Espionaje oportuno
Hace exactamente una semana, la administración de Barack Obama anunció que cerraría por siete días 19 oficinas diplomáticas repartidas a lo largo del mundo islámico.
La arriesgada apuesta se dio luego de la interceptación de un mensaje entre dos líderes del grupo extremista Al Qaeda en el que daban detalle de futuros ataques en Yemen.
La estrategia fue aplaudida por demócratas y republicanos por igual, quienes reconocieron que la decisión de Obama fue oportuna y necesaria.
Jorge Mireles
Hace exactamente una semana, la administración de Barack Obama anunció que cerraría por siete días 19 oficinas diplomáticas repartidas a lo largo del mundo islámico.
La arriesgada apuesta se dio luego de la interceptación de un mensaje entre dos líderes del grupo extremista Al Qaeda en el que daban detalle de futuros ataques en Yemen.
La estrategia fue aplaudida por demócratas y republicanos por igual, quienes reconocieron que la decisión de Obama fue oportuna y necesaria.
A ello se le suma el anuncio del el director de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés) de que su polémico programa de vigilancia y espionaje de registros telefónicos y de actividad en Internet ha sido un éxito: casi media centena de planes de ataques terroristas han sido interrumpidos gracias a trabajos de inteligencia.
No obstante, críticos de estas políticas de monitoreo cuestionan los recientes eventos y se preguntan: ¿ha sido verdaderamente un triunfo del Gobierno norteamericano dichos “casos de éxito” o son simplemente una manera de justificar uno de los escándalos más grandes del gobierno del actual mandatario demócrata?
¿Triunfo o justificación?
Basaaly Saeed Moalin, un refugiado somalí que huyó de la crisis humanitaria y de seguridad que todavía se vive en su país, fue arrestado el 2 de noviembre de 2010 por autoridades estadounidenses luego de donar 8 mil 500 dólares al grupo insurgente Al Shabab, fichado como organización terrorista por el Departamento de Justicia a partir de 2008.
Moalin se ganaba la vida como chofer de taxi hasta antes de ser detenido por apoyar al grupo militar de Somalia considerado un peligro para la seguridad nacional de Estados Unidos.
La historia del hombre de origen africano de 36 años permaneció fuera de la atención pública hasta hace unos días, cuando miembros de la inteligencia, presionados por el Congreso, ofrecieron el caso como el ejemplo de éxito de los programas de recolección de información de la NSA, según publicó el diario The Washington Post (TWP).
El Post, junto con el medio inglés The Guardian, revelaron en junio pasado una serie de filtraciones –proporcionadas por el exempleado de la CIA Edward Snowden– que exhibieron la masiva recopilación de datos de miles de millones de usuarios estadounidenses.
La medida recibió duras críticas y abrió el debate sobre la intromisión del gobierno en la privacidad de sus ciudadanos, siempre justificada por el acta PATRIOTA, enfocada en rastrear terroristas o partidarios del terrorismo en potencia.
Ahora, la misma NSA, a través de su director el general Keith B. Alexander, intenta mostrar el lado más positivo de su programa y, de paso, lavar la mancha que la denuncia de Snowden provocó.
Alexander, durante una conferencia en Baltimore, aseguró que 42 planes de terrorismo fueron interrumpidos y que 12 individuos fueron identificados de proveer material de apoyo a grupos terroristas, según publicó TWP.
El dirigente de la Agencia de Seguridad Nacional dijo que los logros se consiguieron gracias a que su organización pudo hacerse con las comunicaciones de blancos en el extranjero a través de compañías de telecomunicaciones en EU.
Keith Alexander argumentó que tanto el monitoreo de los registros telefónicos como el espionaje de datos de actividad en Internet han “contribuido por separado a los esfuerzos en contra del terrorismo”, como se expone en la detención Moalin.
No obstante, sus detractores reclaman el empeño de la NSA de guardar información privada con el objetivo de preservar la seguridad doméstica de EU.
“No hay razón por la cual la NSA necesite tener su propia base de datos con los registros telefónicos de millones de norteamericanos inocentes para así obtener información de (Basaaly) Moalin”, dijo el senador demócrata por el estado de Colorado, Mark Udall.
Udall es uno de los miembro del Comité de Inteligencia de la Cámara Alta que duda de la efectividad del programa.
Por otra parte, el exdirector de la inteligencia y la NSA, el general Michael Hayden dijo en entrevista para Fox News que no encontró una conexión que vincule el monitoreo del gobierno con la decisión de cerrar las oficinas diplomáticas, a pesar de que se especuló que la NSA fue quien interceptó los mensajes de Al Qaeda.
Hayden, de igual forma, comparó a hackers como Edward Snowden con terroristas, esta vez durante un discurso en un encuentro de ciberseguridad en el Centro de Política Bipartidista en Washington, donde provocó malestar en los defensores del whistleblower, hoy refugiado en Rusia.
“Sí nuestro gobierno atrapa a Edward Snowden y lo trae de vuelta a Estados Unidos para juzgarlo, ¿qué hará este grupo (activistas a favor de Snowden)? Pueden venir tras el gobierno de EU, pero, si no pueden atacar las redes del Ejército, ¿detrás de quién irán? ¿Quién será para ellos su ‘World Trade Center’?” dijo de manera burlona el militar.
Hasta ahora, el Ejecutivo y Legislativo norteamericano parecen enfocarse en reparar el daño hecho por Snowden a la imagen de sus políticas de seguridad a través de estos flamantes logros.