El estado de salud del Papa emérito Benedicto XVI ha causado conmoción en la comunidad católica en el mundo después de que su biógrafo, el alemán Peter Seewald, asegurara que el pontífice está “extremadamente frágil”.
El diario alemán Passauer Neue Presse fue el primero en divulgar la noticia. En la publicación, el periódico cita al biógrafo, quien asegura que la capacidad intelectual y la memoria del Papa emérito no se han visto afectadas, pero su voz apenas es audible.
Joseph Ratzinger, de 93 años, tiene un diagnóstico de erisipela, una enfermedad causada por una infección bacteriana de las capas externas de la piel que se caracteriza por hinchazón y placas rojizas en el rostro y que causa fiebre alta, escalofríos y malestar general.
Esta enfermedad, al igual que otras infecciones, es tratada con antibióticos y un coctel de otros medicamentos para aliviar los malestares.
Peter Seewald se reunió con el pontífice en Alemania durante el fin de semana, y de acuerdo con sus declaraciones al Passauer Neue Presse, el Papa se mostró optimista y contempla la posibilidad de volver a escribir si recupera sus fuerzas.
Después de que la noticia diera la vuelta al mundo, el Vaticano lanzó un comunicado para tranquilizar a la comunidad, en el cual informó que Benedicto XVI se recupera de una enfermedad dolorosa, pero no grave.
“Las condiciones de salud del Papa emérito no son motivo de preocupación particular, más allá de las de una persona de 93 años”, dijo Monseñor Georg Gänswein, secretario personal del pontífice.
A esto se suma que, después de las noticias y la información divulgada por la Iglesia católica, el diario italiano Il Messaggero publicó que en su testamento espiritual, Joseph Ratzinger expresa su deseo de que sus restos reposen en la antigua tumba de su predecesor, el papa Juan Pablo II, en la cripta de San Pedro.
El revuelo de esta información ha puesto a la vista una vez más el deterioro en la salud de Benedicto XVI, es por ello que en reiteradas ocasiones el secretario personal del pontífice ha declarado que el Papa mantiene la lucidez aunque tiene dificultades para caminar y problemas de visión.
Si bien, desde que decidió alejarse de sus labores como representante de la Iglesia católica, su figura es el estandarte, aunque en algunos casos ha sido relacionado con situaciones polémicas y con el conservadurismo de la religión, en medio de los cambios impulsados por algunos sacerdotes para revertir la pérdida de fieles.
“Se le da demasiado peso al Papa Benedicto XVI y si bien es una figura importante para el Vaticano, la Iglesia no se mueve sólo por un líder. Hay otras fuerzas que podrían incidir en algunos cambios necesarios para la Iglesia”, declara la doctora Claudia Rangel Lozano, académica de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
La especialista detalla que el debate respecto a la modernización de la Iglesia se centra en el celibato y en la posibilidad de que las mujeres sean sacerdotisas y en ambos temas, la posición del Papa Benedicto XVI ha sido de rechazo.
“Con la eventual muerte del Papa, a lo mejor una parte más progresista de la Iglesia pudiera abrir varios temas como el de la pederastia, ante el que Benedicto XVI guardó silencio”, declara la especialista.
Por el contrario, el maestro Maurilio Suárez, especialista en Ciencias Religiosas de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad La Salle declara que si bien el pontífice es garante de la sana doctrina, no es un anticuado y fue un impulsor de la reforma de la Iglesia católica que comenzó en la segunda mitad del siglo pasado, con el Concilio Vaticano II.
“Lo pintan como ultraconservador y es una imagen que no le hace justicia. Es un Papa innovador y quien da pie a la transformación de la Iglesia es él. Empieza a poner sobre la mesa algunos puntos interesantes a los que el Papa Francisco les da ejecución”, declara el académico de la Universidad La Salle.
Deuda eclesiástica de Benedicto XVI
Joseph Ratzinger fue elegido como Sumo Pontífice de la Iglesia católica en el segundo día del Cónclave que se realizó el 19 de abril de 2005 en el Vaticano, tras la muerte de Juan Pablo II.
Benedicto XVI, nombre que eligió como homenaje a Benedicto XV, quien fue conocido por su afán evangelizador, es el Papa 265 de la historia de la Iglesia y el sexto alemán desde Víctor II, quien estuvo al frente del Vaticano de 1055 a 1057.
De origen alemán, durante la Segunda Guerra Mundial fue enrolado en los servicios auxiliares antiaéreos del ejército de su país, de acuerdo con la información sobre su biografía compartida por el Vaticano.
Ocho años después de liderar la Iglesia católica, Benedicto XVI presentó su renuncia en una reunión de cardenales el 11 de febrero de 2013, en la cual en latín expresó que se sentía demasiado cansado para dirigir a la institución que tiene más de 1.3 mil millones de fieles en el mundo.
En el momento de la renuncia de Benedicto XVI, el Vaticano se vio envuelto en una serie de problemas financieros, escándalos de abuso sexual y luchas internas entre burócratas que dieron lugar a filtraciones de documentos importantes, conocidos como Vatileaks.
Estos documentos relacionaron a la Iglesia con actos de corrupción y fueron divulgados por el periodista Gianluigi Nuzzi, a quien se los habría hecho llegar el mayordomo del papa Benedicto XVI.
Tras ser el primer Papa en renunciar en los últimos 600 años, Joseph Ratzinger vive en el convento de clausura Mater Ecclesiae, que se encuentra ubicado en el Monasterio de los Jardines de la Ciudad del Vaticano, en Roma.
“Si el Papa Benedicto XVI falleciera, perdemos al teólogo más eminente del Siglo XX”, declara Maurilio Suárez, de la Universidad La Salle.