Francia frena a Le Pen… por ahora
Tras una jornada electoral con una inusual baja participación ciudadana, los franceses eligieron a Emmanuel Macron como nuevo presidente del país, lo que en teoría asegura una continuidad en las políticas del mandatario saliente François Hollande.
La segunda vuelta electoral dejó también la imagen de la derrota de la candidata del Frente Nacional, Marine Le Pen, quien quedó más de 25 puntos por debajo de Macron, lo que confirma el freno a los movimientos populistas de derecha en Europa, pero que de ninguna forma sepulta a este partido opositor.
Carlos Salazar
Tras una jornada electoral con una inusual baja participación ciudadana, los franceses eligieron a Emmanuel Macron como nuevo presidente del país, lo que en teoría asegura una continuidad en las políticas del mandatario saliente François Hollande.
La segunda vuelta electoral dejó también la imagen de la derrota de la candidata del Frente Nacional, Marine Le Pen, quien quedó más de 25 puntos por debajo de Macron, lo que confirma el freno a los movimientos populistas de derecha en Europa, pero que de ninguna forma sepulta a este partido opositor.
Francia no es Estados Unidos, ni el Reino Unido, países donde en 2016 los ciudadanos apoyaron los movimientos que se alzaban en contra de lo establecido; Donald Trump contra Washington y el brexit contra la Unión Europea. En la tierra de Charles de Gaulle se le dio un voto de confianza a lo conocido y una negativa a lo desconocido.
Los franceses decidieron seguir un camino diferente y apostar a la estabilidad en un momento donde en todo el globo crecían los candidatos y las propuestas nacionalistas y populistas, donde se había llegado a un alto nivel de hartazgo.
La ultraderechista Le Pen, con su promesa de realizar un referéndum para votar la salida de Francia de la UE y endurecer las medidas migratorias, sufrió la derrota más abultada en segunda vuelta desde 2002, donde el perdedor fue precisamente su padre, vencido por Jacques Chirac.
Emmanuel Macron hizo válidas todas las tendencias de los sondeos publicados tras la primer ronda electoral y tuvo una imponente victoria, hasta el cierre de esta edición las proyecciones le daban entre un 62 y 63 por ciento de los votos, contra un 37 por ciento de Le Pen.
Sin embargo, aunado a una de las más bajas participaciones del electorado francés en décadas, el elevado número de votos en blanco y nulos, y el hecho de que casi 4 de cada 10 franceses hayan respaldado las propuestas eurófobas y xenófobas de Le Pen, habla de una profunda división en el país galo, donde muchos no dejan de cuestionarse la conveniencia del gran pacto europeo.
Aunque para la Unión Europea, el triunfo de Macron supone un respiro para el futuro inmediato de la alianza continental, el Frente Nacional se coloca ahora como la principal fuerza opositora en Francia, con la mira puesta en las elecciones legislativas del próximo junio, donde quiere confirmarse como un partido importante y seguir impulsando su propuesta separatista.
Aunque tanto en Holanda, como ahora en Francia, no hay duda de que los movimientos nacionalistas antisistema han sufrido dolorosos reveses electorales, quizá su mayor logro ha sido poner en la agenda su ideario y sus propuestas (algunas radicales) que ya forman parte del debate.
La tarea de Macron
El próximo domingo 14 de mayo que Emmanuel Macron tome protesta como nuevo presidente de la República Francesa se convertirá en el mandatario más joven en la historia del país, posterior a la revolución del siglo XVIII.
Macron, de 39 años, ya es también uno de los presidentes que han resultado electos con mayor claridad en las urnas, solo después de Jacques Chirac, quien en 2002 ganó con el 82 por ciento de los votos.
“Un nuevo capítulo en nuestra larga historia empieza esta noche. Quiero que sea uno de esperanza y de confianza renovada”, han sido las primeras palabras de Macron tras conocerse los resultados electorales.
El ex ministro de Economía tendrá por delante un reto mayúsculo. Su llegada al Palacio del Eliseo es solo el primer paso del largo camino que le queda por recorrer, pues no solo tendrá que hacer frente a los problemas -tanto económicos, migratorios y de diversas índoles que tiene Francia-, sino que llegará en medio de uno de los momentos con mayor zozobra debido a los ataques terroristas que han azotado Europa en los últimos años, y en donde su país ha sido blanco recurrente.
Además, Macron tendrá que comenzar a delinear una estrategia que le permita reconectar con los electores que le dieron la espalda, en una Francia políticamente dividida y con el voto sumamente fragmentado.
Esta situación se pudo ver en la primera vuelta que fue la elección más cerrada y fragmentada en la historia reciente de Francia, y posteriormente en los comicios finales, donde un gran porcentaje de electores decidieron no respaldarlo al votar por Le Pen, anular su voto o no acudir a las urnas.
En cierta manera, Macron deberá convencer a aquellos que apoyan la salida de Francia de la UE, que el pacto es la mejor opción en este momento, y/o quizá buscar un acuerdo más benéfico para los franceses.
En el panorama más inmediato está el margen de maniobra que tendrá, pues para poder llevar a cabo su programa de gobierno tendrá que tender puentes con otros partidos, entre ellos los dos que han venido gobernando Francia durante los últimos 70 años, y que este domingo fueron vencidos.