El próximo viernes 21 de febrero será un día de vital importancia en Irán. No solamente están en juego las elecciones legislativas, sino que el resultado de las mismas y los incidentes que pudiera haber el día de la jornada podrían agravar la crisis política y económica que padece el país de oriente medio.
Por un lado y según encuestas, los conservadores y el abstencionismo son los favoritos. Incluso, medios internacionales han publicado que algunos sectores del pueblo iraní hartos del presidente Hasán Rohaní buscan boicotear la jornada.
El actual régimen ha movilizado la maquinaria del Estado para hacerse con la victoria, prohibiendo al menos a 9 mil candidatos opositores.
La elección además se producirá en un momento en el que la República Islámica se encuentra sometida a las duras sanciones por parte de Estados Unidos y a la tensión de un posible enfrentamiento militar.
Internamente, el país ha sido escenario de manifestaciones en contra del gobierno debido a la alza en los precios de los combustibles, pero lo que impera en la sociedad iraní es el desencanto ante un presidente que les prometió mucho y que les ha cumplido poco.
Incluso las protestas que iniciaron en noviembre del 2019 han dejado a más de 300 muertos, según cifras de Amnistía Internacional.
El 15 de junio del 2013, Hasán Rohaní ganó la elección presidencial poniendo fin a ocho años de una presidencia conservadora y en una época en la que se padecía una inflación del 30 por ciento.
En 2017, Rohaní fue reelegido con 57 por ciento de los votos bajo la promesa de mayores libertades y asegurando que los iraníes se beneficiarían de los frutos de acercarse a occidente.
Entre las dos elecciones, en 2015 el Ejecutivo de Irán selló el acuerdo internacional sobre el programa nuclear de Teherán, lo que le permitió salir de su aislamiento económico con la promesa de que su programa no tenía objetivos militares.
Tres años después, el pacto fue considerado letra muerta después de la retirada de Estados Unidos y el restablecimiento de las sanciones que han hundido cada vez más la economía de Irán.
¿Qué está en juego en Irán?
Mientras la popularidad de Rohaní baja, los conservadores se fortalecen por lo que una gran coalición de opositores podría ganar las elecciones legislativas.
Si el Parlamento iraní es controlado por la oposición, las cosas se complicarán más para el Ejecutivo ya que el Legislativo se encarga de redactar las leyes, ratifica tratados internacionales y aprueba el presupuesto.
Además, con esta posible victoria de los conservadores, tendrían mayor margen de maniobra para ganar las elecciones presidenciales de Irán en 2021.
El próximo 21 de febrero los iraníes acudirán a las urnas para elegir a los 290 legisladores que conformarán la XI Asamblea Consultiva Islámica.
Las personas que busquen ser candidatos deberán asegurarse de no de tener antecedente penales, tienen que creer en la República Islámica y en el Gobierno de la Jurisprudencia, deberán de contar con una maestría y estar física y mentalmente sanos.
Los candidatos deberán ser aprobados por el Consejo de Guardianes, el cual está controlado por el líder supremo de Irán, Alí Khamanei.