A dos años de la llamada Revolución de la Dignidad, que logró derrocar al presidente Víctor Yanukovich, la Maidán sigue en deuda con los ucranianos.
Los niveles de corrupción en el gobierno siguen igual o peor que antes y no ha llegado todavía el castigo prometido a los responsables de la muerte de manifestantes que ocupaban la Plaza de la Indepedencia en Kiev hace dos años.
La desilusión y la inestabilidad regresa a Ucrania ahora con la renuncia del primer ministro, Arseni Yatseniuk, considerado un político más cercano al europeismo que a Moscú.
El exministro anunció su dimisión el domingo pasado durante un programa de televisión en directo asegurando “haber hecho todo lo posible para garantizar la estabilidad del país y construir una transición pacifica”.
Y señaló que dejaba su “puesto de primer ministro de Ucrania”, porque “la crisis política en el país está siendo gestada de forma artificial”.
La renuncia de Arseni Yatseniuk fue aprobada este martes por el Parlamento y por el presidente de Ucrania, Petro Poroshenko, que ya designó a Volodymyr Groïssman – al actual presidente del Parlamento-, para sucederle.
La crisis del gobierno de Yatseniuk se da tras varios meses de críticas por parte de la coalición con la que gobierna, por parte de la oposición e incluso de la propia Unión Europa, por incumplir sus compromisos de reformar el país después de la Revolución del Euromaidán.
Estas protestas provocaron el derrocamiento del gobierno prosoviético de Víctor Yanukóvich en el 2014, entonces al frente del Partido de las Regiones.
Este hecho le supuso la elección como Primer Ministro para iniciar la transición de un gobierno pro-ruso a un gobierno de coalición pro-europeo.
Yatseniuk, de 41 años, no ha declarado nada sobre el papel que se propone desempeñar en la política ucraniana en el futuro, pero aseguró que a partir de “hoy su campo de acción será mucho más amplio del que me permitían mis facultades como primer ministro”.
La escalada de violencia
Arseni Yatseniuk ganó gran popularidad en el 2014 por postura antirrusa, su petición de adhesión a la Unión Europea y su voluntad por integrarse a la OTAN.
Nombrado primer ministro en febrero del 2014 -tras la crisis que atravesaba el gobierno de Víktor Yanukóvich en el 2013-, Yatseniuk estaba determinado a romper la tradición prosoviética de sus predecesores aprovechando la profunda división en la que estaba sumida el país.
El 41 por ciento de los ciudadanos consideraban que la prioridad de Ucrania debía ser su integración a la UE, mientras que el 33 por ciento opinaba que debía fortalecerse la cooperación con Rusia.
Las primeras protestas contra el gobierno de Yanukóvich pronto desembocaron en disturbios, que fueron creciendo en intensidad y violencia, al punto de que el Parlamento ordenó castigar a los manifestantes, además de prohibir la “ocupación” de la Plaza de la Independencia en Kiev (Maidán), corazón de las protestas en la capital.
Esto fue tomado por la población como una censura a su libertad de expresión y una represión a su derecho de manifestación.
Desde entonces, las protestas provocaron una escalada de violencia dejando más de 60 muertos y un centenar de heridos, principalmente en los alrededores de la Plaza de la Independencia.
Las imágenes, que dieron la vuelta al mundo a través de las redes sociales, conmocionaron a la comunidad internacional.
Tras el cese de las protestas, que concluyeron con la destitución del presidente por “abandono de sus funciones” -a raíz de su huida y reaparición en Rusia, una semana después-, los manifestantes dieron todo su apoyo al nuevo Gobierno de Unidad Nacional, cuyo primer ministro sería Yatseniuk.
…Y la caída
En caso de que se rompa la coalición, el gobierno se mantiene en funciones a la espera de que se conforme una nueva mayoría parlamentaria en un plazo máximo de 30 días. De no conseguirse, se convocan elecciones anticipadas que abre el camino para un nuevo gobierno en Ucrania.
Ucrania se enfrenta a la peor crisis económica de su historia a pesar de la política de austeridad presupuestaria que le ha permitido obtener una cantidad considerable del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Pero en febrero de este año, la FMI amenazó con cortar la ayuda financiera que le prometió a Kiev frente a la “lentitud” con la que está luchando contra la corrupción de su país.
Situación que empeoró con el escándalo de los Panamá Papers, en donde se revela que Poroshenko creó tres sociedades opacas en la Islas Vírgenes, en Chipre y en Holanda en agosto de 2014, justo cuando estalló la crisis en Ucrania.
Estas revelaciones podrían acelerar las reformas contra la corrupción que la Comisión Europea exige para continuar con el programa de ayudas al país.
Con esta situación, la aceptación del gobierno fue en picada, especialmente en los últimos dos meses, debido al fracaso de las reformas prometidas y los escándalos de corrupción endémica que se extienden por todo el gobierno.
Con el índice de aprobación del 8 por ciento en las encuestas, la coalición que formó con el actual presidente Petro Poroshenko, se ha debilitado al punto de que, incluso, el mismo Poroshenko le pidió su dimisión en febrero de este año.
Tras el fracaso de esta primera destitución, la coalición que hoy gobierna Ucrania está a punto de colapsar.El partido del presidente y su exministro ya no cuenta con la mayoría parlamentaria para poder formar gobierno.