Hace unas semanas saltó la alarma mediática por el desabastecimiento de productos –la mayoría básicos, pero no todos– en los supermercados de Venezuela.
En concreto, el 16 de mayo, El País explicaba que a la escasez cíclica de alimentos como la harina, el pollo, el desodorante, el aceite de maíz, el azúcar o el queso había que sumar ahora la falta, en principio puntual, de papel higiénico, producto que empezó a ausentarse de las estanterías desde abril y del cual el gobierno anunció la semana pasada que importaría 50 millones de rollos.
Pero no sólo papel del baño, sino también unas 760 mil toneladas de alimentos como aceite, leche completa en polvo, carne de res, atún, sardina en lata y azúcar crudo. El coste estimado de los productos se estima en 466 millones de euros, según el periódico chileno La Tercera, que precisó además que éstos llegarían de países aliados.
La corresponsal en Caracas del diario colombiano El Tiempo, Valentina Lares Martiz, explicaba el pasado mes de marzo que el problema de la escasez de productos básicos responde a un desajuste económico que se siente desde hace años y que comenzó como un “asunto localizado” que se resolvía en semanas.
Sin embargo, Lares matiza que desde finales de 2012 los anaqueles de mercados y abastos del país presentan un vacío de productos de todo tipo, especialmente de alimentos básicos y de medicinas. El problema se agrava, dice, en el interior del país, donde hay productos cuya compra no es que esté limitada, es que no están.
Juan Carlos Monedero, profesor titular de Ciencia Política y de la Administración en la Universidad Complutense de Madrid muy cercano a la realidad venezolana, explicó en una entrada de su blog –“Desabastecimiento en Venezuela: ¿De productos, ideas o decisiones?”-, Comiendo Tierra, el pasado 16 de mayo, las razones del desabastecimiento.
Su cercanía a la realidad venezolana se debe a que ha sido maestro visitante en la Universidad Bolivariana de Venezuela y en la Central y a que fue responsable del Diploma de Gobierno y Poder Ciudadano de formación de cuadros técnicos y políticos para aumentar la capacidad institucional y política de los servicios públicos de Venezuela y Ecuador.
Tomando en cuenta su análisis, que se aleja de las visiones catastrofistas, las razones de la escasez serían cuatro.
Clima de zozobra creado por la oposición
Según Monedero, la situación creada por la coalición opositora al desconocer la ajustada victoria de Nicolás Maduro en los últimos comicios “invita a compras muy por encima de las necesidades incluso mensuales”.
Además, señala que los medios llevan más de dos meses contribuyendo a crear un clima de guerra civil y que ha llevado a mucha gente a acaparar por culpa del miedo que se genera.
Capacidad de consumo mayor a la de producción
En los 14 años de “revolución bolivariana” se aumentó la capacidad de consumo de los venezolanos –Monedero señala que la pobreza se redujo a la mitad y el consumo per cápita creció en promedio 3.7 por ciento–.
Sin embargo, no se incrementó la capacidad productiva interior suficiente para cubrir las nuevas necesidades –la producción aumentó solamente el 0.8 por ciento-. Ese desnivel se tradujo en una dependencia excesiva de la importación.
Además, explica que sucede lo mismo con el crecimiento de la agricultora pues, a pesar de que se han intervenido 7 millones de hectáreas para hacerlas productivas, el crecimiento de este sector aún está muy por debajo en su participación en el PIB de lo que debiera: está en el 4.5 por ciento cuando debiera llegar, al menos, al 12 por ciento.
Estrategia del desconocimiento del resultado electoral
“Hay una parte de todo esto que es una estrategia. Recuerda demasiado al desabastecimiento en el Chile de Allende previo al golpe de Estado”, afirma Monedero en su texto.
Según él, son las mismas personas que no reconocen al presidente las que están colaborando en crear la ausencia de productos para debilitar al gobierno, subir los precios regulados de algunos bienes y arrancarle más dólares subvencionados para importar bienes que luego venderán a precios desorbitados.
De hecho, las dos últimas cosas, ya han sucedido. En el artículo mencionado anteriormente de El País se reportó que el pasado 14 de mayo, con el fin de aumentar la producción y de hacer frente al desabastecimiento, el gobierno aumentó un 20 por ciento los precios máximos de venta de productos como el pollo, la carne de vacuno y todos los lácteos.
Y es que la condición importadora de Venezuela que, a juicio de Monedero es herencia de su condición de país rentista, sigue dando un peso desmesurado a los grandes empresarios de la distribución.
Control de cambios
El último factor que para el doctor en ciencias políticas ha contribuido a la escasez es el control del cambios. Este se implantó en 2003 y otorga al gobierno la capacidad de entregar los dólares necesarios para la importación. La medida, explica Monedero, fue tomada por Chávez durante el paro patronal debido a la salida masiva de capitales del país que lo amenazaban con su hundimiento.
Sin embargo, señala que hay consenso en Venezuela acerca de que ese control ya no es útil, principalmente porque el gobierno entrega dólares a 6.30 bolívares y los importadores luego etiquetan los productos importados como si los hubieran pagado a 25 o 30 bolívares, que es el precio que alcanza el dólar en el mercado negro. Esto último debido a que el precio del dólar oficial es papel mojado para los especuladores, cuyos abusos no logra frenar la administración, entre la que también hay sectores corruptos “contra los que no se termina de actuar contundentemente”.
Por otro lado, apunta que el control de precios finales tampoco ha funcionado debido a que “de nada sirve fijar el precio final de un producto si no se fijan también los precios de las materias primas, de la maquinaria y demás insumos”, lo que hace muy caro producir.
De seguir, así, por tanto, el gobierno continuará financiando indirectamente a los empresarios importadores y a los especuladores y enriqueciendo al sector menos productivo de la economía venezolana.
“El socialismo también reclama eficiencia”, concluye.