A pesar de la crisis mundial de la prensa, el diario El País lanza una edición global en español: la edición “América” a la que se puede acceder de forma gratuita desde hace más de 15 días y desde cualquier punto del continente.
Con este nuevo reto (www.elpais.com), dirigido por Antonio Caño, corresponsal del periódico en Washington, el rotativo apuesta por la información, el análisis y una mirada propia y de calidad en español, imprescindible para entender el mundo del siglo 21 en el que Latinoamérica busca su lugar.
“El País siempre ha tenido una vocación latinoamericana. Queremos caminar informativamente acompañando la marcha del continente. Denunciar las carencias en gobernabilidad, derechos humanos y libertad de expresión. Protagonizar la información desde el continente y para el continente”, asegura Caño, para quien los lectores encontrarán informaciones que no hallarán en otros medios.
Aunque el periódico ha vivido episodios traumáticos en los últimos meses tras el despido de 129 redactores en su primera regulación de empleo en 37 años de existencia, o el error de la publicación de una falsa foto del presidente venezolano Hugo Chávez moribundo, esta aventura supone un paso adelante, su última y más ambiciosa apuesta internacional en un mercado potencial de más de 400 millones de hispanohablantes y en un territorio que vive una edad de oro del periodismo digital y la crónica narrativa.
Es un desafío insólito para un medio que aspira a ser global: interesar a lectores de 35 países, pero no es la primera vez que El País hace las Américas, donde lleva décadas poniendo el foco.
Sobre todo en México, dadas las vinculaciones editoriales de su primer presidente, Jesús de Polanco, con este país, cuya centralidad e importancia fueron siempre vitales para el grupo de prensa. Mucho antes de la revolución digital, en 1997, el rotativo ya imprimía la Edición de México, con páginas de información propia, y lanzó una versión on line diferenciada en 2012.
Muchas américas
Pero la tecnología permite ahora que lo que siempre fue un centro de interés y un mercado natural para un medio en español sea ahora una redacción, con un nutrido equipo de periodistas en la capital estadounidense y en el Distrito Federal, que gestiona una web autónoma con ambición de ser referencia no solo en el propio México, sino de Canadá a la Patagonia.
“Se trata de una marca de prestigio con un enfoque continental, buscamos los intereses comunes”, dice Caño, conocedor del continente y excorresponsal en México que, aunque suscribe que no hay una sola América, sino muchas, asegura que la regionalización no es un obstáculo, sino un acicate para el proyecto.
“Queremos tratar de localizar esos intereses comunes que la globalización ha puesto de manifiesto.
“No somos los primeros en intentarlo y hay otros que ya se encontraron con el problema. Pero estoy convencido, aunque no sé si el público lo detecta tan claramente, que lo que ocurre en Colombia es relevante para México y al revés”, asegura.
Para ello, contra el periodismo fast-food, de elaboración y consumo rápidos, además de historias propias y de material de interés procedente de la edición europea, se ha potenciado la red de colaboradores en las principales capitales latinoamericanas y se incorporan contenidos audiovisuales y digitales.
La edición incluye también algunas informaciones en inglés destinadas a un creciente número de lectores en Estados Unidos con interés en los acontecimientos de América Latina, pero que desconocen el español.
“Es ahora o nunca”, dice Caño. “No pretendemos sustituir una agenda por otra, queremos dar voz al mayor número de voces posibles. Con humildad y con mucha calma, pero ahora.
“Como decía Rahm Emanuel, el consejero de Obama, si esperas mucho, otro llegará antes que tú”, asegura, consciente de que la supremacía del periodismo anglosajón parece imbatible, pero de que hay espacio para una alternativa en español.
A su favor
El imparable crecimiento de las clases medias en toda la región, el despegue económico del continente y la fuerte presencia de la minoría hispana en Estados Unidos hace la apuesta de El País doblemente interesante.
No porque se trate de vender masivamente periódicos como ocurría en otros tiempos en Europa o en Estados Unidos, sino porque aspira a contribuir, en vista de la penetración de Internet y como antes ocurría con la vieja prensa de calidad, la función de socialización, democratización y educación de esas clases ascendentes y cada vez más pujantes, clave para la consolidación de la democracia en todo el continente.
Durante casi 125 años el único periódico paneuropeo digno de tal nombre fue el International Herald Tribune, un diario estadounidense, mitad Washington Post mitad New York Times, pero hecho en París. ¿Será esta también la paradoja de El País?