El temor de las mujeres en Afganistán
En 2001 las mujeres afganas comenzaron a recuperar sus derechos tras una década de estar sometidas al régimen talibán, una lucha que se ve amenazada tras el acuerdo de paz firmado con EU en febrero, el cual llevaría a las tropas norteamericanas a retirarse del país
Viviana BranEn Afganistán, las voces de las mujeres apenas se pueden oír. A pesar de que muchas aprovecharon las libertades que surgieron después de la invasión estadounidense y el colapso del gobierno talibán en 2001 para ir recuperando sus derechos, dentro de ellas permanece el temor de que vuelvan a ser silenciadas, violentadas y asesinadas, más ahora que los talibanes en Kabul comienzan a recuperar fuerza y poderío.
A lo largo de la historia, los derechos de las mujeres afganas se han ido modificando. Desde el Siglo XX, diferentes gobiernos de Afganistán intentaron mejorar la situación de la mujer dentro de los esfuerzos de modernización del país.
Sobre todo en 1978 cuando se instauró el gobierno comunista, se realizaron notables reformas que favorecieron a las mujeres afganas, como la prohibición de los matrimonios forzados y programas generales de alfabetización.
Pero dichas iniciativas no fueron bien recibidas por los dirigentes tribales e islámicos, ya que las consideraron una imposición de los valores laicos occidentales, ajenas a la cultura y contrarias al Islam.
En 1979, dichos dirigentes organizaron una oposición armada, luego de que la guerra civil estallara con la invasión de las tropas soviéticas que apoyaban al gobierno comunista de Afganistán. Después de 10 años en batalla, fue hasta 1992 cuando el gobierno comunista de Babrak Karmal cayó y el territorio afgano, así como sus instituciones administrativas quedaron en manos de los grupos combatientes fundamentalistas islámicos denominados muyahidín.
La vida de las mujeres afganas cambió de manera drástica a finales de 1994, cuando la fuerza política y militar de los talibanes se instauró en territorio afgano, luego de haber derrotado y juzgado a grupos muyahidín por actos de corrupción.
Daniela López Rubí, maestra en estudios internacionales y profesora de asignatura en la Facultad de Estudios Superiores Aragón de la UNAM, comenta que a partir de que se instauró el grupo talibán, al régimen legal se le comenzó a dar una interpretación ultraconservadora de los principios musulmanes y fue en ese momento que se limitaron los derechos de las mujeres.
“Los talibanes les prohibieron vivir de forma independiente, no podían salir a la calle sin ser acompañadas por un hombre, se les impuso el uso de la burka, una vestimenta que se caracteriza por cubrirles todo el cuerpo”, explica.
“Durante ese periodo también fueron excluidas del empleo y la educación. A partir de los ocho años a las niñas no se les permitía estar en contacto directo con hombres que no fueran un pariente de sangre y las mujeres que estuvieran a punto de parir no podían ser atendidas por varones en el hospital, lo que provocó un aumento en los índices de mortandad”, afirma la internacionalista.
Incertidumbre para el futuro en Afganistán
Tras el derrocamiento del régimen talibán por las tropas estadounidenses a finales del 2001, los derechos de las mujeres comenzaron a recuperarse de forma gradual.
La Constitución democrática de 2004 les ayudó a rescatar parte de las garantías individuales que les fueron arrebatadas en las últimas décadas, sin embargo, este avance sólo fue desde el punto de vista legal, ya que el peso de la tradición, especialmente en las zonas rurales, sigue siendo desfavorable para el reconocimiento de los derechos de las mujeres que viven en Afganistán.
Después de años de luchas e injusticias, en 2020 una duda se sembró en las mujeres luego de que en febrero se firmara un acuerdo de paz que pondría fin a los 18 años de derramamiento de sangre entre Estados Unidos y Afganistán.
Y es que a medida de que las tropas estadounidenses comiencen su retirada, existe la posibilidad de que los talibanes recuperen presencia en el territorio afgano.
A pesar de que grupos de mujeres activistas han organizado reuniones expresando su apoyo a la tregua y a una paz duradera, muchas de ellas temen que los pocos avances conseguidos bajo la Constitución de 2004 se sacrifiquen en aras de intereses políticos ajenos.
De hecho, a partir de que se firmó el acuerdo de paz, Estados Unidos dejó la negociación de los derechos de las mujeres al diálogo interafgano. Al respecto, Wakil Ahmed Muttawakil, ministro de Asuntos Exteriores del régimen de los talibanes, se mostró cordial y consciente de la necesidad de proyectar una imagen de moderación.
Sin embargo, durante las reuniones que ha tenido con representantes de la sociedad civil a lo largo del último año, dijo que respetaba el derecho de las afganas a la educación, el trabajo y la salud, pero sólo dentro de los límites de la ley islámica y de la cultura afgana.
Para Arlene Ramírez Uresti, internacionalista del Tecnológico de Monterrey, en Afganistán al no existir unidad nacional y sí complejidad étnica bastante importante, se podría generar una fragmentación de tribus, es decir, una división entre grupos raciales que podrían ser más radicales o liberales, y con eso abrir la posibilidad del regreso de un régimen talibán.
“Si empiezan a haber disputas entre estos grupos y el gobierno, puede que el sistema actual no tenga la capacidad de generar unión y el movimiento los sobrepase, como hace algunos años. Lo que en este momento enciende las alarmas es que a pesar del acuerdo de paz, que se firmó en febrero, se puede esperar cualquier cosa del líder de Estados Unidos, Donald Trump, sobre todo ahora que está en campaña presidencial y se le ocurra dar la orden de una intervención para que se militarice de nuevo la región”, señala la experta.
Ramírez Uresti menciona que ante todo las mujeres siguen luchando por reivindicar su posición y ganarse algo digno, luchan porque el régimen talibán no regrese en algún momento de transición política en Afganistán.
“Hasta ahora, este país se ha recuperado y ha generado condiciones más tolerantes y amables hacia las mujeres, sin embargo, no se debe perder de vista que aún existen escenarios complejos”, considera.