El periodista italiano que fue juzgado por el Vaticano por publicar documentos confidenciales ha escrito un libro nuevo en el que denuncia una serie de pecados católicos, como sexo gay en el seminario juvenil de la Santa Sede.
“Peccato originale”, de Gianluigi Nuzzi, salió a la venta el jueves. Nuzzi dijo que sus abogados entregaron en mano un ejemplar al fiscal en lo penal del Vaticano y señaló que al menos uno de los seminaristas era menor de edad cuando se produjeron los hechos denunciados.
El Vaticano no hizo declaraciones de inmediato.
El libro reproduce documentos del banco del Vaticano, agitado por escándalos, que revelan la existencia de cuentas multimillonarias a nombre de los papas Pablo VI y Juan Pablo II, así como de sus secretarios privados. Alega que poderes ocultos en la Santa Sede bloqueaban las reformas del papa Francisco y su predecesor Benedicto XVI.
El libro indaga en uno de los mayores misterios del Vaticano, la desaparición en 1983 de Emanuela Orlandi, la hija de 15 años de un empleado.
Recopila años de revelaciones sobre la subcultura gay del Vaticano, en particular sobre el preseminario San Pío X para estudiantes de secundaria que sienten una posible vocación para el sacerdocio.
Nuzzi reproduce una carta y declaración de un ex seminarista gay quien relata cómo un adulto, ahora sacerdote, entraba a su dormitorio y tenía sexo oral con su compañero de cuarto. El libro reproduce una carta de 2014 de la Congregación para la Doctrina de la Fe al ex seminarista en la que dice haber determinado que no hubo abuso sexual de un menor, pero que remitía el caso a la oficina del clero.
Nuzzi dijo a la prensa el jueves que el compañero de cuarto era menor de 18 años cuando se produjeron las relaciones. No lo identificó, como tampoco al sacerdote.
Nuzzi y su colega Emmanuele Fittipaldi fueron juzgados por una corte vaticana en 2015 tras publicar libros basados en documentos filtrados que revelaban actos de codicia, mal manejo y corrupción en los niveles más altos de la Iglesia. En julio de 2016, después de un juicio de ocho meses, la corte penal vaticana declaró que no tenía jurisdicción para juzgarlos.
La corte condenó a dos personas por filtrar los documentos y absolvió a una tercera.