Cuando Obama levantó muchas de las restricciones para viajar a Cuba se pensó que multitud de estadounidenses invadirían la isla en busca de intercambios culturales.
Pero mientras que quienes apoyaban las medidas pensaron que fomentarían un mayor entendimiento entre dos viejos rivales de la Guerra Fría, otros afirmaron que se estaban abriendo las puertas para que numerosos estadounidenses sedientos de ron y playa gastaran sus dólares en la isla y beneficiaran a su gobierno comunista. Y se movilizaron para impedirlo.
Esos sectores parecen haber ganado un round dentro de la pelea.
Los obstáculos
Varias agencias de viajes se quejan de que, un año después de que entraron en vigor las medidas de Obama, les cuesta mucho renovar sus licencias, tienen que cancelar viajes, despedir gente y pierden millones de dólares en ingresos no devengados.
Algunos agentes dicen que eso se debe al acuerdo de la Casa Blanca con el senador de ascendencia cubana Marco Rubio, algo que la oficina del legislador admite con orgullo.
El 10 de mayo entraron en vigor medidas que obligan a las agencias a justificar sus itinerarios y dar abundantes detalles de las visitas ya organizadas.
“Básicamente tenemos que justificar que cada minuto de cada día constituye un contacto de persona a persona”, que es el único tipo de contacto permitido por las leyes actuales, expresó David Harvell, del Centro de Estudios Cubanos con sede en Nueva York.
Dijo que la solicitud de renovación de su organización, que todavía no ha sido completada, tiene varios cientos de páginas y que las trabas burocráticas los obligaron a suspender seis viajes que tenían programados.
Razones y restricciones
El tema de fondo es la naturaleza de las visitas que permite la ley.
El embargo económico que implantó Washington hace medio siglo prohíbe el turismo estadounidense en Cuba, pero los estadounidenses pueden viajar a la isla en el marco de visitas religiosas, educativas o culturales, siempre y cuando tengan una licencia que los autoriza a visitar ese país.
El gobierno de Obama restableció los intercambios que fomentan el contacto “de persona a persona” en abril del 2011 y la Oficina de Control de Bienes Extranjeros del Departamento del Tesoro, encargada de hacer cumplir el embargo, concedió 140 licencias a agencias de viajes que abarcan desde visitas a escuelas cubanas hasta recorridos de fábricas de cigarros y festivales musicales.
El aspecto clave es que las visitas deben facilitar el contacto con ciudadanos cubanos y deben tener fines educativos. O sea, se fomentan los seminarios y talleres en lugar de rumba y mojitos.
Hay quienes dicen que las agencias de viajes abusaron del sistema.
Insight Cuba, que trajo más de 2 mil estadounidenses a la isla en el último año, ofrece itinerarios que incluyen “Experimente el jazz de La Habana” y “aventuras con la apasionante música y arte cubanos”, así como visitas a plantaciones de tabaco.
Miedos de Guerra Fría
Eso fue cuestionado por Rubio, un republicano de la Florida, en un discurso ante el Senado en diciembre. El legislador dijo que los contactos de persona a persona constituían una “farsa” que “raya en el adoctrinamiento de estadounidenses por parte de funcionarios del gobierno de (Raúl) Castro” y exigió al gobierno que impusiese controles más estrictos.
“Esto no es otra cosa que turismo. Un turismo de estadounidenses que, en el mejor de los casos, tiene curiosidad por Cuba y, en el peor, simpatiza con el régimen cubano”, afirmó Rubio.
No está claro cuántos estadounidenses aprovecharon estos contactos personales, pero sin duda son miles.
Rubio demoró meses la confirmación de una importante diplomática, la subsecretaria de estado Roberta Jacobson, hasta que la Casa Blanca intervino en el tema.
Alex Conent, vocero de Rubio, admite que se llegó a un acuerdo en marzo, el cual allanó el camino para la confirmación de Jacobsen y generó nuevas medidas relacionadas con los viajes de estadounidenses a Cuba, que describió como “un paso necesario, que nos complace”.
Las quejas
Los operadores de tours dicen que las denuncias de Rubio son injustas y perjudicarán al cubano común, incluidos aquellos que, al amparo de recientes reformas económicas, abrieron restaurantes privados y otros negocios.
“Los detractores de los viajes siempre hablan de cómo se beneficia el gobierno de los estadounidenses que van allá, pero nunca hablan del efecto que tienen los viajeros estadounidenses en el pueblo cubano”, manifestó Tom Popper, director de Insight Cuba.
“Estos viajeros no van a la playa. Establecen un contacto personal con la gente, que genera esperanza y comprensión, así como un beneficio económico único. Privarlos de eso es casi cruel”.
Popper dijo que su organización tuvo que despedir a 22 empleados y perdió millones de dólares porque todavía no le renovaron la licencia. Agregó que peligran más de 150 viajes que esa organización sin fines de lucro tiene programados en los próximos 12 meses.
Otras organizaciones que esperan que el Departamento del Tesoro les renueve las licencias son el Instituto Smithsoniano, la National Geographic Society y la asociación de alumnos de la Stanford University.
John Sullivan, vocero del Departamento del Tesoro, le dijo a la Associated Press que esa dependencia se esfuerza por tramitar las licencias “lo más rápidamente posible”.
Sin mencionar a Rubio, Sullivan dijo que las nuevas disposiciones respondían a la sensación de que algunos viajes recientes no estaban encuadrados dentro de las pautas vigentes y que las agencias que organizan muchos viajes tienen que llenar más papeles ofreciendo detalles sobre las visitas.
“El programa que promueve contactos de persona a persona sigue robusto”, aseguró.
Otra portavoz del Departamento del Tesoro, Hagar Chemali, dio algunos ejemplos de las actividades que no son permitidas por las nuevas normas, incluidas caminatas por las calles adoquinadas de la Vieja Habana o visitas a mercados de agricultores.
Indicó que no están permitidas “transacciones relacionadas con actividades que son básicamente turísticas, incluidas actividades que promueven únicamente un enriquecimiento personal”. Agregó que algunos grupos eran demasiado grandes como para fomentar un “contacto (personal) significativo”.
Algunos operadores de tours afirman que las demoras en la tramitación de las licencias aumentaron en los últimos meses.
“Está todo casi paralizado desde el primero de julio”, sostuvo Bob Guild, vicepresidente de Marazul Charters Inc., que organiza vuelos chárter a Cuba e intercambios.
Sullivan negó que se hayan endurecido las medidas a partir de julio.
Los operadores de tours están sintiendo las demoras en sus bolsillos. La temporada alta en Cuba comienza a mediados de octubre y dura hasta abril, y generalmente toma un par de meses organizar un viaje.
Harvell, del Centro de Estudios Cubanos, dijo que su organización está dispuesta a hacer lo necesario para conseguir la licencia, pero se quejó de que el Departamento del Tesoro cambió las normas.
Harvell y otros operadores de tours niegan que las visitas representen una propaganda castrista y cuentan que los viajeros a menudo comentan la sorpresa que les da el hecho de que los cubanos hablen tanto de sus padeceres.
Peggy Goldman, presidenta de Friendly Planet, otra agencia que espera la renovación de su licencia, dijo que los intercambios le permiten a los cubanos aprender acerca del estilo de vida de los estadounidenses y viceversa.
“No entiendo por qué hay gente que se opone a este tipo de programas porque, de una forma delicada, no estridente, es un gran ejemplo para los cubanos de que vale la pena imitarnos”, comentó. “Si están siendo resistidos por arcanas maniobras políticas, es una lástima”.(AP)