Detrás del conflicto por la distribución de gasolina existe otro problema que también sale a la luz con la presidencia de Andrés Manuel López Obrador: el origen internacional del combustible que se consume en México. De acuerdo con datos de Pemex, el país importa el 75 por ciento de la gasolina y diésel que se utiliza cada día.
Es por eso que en el Plan Nacional de Refinación, el gobierno actual propuso un programa de mantenimiento para las seis refinerías de la empresa productiva del Estado, además de la construcción de una nueva.
El presidente atribuye el mal estado de las refinerías a los recortes en el presupuesto. Las plantas de producción de gasolina operan en la actualidad solamente al 30 por ciento de su capacidad, en comparación con el 80 por ciento de hace una década.
Especialistas afirman que con las seis refinerías existentes funcionando a la perfección y la construcción de una nueva no se lograría producir la gasoli na suficiente para abastecer los 45 millones de autos registrados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) hasta 2017.
Los expertos añaden que también se tiene que considerar que la compra de automóviles que funcionan con este tipo de combustible está en aumento.
“México apenas tiene seis refinerías, son más de 300 en Estados Unidos y más de 500 en China. Lo que pasa es que no alcanzamos a producir lo suficiente para abarcar todo lo que es el parque vehicular”, afirma Carlos Alberto Bautista, especialista en comercio internacional y profesor de la Facultad de Negocios en la Universidad la Salle.
El especialista añade que se tiene que considerar que la infraestructura de las refinerías mexicanas es vieja. Son de hace más 40 años y fueron creadas para atender la demanda de menos de 4 millones de vehículos.
En la actualidad, sólo en Ciudad de México y Estado de México transitan más de 21 millones de coches, de acuerdo con los datos más recientes del Inegi.
Cada vez hay más autos, sin embargo, la infraestructura de Pemex no creció igual que la necesidad de los mexicanos de transportarse sobre cuatro ruedas empujadas por combustible. Es por esa razón que se tiene que importar casi toda la gasolina que se consume en México.
De acuerdo con el experto, Pemex trajo gasolina de China y la India hace cuatro o cinco años, pero era de baja calidad y provocó problemas de contaminación en el medio ambiente. Después de esa fecha, el gobierno obtuvo el combustible de otras regiones y países como Estados Unidos y la Unión Europea.
En febrero de 2017, México adquirió 12 mil 133 millones de barriles de Estados Unidos, según datos de la Secretaría de Energía (Sener). A Bélgica le compró 940 millones, Holanda ocupó el tercer lugar en la lista de vendedores con 601 millones. A Portugal le compró 317 millones de barriles y España se colocó en el quinto lugar con 245 millones.
Bautista asegura que el nivel alto de importaciones provoca que el precio de la gasolina no pueda bajar.
El especialista menciona que el gobierno mexicano nunca construyó más refinerías porque antes de la reforma energética de 2013 Pemex era el único con autorización de obtener petróleo, procesarlo y convertirlo en gasolina para su distribución. La falta de competencia provocó que no se creara más infraestructura para producir combustible.
Con la reforma energética surge la oportunidad de que nazcan o lleguen empresas nacionales o extranjeras que por medio de contratos puedan extraer petróleo y comercializar gasolina, sin embargo, el cambio en la ley se dio en un momento en el que el precio del petróleo cayó a nivel global, ya no fue un negocio y las compañías perdieron interés.
Ante ese panorama, la respuesta del gobierno fue continuar con las importaciones porque es más barato que construir refinerías y producir gasolina.
Una nueva refinería no es suficiente
Tampoco ahora es una buena estrategia construir nuevas refinerías por el precio y porque son necesarias más de 20 para cumplir con la demanda nacional.
Bautista comenta que si el gobierno actual quiere hacer una nueva refinería, ésta le costaría mínimo entre 20 mil y 25 mil millones de dólares.
“La construcción tardaría de tres a cuatro años y con ella la producción nacional aumentaría de un 25 a un 30 por ciento solamente. Si se mejora la eficiencia del resto de refinerías, sólo se lograría un máximo de 35 por ciento. Eso no es suficiente”, asegura el especialista.
De acuerdo con el proyecto presupuestal de 2019, la nueva refinería que se pretende ubicar en Dos Bocas, Tabasco contará con 48 mil 200 millones de pesos para la ingeniería y construcción; además de casi mil 800 millones para los estudios de preinversión.
El Gobierno federal estima que la refinería costará en su totalidad cerca de 8 mil millones de dólares (casi 162 mil millones de pesos). Por tanto, el presupuesto de 2019 contempla sólo un 30 por ciento del total.
Pemex también destinará 7 mil 500 millones de pesos para el inicio del mantenimiento en sus otras seis refinerías, como parte de su plan para impulsar la producción de gasolinas.
El tiempo de construcción representa un problema, según Bautista. El experto señala que se tiene estimado que a partir del 2030 la fabricación de camiones y automóviles impulsados por gasolina y diesel empezará a decrecer y aumentará la producción de vehículos eléctricos y otro tipo de tecnologías.
En pocas palabras, las refinerías quedarán obsoletas cuando termine su construcción.
Bautista sugiere que una verdadera solución para este problema es comenzar a consumir y generar energías limpias para la movilidad, tales como automóviles de nitrógeno o eléctricos.