Fratricidio en la casa

El PSOE está decapitado, dividido y desorientado. Sus miembros se enfrentaron esta semana en una guerra fratricida por el control del partido, que fue calificada por muchos analistas políticos como vergonzosa y grotesca, y que culminó con la renuncia de su secretario general, Pedro Sánchez.

 

Andrea Montes Renaud Andrea Montes Renaud Publicado el
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Si para el 31 de octubre no se ha logrado formar Gobierno, serán convocadas unas terceras elecciones en diciembre
Lo urgente, razonable y sensato es que haya Gobierno, y no se trata de ponerles exigencias ni a unos ni a otros. Sino de construir y de dejar los debates” 
Mariano RajoyPresidente del Gobierno español

El PSOE está decapitado, dividido y desorientado. Sus miembros se enfrentaron esta semana en una guerra fratricida por el control del partido, que fue calificada por muchos analistas políticos como vergonzosa y grotesca, y que culminó con la renuncia de su secretario general, Pedro Sánchez.

 

Para reconstruirse, el PSOE debe permanecer en la oposición, un análisis ampliamente compartido desde dentro del partido. 

 

Y sin embargo, casi nadie defendió públicamente la única solución para evitar las elecciones: votar a favor de la investidura de Mariano Rajoy. 

 

Y es que, al deshacerse de un secretario general molesto, el PSOE no resolvió las preguntas incómodas. 

 

Tras la renuncia de Sánchez las mismas melodías que suenen desde hace meses se siguen escuchando. 

 

¿Terceras elecciones? Una muerte segura. ¿La abstención a favor de Rajoy? Jamás. ¿Un gobierno alternativo? Imposible. ¿La solución? Silencio… 

 

Ese es el dilema de los socialistas: lo que sea que decidan, saben que lo van a pagar muy caro. Por lo que la única pregunta válida es aquella que haga el menor daño. Y ya más tarde vendrá la reconstrucción, si todavía es posible. 

 

Enredados en la dialéctica

 

En ese sentido, y para defender la solución de la abstención, algunos socialistas juegan a la dialéctica, explicando que no se trata de votar por Rajoy, sino “en contra de unas terceras elecciones”. 

 

Y desde esa posición, Mariano Rajoy se encuentra en una posición fuerte y el PSOE de rodillas. 

 

Mientras que Rajoy sabe que saldría fuertemente favorecido tanto si hay terceras elecciones, como si hay una abstención de votantes de izquierda, el PP podría incluso exigir al PSOE no sólo el apoyo a la nominación, sino también un acuerdo de gobierno que garantice la estabilidad de la próxima legislatura. 

 

Por el momento, un comité ejecutivo interino encabezado por el presidente regional de Asturias, Javier Fernández, fue designado durante el tiempo que tome elegir a un nuevo secretario general. 

 

Y aunque el presidente del Gobierno saliente ya haya calificado de “disparate” convocar a los españoles a unas terceras elecciones, el líder del Partido Popular, que apareció hasta ayer desde la crisis del PSOE, aseguró que pondría condiciones a los socialistas para negociar su investidura. 

 

El candidato del PP se reunirá lo antes posible con Javier Fernández para que se defina la postura de los socialistas. 

 

Y es que al PP no le basta ahora con la “abstención técnica” de unos cuantos diputados socialistas. 

 

“Por lo menos que tengamos la posibilidad de traer una legislación en la que, si quieren, nos pongamos de acuerdo y que cualquier abstención no sea una cuestión solo estratégica, sino una abstención que sea útil para los ciudadanos. Y la utilidad no consiste en que haya un Gobierno que dure un día sino un Gobierno que pueda gobernar”, dijo. 

 

Desde luego, la urgencia del PSOE no está allí. El sábado 8 de octubre un nuevo comité federal deberá fijar la posición del partido frente a la formación de un gobierno en España. 

 

¿Mantendrá el no a Mariano Rajoy? ¿O se decidirá por la abstención para permitir a la derecha formar un gobierno? Y es que no cabe duda que para la mayoría de los socialistas es esta última opción la que mejor se adapta a los intereses del PSOE. 

 

Fragmentación tras ‘el no es no’

 

Para Sánchez, que debía encarnar la transición de este partido desde su elección en 2014, estaba fuera de cuestión “traicionar” a sus electores de izquierda y aliarse a un partido salpicado por la corrupción. 

 

Mientras que para sus oponentes dentro del partido, lo más importante, además de evitar unas terceras elecciones, era mejor tener al PP gobernando en minoría que tener uno del PSOE con la izquierda radical de Podemos y los separatistas catalanes, sumado a las sucesivas pérdidas de las elecciones a nivel autonómico de los últimos dos años.

 

Pues si un gobierno no se ha formado para el 31 de octubre, unas terceras elecciones serán convocadas en diciembre. 

 

En este caso, no sólo la pérdida del PSOE está asegurada después del espectáculo desolador de los últimos días, sino que además, no tienen un líder que encabece la elecciones. 

 

La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz -considerada la instigadora del movimiento anti-Sánchez-, tendría mucha dificultad para reagrupar al partido en torno a su liderazgo. 

 

Y las posibilidades de Pedro Sánchez son nulas, aunque pretenda volverse a presentar.

 

Pues con 132 votos en contra y 107 a favor, Sánchez perdió la votación de su propuesta para celebrar con urgencia unas primarias que habrían servido para fortalecerlo, pero sobre todo, que hubieran puesto fin a las divisiones internas sobre la posición que el PSOE debía adoptar frente al estancamiento político que vive España desde hace nueve meses. 

 

Mientras tanto, en las calles cientos de simpatizantes socialistas gritaban y agitaban carteles con “el no es no”, esa frase que Pedro Sánchez repitió incansablemente durante los meses que Mariano Rajoy lo invitó a formar una “gran coalición” y resolver el problema de la fragmentación del Parlamento.

 
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