Focos rojos
Donald Trump será el presidente número 45 de Estados Unidos, pero dada su falta de experiencia, hacer predicciones sobre su línea de política exterior resulta difícil.
Neófito en política internacional, Trump podría favorecer un aislamiento que ya siembra ansiedad entre sus aliados.
Andrea Montes RenaudDonald Trump será el presidente número 45 de Estados Unidos, pero dada su falta de experiencia, hacer predicciones sobre su línea de política exterior resulta difícil.
Neófito en política internacional, Trump podría favorecer un aislamiento que ya siembra ansiedad entre sus aliados.
Algunos analistas predicen que, de hacer lo que prometió durante su campaña, se romperá la línea que tradicionalmente seguían los estadounidenses respecto a su agenda con Rusia, Medio Oriente, Europa y Asia.
En este sentido, durante el trumpismo es muy posible que se viva una época extremadamente polarizada.
Con la ultraderecha a la alza, el futuro de la socialdemocracia en Europa se vislumbra incierto, pues actualmente vive sus años más amargos con el voto de castigo en España, pero también en Francia, en donde la investidura del presidente socialista sufre los índices más bajos de popularidad en la historia del partido.
Y hay que agregar Gran Bretaña, en donde el partido Laborista no solo ha ignorado los reclamos de sus electores de clase obrera, sino que los ha empujado a sentirse seducidos por el discurso conservador de ultraderechistas como Nigel Farage, dirigente de UKIP y principal promotor del Brexit.
El triunfo de Donald Trump invalida la satanización de los discursos y partidos de ultraderecha en Europa. Pues resulta que los países en donde ha triunfado el discurso más pronunciado y xenófobo comparten una característica: la nostalgia de un pasado histórico de grandeza, y los años de poderosos imperios que los tientan a regresar a sus fronteras.
Así, en la víspera de las elecciones y referendos de alto vuelo en Europa, los ‘muros’ se instalan en el centro de los debates como argumento decisivo a la votación en las urnas. Por lo que si la socialdemocracia no resuelve sus escisiones internas de manera positiva, los demócratas europeos sufrirían la acentuada tendencia que hay hacia el autoritarismo que le cierra la vía a la oposición.
Ese autoritarismo que ya sucede en Rusia, en donde el partido de Putin domina al país con una mayoría en el Parlamento.
Analistas predicen
Donald Trump será el 45° presidente de Estados Unidos ¿qué perspectiva diplomática se dibuja
para los próximos cuatro años de trumpismo?
>Rusia: Trump ha anunciado su intención de acercarse a Rusia, lo que apacigua, en primer momento, la compleja tensión que existe entre Moscú y Washington. Pero Valdimir Putin expande sus maniobras políticas y su belicosidad.
>Francia: Celebrando la victoria de Donald Trump, Marine Le Pen, dirigente del Frente Nacional, celebra sus propias posibilidades de llegar al poder durante la contienda electoral del 2017 en Francia. Solo el 16% de los franceses confían en el presidente socialista François Hollande.
>Japón: el rearme de Japón podrían debilitar su relación, ya de por sí tensa con Corea del Sur y aumentar las tensiones políticas y territoriales con China.
>China: Trump anunció durante toda su campaña una “guerra comercial” contra China. Pero los chinos no dudan en demostrar abiertamente que van a recuperar el control regional.
>Alemania: Dispone de algo que nunca había existido desde el final de la Segunda Guerra Mundial: un partido de extrema derecha. El partido antimigrante Alternativa para Alemania (AfD) surge como la tercera fuerza política del país, después de la política migratoria de Ángela Merkel.
>Filipinas y Estados Unidos se desenvuelven desde el verano en medio de un clima bilateral particularmente tenso. Rodrigo Duterte ha estado alimentando un episodio de antiamericanismo amenazando con socavar una de las alianzas más importantes que tiene EU en el pacífico.
>Gran Bretaña: En plena negociación del Brexit, Donald Trump viene a reforzar muchos de los valores que llevaron a la salida del Reino Unido de la UE: odio al inmigrante, xenofobia, rechazo a la globalización, proteccionismo comercial y nostalgia del pasado.
>Corea del Norte: Kim Jong-un está preparado para lanzar un ataque nuclear contra Estados Unidos en caso de sentirse amenazado. Aunque Trump no esconde su aprecio hacia al dictador.
>Turquía: el autoritarismo de Erdogan se ha convertido en una problemática para Occidente. Figura
polémica que quiere hacer alienzas con los dos bandos: Europa y Rusia.
>Siria: Trump podría cooperar militarmente con Rusia y el presidente sirio Bashar Al-Assad para derrotar a ISIS y con ello confrontar los intereses de la OTAN.
>Irán: Trump ha desafiado públicamente el acuerdo nuclear firmado con Irán, un logro obtenido por Obama y las grandes potencias después de años de arduas negociaciones.
Europa: el triunfo de Donald Trump invalida la demonización de los discursos de odio y la popularidad de partidos de ultraderecha en Europa.
Asia: el pacífico es una zona que ha mantenido Estados Unidos bajo su hegemonía exclusiva durante un siglo
Medio Oriente: la tierra de nadie
El resurgimiento de Rusia, las maniobras de Vladimir Putin, y la alta belicosidad de Moscú obliga al sucesor de Barack Obama a tomar decisiones contundentes.
De momento Trump solo ha anunciado su intención de acercarse a Rusia, lo que apacigua la compleja tensión que existe entre Moscú y Washington, pero que probablemente afectará el papel que juegue Estados Unidos en la Guerra en Siria.
Pero este acercamiento coloca a Estados Unidos y a sus aliados europeos ante un dilema peligroso: Trump podría cooperar militarmente con Rusia y el presidente sirio Bashar Al-Assad para derrotar a ISIS y con ello confrontar los intereses de la OTAN.
Y aunque existen pocas posibilidades de que Trump desmantele la OTAN tampoco hay que olvidar el papel que juega el presidente de Turquía.
Recep Tayyip Erdogan ya se ha convertido en una figura problemática para Occidente haciendo alianzas con todos, incluyendo Rusia, y utilizando como moneda de cambio a los miles de refugiados que acoge después de firmar un acuerdo con Europa, y que amenaza con cancelarlo para chantajear a sus vecinos europeos a cambio de concesiones.
Además, durante su campaña, Trump desafió públicamente el acuerdo nuclear firmado con Irán, un logro obtenido por Obama y las grandes potencias después de años de arduas negociaciones.
Asia: alta tensión nuclear
En todo este asunto, también está la parte asiática, esa a la que Donald Trump no se cansó de anunciarle una “guerra comercial” contra China durante toda su campaña.
Y aunque otros predicen que podría verse tentado a actuar en términos de intercambio y renegociación de los acuerdos comerciales en el Pacífico, su victoria podría alimentar la proliferación armamentista en el continente, que está entrando a una nueva fase de tensión nuclear.
Y es que, Barack Obama deja el poder justo cuando hay una China que abiertamente demuestra que quiere recuperar el control regional, y que como Donald Trump, no esconde su aprecio hacia al dictador de Corea de Norte, Kim Jong-un.
Pero el Pacífico es una zona que ha mantenido Estados Unidos bajo su hegemonía exclusiva durante un siglo, por lo que las demostraciones de “respeto y admiración” hacia el dictador, sumado a la guerra comercial que quiere emprender el republicano contra China, pone en contradicción las tradicionales alianzas militares que tiene Estados Unidos en la región.
Y los dos principales socios de Washington, Japón y Corea del Sur, podrían verse tentados a encontrar un nuevo refugio detrás de la bomba nuclear.
Por otro lado, ligados por un tratado de defensa mutua, Filipinas y Estados Unidos se desenvuelven desde el verano en medio de un clima bilateral particularmente tenso.
Desde que el nuevo presidente Rodrigo Duterte llegó al poder a finales de junio, no ha dudado en desafiar verbalmente a Estados Unidos, acusándolo de tratar a Manila como un vasallo, y su distancia con Washington amenaza con adoptar una política exterior independiente, construida en base a alianzas con Pekín y Moscú.
En este sentido, Duterte ha estado alimentando un episodio de antiamericanismo visceral amenazando con socavar una de las alianzas más fuertes que tiene Estados Unidos en el sudeste asiático: una región en la que China afirma sus pretensiones territoriales tratando de imponer sus intereses económicos.
Y por último, Japón
Durante más de 70 años el pacifismo fue el núcleo de la política exterior de Japón después de los horrores de la Segunda Guerra Mundial y el trauma de los bombardeos nucleares de Hiroshima y Nagasaki.
La esencia de este pacifismo se condensaba en su artículo 9 de la Constitución, el cual se renunciaba para siempre a la guerra como derecho soberano de la nación, pero que está en proceso de ser modificado.
Pero, ¿hasta qué punto la reforma constitucional pacifista y el apoyo a la estrategia norteamericana en Medio Oriente en su la lucha contra ISIS es, más bien, la medida ideal para frenar la influencia de China en la región?
Y es que para sus vecinos, las nuevas medidas tomadas por Japón podrían debilitar su relación, ya de por sí tensa con Corea del Sur y aumentar las tensiones políticas y territoriales con China.
De las promesas a las realidades
En todos los países del mundo existe una brecha entre las promesas de campaña y las decisiones tomadas una vez en el poder.
Donald Trump ha considerado a la OTAN como una organización “obsoleta y costosa”, pero será difícil que logre organizar su desmantelamiento.
Del mismo modo que será difícil verlo borrar un acuerdo nuclear firmado con Irán, y en el que participan otras cinco potencias. Y de hacerlo, tampoco está claro cómo es que va a poder cooperar con Rusia y el régimen sirio, mientras que Irán apoya a Assad.
Y tampoco cómo es que podrá eliminar a ISIS sin una intervención militar de Estados Unidos en el Medio Oriente.
Al igual que todos los candidatos sin experiencia, Donald Trump se enfrentará una vez que llegue al poder, al principio de realidad.