecho de que sus miembros se movieran en la impunidad durante 13 años, pese a que además de cometer los asesinatos fueron los autores de varios atentados con bomba, se debía a un “fracaso policial sin precedentes”.
Zschäpe se entregó cuatro días después de que sus compañeros se suicidaran pero hasta ahora no se ha pronunciado de los cargos que se le imputan. Según El País, sus víctimas habrían sido 10 personas y no 9 y el nombre del grupo era “Blood and Honour” (en inglés: Sangre y Honor, el lema de las Juventudes de Hitler).
Aunque Alemania ilegalizó ese grupo hace 13 años, pero las autoridades saben que aún cuenta con más de 200 afiliados.
La canciller de Alemania Angela Merkel calificó lo sucedido de “vergüenza para Alemania”, según reportó el diario Público.
Según explicó este medio, ni la policía ni los servicios de espionaje cayeron sobre ellos, a pesar de que se tenía constancia de las actividades del grupo Clandestinidad Nacionalsocialista desde 1998, año en que pasó a la clandestinidad.